Alberto Monterroso, junto a Séneca

Alberto Monterroso, junto a SénecaSamira Ouf

Alberto Monterroso, profesor y escritor

«La felicidad es un proyecto continuo, no un estado permanente»

El autor despide el año con un libro que invita al encuentro y la reflexión con Séneca como protagonista

Puede ser una buena idea acabar el año hablando de la felicidad porque seguramente esa dicha estará en la lista de nuevos propósitos: tratar de ser más feliz que en el año que se marcha. Si para ello recurrimos a los clásicos al objetivo se le dota de empaque, ya que ellos estuvieron antes, vivieron en un mundo no tan diferente al nuestro -en lo humanamente esencial- y se hicieron preguntas que son las mismas que se siguen cuestionando los hombres de hoy cuando sueltan el móvil.

Alberto Monterroso (Bad Dürkheim, Alemania, 1965) ha publicado en este año que acaba un libro que se antoja necesario, porque la felicidad se nos escapa a golpe de click, y oportuno, ya que hay mucho vendedor de crecepelo estoico que promete desde podcasts con ansia de viralidad la ataraxia, el éxito, el amor y la salud. Un poco de todo ello se puede conseguir, con la perspectiva adecuada, leyendo Séneca y el secreto de la felicidad (Ed.Berenice) pero, sobre todo, lo que propone este profesor cordobés y Doctor en Filología Latina con su libro es descubrir la figura de un filósofo que ha tenido y sigue ejerciendo una influencia tremenda en la historia y cuyas enseñanzas y reflexiones nos pueden ayudar a ser más sensatos, y sobre todo más serenos, una actitud imprescindible como antesala de la felicidad. Monterroso, afable, sabio y sonriente, no solo sabe de lo que escribe sino a quien ha dedicado parte de su estudio y tiempo, algo que queda magistralmente tratado en el título que hoy nos reúne con él.

Alberto Monterroso

Alberto MonterrosoSamira Ouf

- ¿Hay que ser muy estoico para enseñar latín y griego hoy en día?

- Creo que sí, debe ser muy estoico, casi un campeón del estoicismo. Enseñar latín y griego hoy en día es muy difícil por varias razones. Por un lado, el sistema educativo lleva años restringiendo las humanidades, y por otro, la evolución de la sociedad tampoco ayuda. Los jóvenes están inmersos en pantallas y apenas leen, menos aún los clásicos. La lectura es fundamental, y si no se fomenta en casa, ¿cómo van a leer a los clásicos griegos y romanos? Esto perjudica enormemente su educación.

- Usted menciona que con Séneca ha aprendido a vivir y a resistir.

- Así es. En la introducción de mi libro hablo de mi fascinación por la cultura clásica. Desde que tuve contacto con el latín, el griego y la cultura clásica, sentí que se me abría un mundo maravilloso. Me gustan mucho las distintas ramas de la ciencia, pero en cuanto conocí el latín, dije: «Esto es lo mío». He disfrutado especialmente con la literatura clásica: la sintaxis de Cicerón, el lirismo de Safo y Arquíloco, las tragedias de los grandes griegos. Para mí, es la cumbre de la literatura y el pensamiento. Pero aunque he disfrutado de todo eso, Séneca es un caso aparte. Es un personaje universal, de una fuerza descomunal. Su influencia ha sido enorme a lo largo de la historia, tanto en el cristianismo medieval como en movimientos tan distintos como la Revolución Francesa. Ha inspirado a personas y ámbitos muy diversos: político, religioso y social. Es un faro del pensamiento y la inteligencia. Cuanto más lo estudio, más me asombra, especialmente por cómo aplica su pensamiento al mundo de hoy: enseña a luchar y a resistir, algo fundamental en la sociedad actual.

- Sin embargo, usted había traducido a Séneca, pero no lo había «leído» en profundidad.

- Es cierto. Durante la carrera, conocí a Séneca como un autor más. Había leído algunas cartas, fragmentos de sus tratados filosóficos y tragedias, pero no lo había estudiado a fondo. Todo cambió a principios de los años 90, cuando hice mi tesis sobre su padre, Séneca el Viejo. Mi director de tesis, Miguel Rodríguez Pantoja, me propuso trabajar sobre el padre, un personaje que apenas conocía. Era un hombre extraordinario que escribió un libro de historia que, lamentablemente, no se ha conservado. También escribió sobre retórica, y algunos estudiosos lo consideran el primer crítico literario de la historia. A través del padre, empecé a interesarme más en el hijo. Séneca el Filósofo no surge de la nada; la influencia de su padre es enorme. A partir de entonces, me sumergí en la obra de Séneca y descubrí que cuanto más lo leía, más moderno y relevante me parecía.

- Hablemos de Séneca como figura histórica. Vivía en una época fascinante, ¿no es así?

- Absolutamente. Séneca nació en el año 1 a.C., en un momento de transición entre la República y el Imperio. Su padre lo llevó a Roma siendo muy joven, probablemente con 6 o 7 años, para que recibiera una educación completa. Vivía bajo los cinco emperadores de la dinastía Julio-Claudia: Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. Fue condenado a muerte por Nerón en el año 65. Su conocimiento político e intelectual es extraordinario, en parte gracias a su padre, quien estuvo cercano a figuras clave como Asinio Políón, amigo de Julio César y mediador entre Augusto y Marco Antonio. Este entorno privilegiado le dio a Séneca una visión única.

