Corresponsal en el paraíso
Los especiales vínculos del Rey Carlos III con el Ritz de Londres
El lujoso hotel es el único del mundo que luce el sello de proveedor real otorgado por el nuevo monarca. Fue el elegido para «presentar al mundo» su relación con Camila Parker
Carlos III renueva, en pleno siglo XXI, el célebre motto de César Ritz: «El rey de los hoteleros, el hotelero de los reyes». El legendario establecimiento fundado por el empresario suizo en la capital británica luce desde el año 2002 su condición de proveedor de la familia real. Fue el entonces Príncipe de Gales quien se la otorgó y es el único hotel del mundo que ha sido distinguido con un royal warrant por Carlos de Inglaterra.
En un lugar destacado de su elegante lobby, detrás de uno de los mostradores de recepción, puede verse el emblema del heredero de la corona británica: las tres plumas de avestruz y la leyenda Ich Dien, «Yo sirvo», en alemán. Se trata de un verbo que conjugan de forma brillante desde hace más de 115 años en esta emblemática dirección de Picadilly y con la que la familia Windsor mantiene especiales lazos.
El hotel abrió sus puertas en 1906 y rápidamente se ganó la reputación de ser el más prestigioso de Londres. Desde sus inicios contó con el favor de uno de los mayores fans del célebre hotelero, que no era otro que Eduardo VII, lo que sin duda fue su mejor espaldarazo. «Donde va Ritz, voy yo», pronunció siendo todavía Príncipe de Gales, en una de esas frases que han quedado para la historia.
Carlos III parece tener por el hotel similar favoritismo del que hizo gala públicamente su tatarabuelo. Y no solo por la distinción real otorgada siendo príncipe y que ahora tendrá que revalidar o no. Uno de los cientos pequeños detalles que cambiarán próximamente en la Corte de San James es precisamente la lista de «proveedores de la Casa Real», una cotizada distinción que abarca diferentes ámbitos de suministradores de bienes y servicios.
Librerías, sastrerías, fabricantes de coches o de paraguas, empresas de limpieza, farmacias, etcétera, etcétera engrosan «la» lista. Durante su largo reinado, la Reina Isabel concedió un total de 686 sellos, el duque de Edimburgo 38 y el Príncipe de Gales, 159.
Históricamente, han quedado excluidos de la lista lugares de entretenimiento o de restauración, como bares, teatros y pubs. Y tan solo dos hoteles de Londres figuran en ella en tanto en cuanto proveedores de banquetes o de servicios de catering.
La Reina Isabel concedió el royal warrant en 2013 al también centenario y lujoso hotel The Goring, situado muy cerca del palacio de Buckingham y donde Isabel II agasajaba anualmente a su staff con la cena navideña y otras celebraciones. The Goring se hizo especialmente célebre con motivo de la boda del Príncipe Guillermo, al ser elegido por la familia Middelton como cuartel general.
Pedigrí aristocrático
De él salió la actual princesa de Gales con dirección a la Abadía de Westminster. La familia Middleton tomó literalmente el hotel. Pero el pedigrí aristocrático del último bastión de la hostelería independiente inglesa le viene de mucho más atrás.
Inaugurado en 1910, dada su proximidad al palacio real y sus excelentes credenciales, siempre ha mantenido una especial relación con la familia real inglesa. En 1948, el chef del hotel realizó la tarta del bautizo del Príncipe Carlos, haciendo verdaderos milagros con las cartillas de racionamiento.
En 1953, se convirtió en un anexo de Buckingham Palace para la coronación de la Reina, alojando a muchos de los dignatarios reales que acudieron a la ceremonia. El libro del hotel recoge el comentario de uno de sus huéspedes entonces, el príncipe heredero de Noruega: «Aquí se está mucho mejor que en Buckingham, no tengo que compartir mi cuarto de baño».
El Ritz fue fundado cuatro años que el Goring con similares instalaciones y nivel de servicio y aunque ahora lo veamos clásico, en su momento supo captar antes que nadie el pulso de los nuevos tiempos.
César Ritz sabía que tenía que ganarse el favor de las féminas, que empezaban a socializar, en una ciudad donde la mayoría de los salones se encontraban en los clubs de hombres. Así que añadió flores, luces, colores femeninos, grandes armarios, una atmósfera más femenina y atractiva para las damas. Fue el primer hotel de la ciudad que permitió a las jóvenes solteras ir sin acompañante o chaperón.
