El agua envenenada
No hay cosa peor que te puedan decir (por ventajista que es) que un «te lo dije». A mi me lo han dicho infinidad de veces, tantas que llevo un «te lo dije» de media al día, por eso de hacer lo que uno estima conveniente y no escuchar demasiado -o nada- a los demás.
Esa actitud vital me ha conducido, en no pocas ocasiones, a estamparme contra la pared figurada de la realidad, aunque algún acierto que otro ha habido y, como suele pasar en estos casos, ha sido sonado. Pero sea como fuere, mis empecinamientos suelen ser míos y en poco afectan (a veces, sí) a los demás.
El problema viene cuando esa actitud es seguida por el político de turno que, con más o menos poder, lo ejerce sobre un grupo de personas. Y me viene a la memoria aquel primer verano de la pandemia, cuando -entre el miedo y el desconcierto- al alcalde socialista de El Viso se le metió entre ceja y ceja que la gente se bañase en la playa de La Colada, una bella presa de aguas estancadas en la que yo no me habría bañado, no por miedo al covid, sino a una mutación sobrevenida. Y menos si un socialista me lo recomienda, porque eso es señal de que hay un doblez (como poco) que no vemos.
Pasado el tiempo, los colegas socialistas del regidor de El Viso en Diputación (este último también tenía cargo de diputado provincial) señalaron a La Colada como la charca perfecta no solo para bañarse, sino para solucionar el problema de la sequía en el embalse de Sierra Boyera. Había que bombear y se tiraron casi un año para hacerlo, echando las culpas al PP y quedando de manifiesto (con informe de la Abogacía del Estado de por medio), que la competencia era del Gobierno socialista de España.
Con Emproacsa de por medio (dirigida por el socialista Esteban Morales, entonces -ya no- alcalde de Puente Genil que no era capaz de suministrarla a su propio pueblo) todo era posible. Y lo fue. El agua de La Colada no se puede beber por una bacteria y la potabilización está llevando más tiempo del que nadie creía.
Así, en Los Pedroches ya no hay suministro por las noches, llevan el agua en camiones cisterna y el futuro inmediato es desolador. Pero lo importante no es eso, ni que la térmica de Puente Nuevo tenga agua y esté de adorno; sino que lo verdaderamente relevante es que la gente se pueda bañar en La Colada y, si mutan, que se conviertan en X-Men.