Alberto Monterroso, con un ejemplar de su libro

Alberto Monterroso, con un ejemplar de su libroSamira Ouf

- ¿Por qué decidió Séneca escribir sobre la felicidad?

- La felicidad para Séneca está profundamente ligada a conceptos como la sabiduría, la libertad y la virtud. En el estoicismo, todo está interconectado: la postura ante la muerte, la sociedad, la política. Hablar de felicidad es hablar de todo su pensamiento. Aunque tradicionalmente se asocia la felicidad al epicureísmo, Séneca redefine el concepto: el placer debe estar guiado por la razón. Usa hermosas metáforas, como la del jefe de un ejército que dirige la fuerza de sus soldados. La razón es esencial para alcanzar la felicidad.

- ¿El recorrido hacia la felicidad incluye vigilar los deseos y dominar las pasiones?

- Exacto. Séneca insiste en evitar la ira, valorar la brevedad de la vida y actuar con serenidad. Su enfoque es práctico: controlar las pasiones nos permite dar las mejores respuestas. Aunque Aristóteles defiende que la ira puede tener un «punto medio», Séneca la considera una locura transitoria que debe sofocarse mediante la serenidad. Para él, la felicidad no es un instante de placer, sino un proyecto de vida, una construcción continua.

- El estoicismo está muy presente hoy. ¿Por qué cree que ha vuelto a ser tan popular?

- Vivimos en una sociedad materialista y egoísta, con altos índices de ansiedad, depresión y una desconexión general con nuestra propia humanidad. El estoicismo ofrece una alternativa rica y no dogmática, una filosofía que respeta las creencias de cada persona y se adapta a las necesidades del presente. Además, su mensaje de moderación, empatía y autodominio resulta especialmente relevante en tiempos de crispación. Para las personas, proporciona herramientas para enfrentar las adversidades diarias, como la gestión emocional y la búsqueda de un equilibrio interno. Para la sociedad, promueve valores que podrían reducir la tensión y fomentar una convivencia más armónica.

- En su libro, usted sugiere más que aconsejar, algo muy estoico.

- Así es. El estoicismo no es dogmático. Cada persona puede adaptarlo a su vida y aprovechar lo que mejor le sirva. Esa flexibilidad es parte de su atractivo. Por ejemplo, Marco Aurelio y Epicteto tenían posturas distintas dentro del mismo estoicismo, pero ambos buscaban la virtud y el dominio de sí mismos. Creo que ese carácter abierto y no impositivo del estoicismo lo hace muy valioso para los lectores modernos. En mi libro trato de seguir esa línea, proporcionando ideas y reflexiones más que reglas o consejos estrictos. Es una invitación a explorar un camino personal hacia la sabiduría.

El estoicismo, con su mensaje de moderación, empatía y autodominio resulta especialmente relevante en tiempos de crispación.

- ¿Cómo respondería el estoicismo de Séneca a los retos actuales?

- Aunque Séneca vivió hace 2000 años, su pensamiento es sorprendentemente aplicable. Por ejemplo, en cuanto a la tecnología, podría alertarnos sobre no ser esclavos de nuestras herramientas. Séneca hablaba de ricos que presumían de tener esclavos que recitaban poesía clásica, pero sin entenderla. Hoy, podríamos compararlo con nuestra dependencia de dispositivos electrónicos: tener acceso a toda la información del mundo no nos hace sabios si no sabemos utilizarla. También su reflexión sobre la libertad podría aplicarse al mundo moderno, donde muchas veces confundimos la libertad con la acumulación de cosas o la ausencia de límites. Séneca nos enseña que la verdadera libertad proviene del dominio de uno mismo y de la comprensión de nuestras necesidades esenciales.

- Los cordobeses suelen presumir de ser «senequistas». ¿Qué significa eso?

- Decimos ser «senequistas» por nuestra tranquilidad y cierta distancia irónica ante la vida. Pero ser senequistas debería implicar también valores como la lucha, el esfuerzo y el amor por el conocimiento. Séneca fue un hombre que marcó la historia con su pensamiento y sus obras, influyendo en personajes como Thomas Jefferson o Montaigne. Su legado puede inspirarnos a mantener la calma ante la adversidad, pero también a luchar por nuestras metas con determinación y creatividad. En mi opinión, el senequismo cordobés debería recuperar también ese espíritu de acción y compromiso que caracterizó a Séneca.

- ¿Alberto Monterroso es un hombre estoico y feliz?

- Diría que trato de serlo. Para mí, la felicidad es un proyecto continuo, no un estado permanente. Como decía Séneca, la felicidad se construye día a día mediante pequeños actos de mejora personal y de ayuda a los demás. Trato de aplicar sus enseñanzas a mi vida, especialmente en lo que respecta a la serenidad, el autodominio y la comprensión de la fragilidad humana. La felicidad, entendida desde el estoicismo, no consiste en evitar los problemas, sino en enfrentarlos con valentía y razón. A veces también me permito ser un poco epicúreo y disfrutar de los placeres simples de la vida, porque creo que el estoicismo también nos enseña a admirar y valorar las maravillas que nos rodean.

'Séneca y el secreto de la felicidad'

Editorial Berenice
​Páginas: 272
Publicación: 26/04/2024

Séneca y el secreto de la felicidad

Alberto Monterroso

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