Córdoba en primavera: el arte de vivir la belleza
«Cada año, la ciudad se convierte en un lienzo vivo donde la luz cambia a cada instante»
Yo no entiendo a Córdoba sin la primavera. Es más que una estación: es una revelación de colores, aromas y sonidos que despiertan la ciudad de su letargo invernal. Como artista cordobesa, cada año siento que renace en mí la necesidad de capturar esa luz, esa atmósfera única que convierte a nuestra ciudad en un escenario de inspiración infinita.
Pocos lugares pueden presumir de una transformación tan espectacular como la que vive Córdoba entre marzo y junio. Las calles se visten de azahar, los patios explotan en una sinfonía de geranios y gitanillas, y la vida parece latir con una intensidad diferente. Pasear por el casco histórico es una experiencia multisensorial: la piedra de la Mezquita-Catedral refleja el sol con un brillo dorado, los callejones de la Judería huelen a jazmín, y en cada rincón resuena el eco de una guitarra flamenca.
Los que vivimos el arte sabemos que la belleza tiene un poder transformador. Córdoba en primavera no es solo una imagen pintoresca para los turistas, sino una fuente de creatividad inagotable para quienes la habitan. Cada año, la ciudad se convierte en un lienzo vivo donde la luz cambia a cada instante y los colores adquieren una fuerza que desafía cualquier intento de reproducirlos fielmente en un cuadro o una fotografía.
La primavera cordobesa es también un recordatorio de nuestras raíces. El Festival de los Patios, el Concurso de Rejas y Balcones, la Cata del Vino Montilla-Moriles… Son celebraciones que no solo embellecen la ciudad, sino que nos conectan con nuestra historia y nuestra identidad. Siento que estas tradiciones son un legado que debemos proteger y reinterpretar en nuestras obras, para que sigan vivas y evolucionando con el tiempo.
En estos meses, Córdoba se vuelve un poema visual, sonoro y olfativo una experiencia estética total que traspasa los límites de la razón y se convierte en emoción pura. Y esa emoción es, al final, el motor del arte. No es casualidad que tantos creadores hayan encontrado en esta ciudad su musa: de Julio Romero de Torres a Pablo García Baena, los grandes del flamenco...
Quizás por eso mi hija se llama Abril. Porque este mes despierta la vida, la alegría de las calles, el aroma del azahar que impregna cada rincón de la ciudad. Abril es la primavera hecha nombre, es la esencia de Córdoba en su máximo esplendor.
Hoy, mientras la primavera estalla de nuevo en Córdoba, siento la necesidad de pintar, escribir, fotografiar… de expresar, en cualquier forma posible, el amor que siento por mi ciudad. Porque amar Córdoba en primavera no es solo un sentimiento: es una manera de vivir y de crear.