
El presidente Donald Trump recibe al presidente Volodimir Zelenski en la Casa Blanca
Defensa | Mundo Qué nos puede deparar un líder como Trump a los europeos
«Es hora de despertar, de tomar decisiones, de generar una industria y un sistema de defensa europeo...»
Una vez finalizada la II Guerra Mundial se produjeron dos hechos muy importantes para la historia posterior de nuestro continente. Devastados por los efectos de la guerra, y con nuestras economías arruinadas, aceptamos el plan elaborado por el general George Marshall, denominado Programa de Recuperación Europea (siglas en inglés, ERP), que fue ratificado por el presidente Truman en 1948 y se mantuvo en vigor hasta el año 1951. Por otro lado, en el año 1949, se creó la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN, también ratificada por Truman.
Con estos dos movimientos, Estados Unidos atenazó a Europa política, económica y militarmente, nos convirtieron en la mayor colonia del planeta. Y, aunque en aquel momento quizá no tuviésemos más opciones, desde aquel momento hasta la actualidad tampoco nos hemos esforzado por buscar una desconexión del «Tío Sam», por avanzar en la construcción de una Unión Europea con el potencial suficiente para disponer de una posición propia en el mundo. Y para ello es imprescindible disponer de una capacidad de defensa.
Durante todos estos años, nuestra clase política se ha sentido muy cómoda en un papel en el que subcontrataban nuestra Seguridad y Defensa a los Estados Unidos y así no sufrir el desgaste político y económico que hubiese supuesto hacernos cargo de nuestros asuntos. Pero, sobre todo, estaban muy felices engañando a sus pueblos, sin explicarles que si no éramos dueños de nuestra seguridad tampoco lo éramos de nuestra libertad. Decidieron convertirnos en «esclavos voluntarios» en nuestro propio territorio, decidieron convertirnos en los Estados Unidos de Europa, aunque sin estrella en su bandera.
Pero un día nos despertamos en medio de una invasión, los rusos habían decidido que el orden establecido saltase por los aires y, con un dictador al mando, que sueña con volver a recuperar la Gran Rusia, decidieron atacar e intentar invadir Ucrania. Era una cosa fácil, en 48 horas ondearía la bandera rusa en Kiev y asunto resuelto. El plan estaba diseñado así pero no ha salido bien y tres años después seguimos en guerra. El único objetivo alcanzado por Putin ha sido atemorizar a todo el mundo, sobre todo a nosotros los europeos.
Zelenski y Trump, durante su enfrentamiento en la Casa Blanca
Y, paralelamente, la población de muchos países del mundo, cansada de una deriva política mundial llena de ineficacia, desvergüenza y corrupción, que ha convertido los sistemas democráticos en partitocracias donde son los partidos políticos los encargados de generar una telaraña de intereses para sus organizaciones que nada tienen que ver con los intereses de los ciudadanos, viró su voto hacia gobernantes populistas que le prometen ser la solución de todos sus problemas. Y esto, curiosamente, ha sido aprovechado para que se produzca el resurgimiento de los partidos de extrema derecha, tan mala como la extrema izquierda, porque los extremos siempre son malos y generan inestabilidad, la historia nos lo ha mostrado de forma reiterada.
Uno de esos líderes, surgidos del descrédito y la desconfianza general, fue Donald Trump, que ya en el 2016 se alzó con la victoria en las elecciones en Estados Unidos. Ya en aquel momento pudimos observar sus posicionamientos extremistas, su puesta en escena difícilmente empeorable, su absoluta mala educación y, por supuesto, su animadversión hacia Europa.
En aquel momento, por suerte para su país, y para el resto del mundo, fracasó por su absoluto desconocimiento de lo que se cuece entre las bambalinas del poder de un Estado. El lamentable suceso, que parece que ya a todos se nos ha olvidado, fue alentar una revolución en la que vimos, con absoluto asombro, cómo una muchedumbre asaltaba el Capitolio, algo inaudito y que volvió a sorprendernos a todos.
