
Un adolescente con el móvil por la noche
Los efectos en la salud (física y mental) de los adolescentes que ven porno
Los expertos señalan que uno de los peores efectos del consumo de pornografía a estas edades es la distorsión perceptiva
Tan pronto como a los 8 años, muchos menores se inician en el consumo de pornografía. Este momento se ha ido adelantando en los últimos años, según han constatado distintos estudios recogidos por dos investigadoras de la Universidad del País Vasco. Otras organizaciones, tales como Save the Children, apuntan que el primer contacto con estos contenidos inapropiados sucede de media a los 12 años, pero también advierten que siete de cada diez adolescentes lo consumen de forma frecuente.
Quienes abogan por una legislación más estricta que proteja a los menores de la pornografía defienden también que los perjuicios que pueda tener en los adolescentes son preocupantes. Los expertos señalan que uno de los peores efectos del consumo de pornografía a estas edades es la distorsión perceptiva, la formación o deformación de actitudes. Debido a la etapa evolutiva en la que se encuentran, no tienen la madurez emocional para comprender lo que ven. Se han encontrado asociaciones también entre el visionado de estos contenidos y los comportamientos violentos y sexualmente agresivos.
Así las cosas, según indica Miriam Araujo Hernández, profesora de Enfermería en la Universidad de Huelva, uno de los cambios que ha traído consigo el aumento del acceso a vídeos pornográficos en prontas edades es que las relaciones sexuales esporádicas se han vuelto más habituales. A la vez, la población joven está viviendo un aumento de las infecciones de transmisión sexual. Recuerda la enfermera en The Conversation que algunos expertos han detectado que esta subida de este tipo de patologías están provocadas por los cambios en las conductas sexuales inspirados principalmente por la industria pornográfica.
Por otro lado, según el mismo estudio de Save the Children, las imágenes X que consumen los adolescentes reflejan prácticas de gran riesgo para el contagio de distintas enfermedades. «Es decir, en la pornografía, la prevención de infecciones de transmisión sexuales no solo no es importante, sino que no forma parte de la acción sexual», suscribe Araujo. Como consecuencia, el cáncer orofaríngeo ha aumentado en la población joven, cuando hasta hace pocos años, su principal causa era el consumo de alcohol y tabaco, pero ahora es la presencia del virus del papiloma humano (VPH) en garganta y boca.Además de estos efectos para la salud física de una generación que la enfermera describe como «pornonativa», el consumo excesivo de esos vídeos tiene también un impacto en el bienestar mental y social de los adolescentes. Este acto puede ser precursor de conductas de riesgo, como el aumento del uso de sustancias, tales como el alcohol, el tabaco u otras drogas. No obstante, según apunta Araujo, también puede provocar ansiedad, depresión, disminución de la intimidad y conexión emocional en las relaciones amorosas, además de sensación de culpa y vergüenza.
La enfermera defiende medidas más restrictivas para la industria, así como mayor educación sobre este ámbito y planes de salud específicos para prevenir los efectos del consumo de material X, debido no solo a los efectos ya comentados, sino a que también puede llegar a inhibir la empatía en las relaciones futuras.