Julia
Cada año en la presentación de las cuentas, cuando está próximo el Corpus, Cáritas pone rostro a uno de los números que exponen en su informe. Si desde la entidad diocesana se insiste en que detrás de las cifras hay personas, este año ha sido Julia la persona que ha dado testimonio de su vida con Cáritas.
Julia fue presentada como madre soltera con cuatro hijos, una mujer que ha tenido que sacar a su familia adelante prácticamente sin recursos, cosa que ha sido posible gracias a la ayuda de Cáritas diocesana y en concreto desde las Cáritas de la parroquia de San Andrés. Julia provocó en la sala de prensa del obispado un silencio espeso aderezado de emoción contenida entre los periodistas allí presentes. Desde permitirse comprar un colchón para que uno de sus hijos pudiera dormir hasta recibir ayuda para pagar el alquiler – trabaja en esa precariedad que se adorna con la denominación de media jornada- la vida de Julia, desde 2008, no ha parecido o resultado fácil ni cómoda. Recibir este golpe de realidad cuando en la agenda del día tienes los dimes y diretes sobre la feria, las habituales cuitas políticas amplificadas por la campaña electoral y las numerosas naderías que conforman eso que presentamos como actualidad, es un sano ejercicio para recordar en qué debe consistir esto de ver y contar. Mientras unos dicen que nos van a facilitar el futuro, la PAC y la sostenibilidad, desde la Iglesia están mejorando la vida de muchas personas con sacrificio, sin focos mediáticos y aportando una alta dosis de dignidad, la misma que le permitió a Julia contarnos lo suyo sin caer en el victimismo ni en el lamento coyuntural, solo mostrando gratitud y verdad. Y sin lecturas políticas, porque la pobreza, ya se sabe, suele ser carne de revolución para los que la hacen mandando a otros parias a partirse la cara mientras se quedan en el sofá o la cátedra tuiteando.
El testimonio de Julia es mayor que la interseccionalidad desde la que algunos la analizarán, porque es un mensaje de trascendencia: su situación era la más difícil, pero la generosidad recibida sin más objetivo que la de ayudar a un semejante rompe muchos de los dogmas relativistas de nuestros días y ofrece un horizonte con más esperanza, por supuesto, que el de un programa político.
Julia además recordó a los allí presentes que la vida es otra cosa que sucede entre las líneas marcadas de la actualidad. Y que la caridad no es una solidaridad beata, sino la verdadera mano de Dios cuando toca el corazón de los hombres.