Edificios Lluïsos d'Horta, en Barcelona

Edificios Lluïsos d'Horta, en BarcelonaAjuntament de Barcelona

La casa que nunca duerme: 150 años de Els Lluïsos en el corazón de Horta

En uno de ellos, Horta conserva ese aire de comunidad donde todos se conocen, donde el tiempo parece seguir otro compás

Cuando Barcelona se expande hacia las montañas, hay enclaves que resisten la homogeneización urbana. En uno de ellos, Horta conserva ese aire de comunidad donde todos se conocen, donde el tiempo parece seguir otro compás. Este carácter único tiene sus guardianes, y entre ellos destaca una institución que ha acompañado el pulso del barrio durante más de siglo y medio.

La historia comenzó en plena revolución industrial. Mientras las chimeneas redibujaban el perfil barcelonés, un movimiento de asociacionismo católico florecía en distintos puntos de la ciudad. Fue en ese contexto cuando trece vecinos de Horta, inspirados por la iniciativa del párroco local Lluís Cantarell y liderados por Josep Pedrís, fundaron en 1866 lo que inicialmente se llamó Centre Moral Instructiu.

Su primer hogar fue un pequeño local de la calle Baix de Mariner. Sin embargo, el proyecto tomó impulso definitivo en 1883 cuando, adoptando ya el nombre de Acadèmia de Sant Lluís Gonzaga, la entidad trasladó su sede a la calle Feliu i Codina, donde permanece hasta hoy.

El teatro se convirtió rápidamente en su columna vertebral. En una época sin alternativas de ocio en el barrio, las representaciones teatrales llenaban los fines de semana de los hortenses. Pero la institución no se limitó a esto. Poco a poco, fueron añadiendo nuevos espacios: una zona para la práctica del frontón que llegaría a ser referente en toda Barcelona, un café para tertulias vecinales, e incluso aulas escolares que funcionaron hasta 1911.

La entidad demostró gran capacidad de adaptación durante los momentos críticos. Cuando en 1909 las llamas consumieron la iglesia local, Els Lluïsos acogió temporalmente las celebraciones religiosas. Con las mejoras realizadas en 1926 en su auditorio, consolidó su posición como referente cultural. El centro lanzó su propia voz impresa en 1930 —La Vall d'Horta— que circuló durante treinta meses, y en 1934 estableció una biblioteca que llegó a albergar cerca de millar y medio de volúmenes.

Un episodio dramático marcó su recorrido: durante los primeros días de la Guerra Civil, en julio de 1936, el fuego arrasó completamente sus instalaciones, convirtiendo en cenizas siete décadas de historia acumulada. Sin embargo, la adversidad no logró extinguir el proyecto. Apenas finalizado el conflicto, en 1939, la entidad retomó actividades mientras planificaba su renacimiento físico, que culminaría doce años después. La renovada sede abrió sus puertas en primavera de 1951, con un escenario preparado específicamente para la representación de La Pasión, manteniendo viva la tradición escénica.

Actualmente, el centro constituye un mosaico de propuestas donde conviven diferentes generaciones y sensibilidades. A las artes dramáticas —que siguen siendo su principal seña de identidad— se han sumado secciones dedicadas a la fotografía, talleres creativos, excursionismo, proyecciones fílmicas, danzas populares catalanas y deportes como el tenis de mesa.

Esta diversidad no ha hecho perder de vista su esencia primigenia: crear comunidad y ofrecer espacios de crecimiento personal en un entorno cada vez más individualizado. Els Lluïsos d'Horta representa así algo más que una institución centenaria; es la memoria viva de un barrio que, entre el urbanismo acelerado de Barcelona, ha sabido preservar su alma y su ritmo propio.

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