En un palomarcico
No faltaron a la cita los santos de la Orden Carmelita, tan significativos en la vida del protagonista del día
No hubo elección mejor. En un palomarcico, una de las fundaciones de Teresa de Jesús, edificio recio como los tiempos en los que vivió la citada santa, inmutable pese a sus más de cinco siglos continuados de historia, recibía el Orden del diaconado un amigo. En un clima de silencio y oración, no faltaba el trasiego de algunas de las Madres queriendo dejar todo a punto, afanándose en la limpieza de algún espacio como si algo pudiera tornarse aún más reluciente de lo que ya había sido acondicionado para tan importante ocasión. Recordando el evangelio de Marta y María, veía en ellas el doble papel de oración y evangelización (ora et labora). El convento de San José de Sevilla, más conocido como Las Teresas, data del siglo XVI y es un joyero que rebosa arte; no sólo en la iglesia, en su interior se conserva el manuscrito original de una de las obras principales de la santa abulense, Las Moradas, además de otras relevantes reliquias.
No faltaron a la cita los santos de la Orden Carmelita, tan significativos en la vida del protagonista del día. Allí, en la iglesia, en un ángulo del lado del patio del convento, tuvo sus días de discernimiento José Carlos Sillero. Junto a Teresita, como él mismo cuenta, y cruzando la mirada con las obras de Juan de Mesa: al frente, en el altar mayor, San José con el Niño y, por supuesto, sin perder de vista a la Virgen del Carmen situada a la izquierda del altar.
Presidía la celebración otro carmelita, Monseñor Braulio Sáez, obispo emérito de Santa Cruz (Bolivia) desde hace unos meses, cuando regresó a España tras más de cincuenta años de servicio en América. Un aspecto más para la suma de detalles que fueron componiendo un acto cargado de sencillez y cercanía.
Quizá queriendo entrever una semejanza con el 'Camino de perfección', destacaban las palabras de D. Braulio aludiendo al camino elegido por el ordenando: de interioridad, profundidad y servicio. Igualmente recordó que diácono viene del griego diaconía, destacando la obligación de servir y no ser servido. La gracia sacramental llegaría con la imposición de las manos, herencia de los apóstoles.
Fray José Carlos de la Virgen del Carmen estuvo también acompañado por un numeroso grupo de amigos, fundamentalmente miembros de la Archicofradía de Nuestra Señora del Carmen Coronada. Tan sólo dos semanas antes había realizado su profesión solemne como Carmelita Descalzo en el Desierto de Nuestra Señora de Belén de Córdoba (Las Ermitas), y ahora comienza su camino como diácono en la comunidad de San José (San Cayetano) de nuestra ciudad. Gloria a Dios.