Y, a finales del año pasado, se volvieron a alinear los astros para que este «personaje», por calificarlo de modo educado, volviese a erigirse como ganador de unas elecciones. Y ahora, sin duda, con mucho más peligro que antes, algo de lo que he escrito en muchas ocasiones, y que es debido a que ahora sí conoce los intríngulis del Estado y, desde el primer momento, comenzó a designar a fieles para su equipo y a encargarles el control de los principales organismos de la administración. Esta vez no quería sorpresa alguna y comenzó, meticulosamente, a preparar la demolición del antiguo Orden Mundial surgido a finales de la II Guerra Mundial

24.ª Brigada Mecanizada de las Fuerzas Armadas de Ucrania el 15 de febrero de 2025
Desde el principio de su mandato ha establecido como principal enemigo a China y en su afán de debilitarla ha iniciado una estrategia que, a priori, parece suicida «me voy a sentar a negociar con mi enemigo histórico, con el afán de atraerlo a mi terreno y dejar a China sin un aliado estratégico». Y en la ejecución de este movimiento no creo que nuestros mandatarios sean tan ilusos para no pensar que nuestra situación empeoraría visiblemente, me refiero a la situación de la Unión Europea y, en particular, a la situación de la Guerra de Ucrania. Estábamos ante la evidencia de un posicionamiento muy particular en el que se iban a convertir los enemigos en amigos y a los aliados en enemigos.
El faro estadounidense nos ha lanzado ya muchos destellos de sus intenciones, muchos discursos anunciando sus políticas y un aviso serio se produjo en la visita de este individuo llamado Vance, y vuelvo a ser educado en el lenguaje, que viajó a Alemania para comunicarnos que el principal problema de los Estados Unidos no era Rusia, ni China, éramos los europeos y la baja calidad de nuestra democracia. Posteriormente Trump afirmó que la creación de la UE se había producido para «fastidiar» a los Estados Unidos, aunque el término real que utilizó no fue ese y suena un poco peor.
El último acto de este divorcio con Europa es lo ocurrido en la reunión entre Donald Trump y Volodymir Zelensky, en su reunión en el despacho oval. Zelensky es un líder incómodo, a los rusos les ha «salido rana», su «aventura militar» no les ha salido bien y han solicitado una bombona de oxígeno al Tío Sam. Trump, y su perro de presa Vance, no han dudado un minuto en ponerse a los mandos del camión del butano y preparar una encerrona al presidente de Ucrania, de forma miserable, maleducada y con una total falta de vergüenza. El negocio no era la paz, ni las tierras raras, el negocio era escenificar, ante su ahora socio y amigo, que estaban dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias para ayudarles, para conseguir poner de rodillas a los ucranianos y, sin duda, humillar ante las cámaras a su líder era un buen gesto.
«De los europeos no os preocupéis amigos rusos porque le vamos a dejar este melón para que se lo coman todo entero. Les vamos a dejar sin apoyo y os los vamos a poner también de rodillas». ¿Qué más podría soñar Putin al ver que el líder de las democracias se pone al servicio de su dictadura?
Europa debe adoptar una posición suficientemente clara de que no apoyará una paz en Ucrania que socave los intereses de Ucrania, que no garantice una seguridad que se pueda sostener en el tiempo y que no se establecerá una situación en la que se envalentone Putin. Es evidente que Rusia no está en este momento capacitada para atacar otros objetivos, pero si se la deja respirar, con un presidente determinado a emplear toda su economía para generar capacidades militares, en poco tiempo dispondría nuevamente de la capacidad para hacer daño a Europa. Debemos pensar en 1938 y en la Alemania nazi, todos pensaron que no podría nunca alcanzar el nivel suficiente para significar un peligro y terminamos como terminamos.
Es hora de despertar, de tomar decisiones, de generar una industria y un sistema de defensa europeo, de desligarnos de los estadounidenses para siempre, de generar confianza en nuestros ciudadanos y de muchas otras cuestiones. Seguro que nos costará muchos sacrificios, seguro que lo pasaremos mal inicialmente, pero en el futuro agradeceremos no depender de nadie y estar en condiciones de tomar nuestras propias decisiones. Este loco gobernante no puede marcar el futuro de nuestros hijos, les debemos a ellos apartarlo de nuestro camino y dejarlo actuando en su Far West.