Su maravillosa biografía está llena de grandes nombres y grandes momentos. Anna Pavlova bailó en sus salones, el Aga Khan y Paul Getty tuvieron suites durante años. Charlie Chaplin necesitó 40 oficiales para escoltarle entre sus admiradores para poder entrar en el hotel en 1921. Jackie Onassis le describió como «un paraíso».
En épocas más recientes, hizo un célebre cameo en la película Notting Hill, en su famosa Suite Trafalgar se conocen Julia Roberts y Hugh Grant. En agosto de 2015, se rodaron en él escenas clave del último episodio de la serie televisiva Downton Abbey.
La muerte de Thatcher
Dos años antes, fallecía en una de sus suites, Margaret Thatcher, que se recupera en el hotel de una intervención quirúrgica invitada por los propietarios del célebre establecimiento, los gemelos David y Frederick Barclay, multimillonarios admiradores de la Dama de Hierro, que adquirieron el hotel en 1995.
Una de sus mayores fans fue siempre la reina madre, la abuela de Carlos III, que gustaba especialmente acudir a su célebre y exquisito restaurante. Se sentaba en una discreta mesa de una de las esquinas para disfrutar de la escena y de la comida y escuchar el piano. Su canción favorita era A Nightingale Sang in Berkeley Square.
Ian Gomes, el entrañable y legendario pianista del hotel, tocó en su funeral y es una de esas personas que hace que el Ritz siga teniendo una magia especial. Con una plantilla de casi 400 empleados para tan solo 125 habitaciones y suites, 21 de ellos han cumplido más de 20 años de servicio en el Ritz.
El segundo de a bordo del Palm Court, donde se sirve el té más famoso y recomendable de Londres, es el español Manuel Pérez, más conocido como Alfie, lleva 54 años en el hotel. El Ritz es, a la postre, es una sensacional familia que sabe mucho del mejor servicio. Ich Dien.
El nuevo Rey de Inglaterra conoce a muchos de sus miembros por su nombre. Y mantiene especial amistad con su chef ejecutivo John Williams, cuyo restaurante goza de una estrella Michelin desde 2016 con una fórmula de alta cocina francesa cuyo servicio en sala es realmente un espectáculo que nada tiene que envidiar a la escena del West End.
Williams, un caballero discreto y de gran sentido del humor que parece compartir con el nuevo monarca, fue distinguido con la orden del Imperio Británico por la Reina. Isabel II celebró en el hotel su 80 cumpleaños en 2006, pero seguramente no ha sido la onomástica más trascendente para la historia a la que han asistido en el Ritz miembros de la familia real británica.
Historia de una foto
En 1999, se celebró en el hotel la fiesta del 50 aniversario de Annabel Elliot, hermana de Camilla Parker, al que acudieron por separado tanto ella como el Príncipe de Gales. Un evento cuidadosamente estudiado y planificado por una conocida empresa de relaciones públicas e imagen que tenía como principal objetivo que la pareja fuera fotografiada junta por primera vez, una forma elegante de oficializar su relación, lo que resultaba especialmente complicado tras el fallecimiento de Lady Di.
Curiosa paradoja de la historia, señor César Ritz. Mientras que la última imagen con vida de la primera esposa del actual Rey de Inglaterra era tomada en su establecimiento de París, la primera en público con la que sería su segunda mujer era cuidadosamente planificada para que tuviera lugar en las escaleras de su hotel londinense.
El establecimiento fue vendido casi en secreto en plena pandemia por unos 750 millones de libras a un jeque catarí antes de que los célebres hermanos Barclay se refugiaran en su castillo de las islas del Canal.
El 10 de diciembre de 2020, nada más reabrir sus puertas tras la duro cierre impuesto por las autoridades británicas, el entonces Príncipe Carlos realizó una visita oficial al hotel, para mostrar su apoyo al personal con el que mantiene tantos vínculos y que, al igual que otra de las grandes damas de la hotelería londinense, el Claridge's, apoyo en los formidables recursos de las monarquías del Golfo Pérsico, acomete una extraordinaria reforma que le permitirá seguir brillando en el competitivo mundo hotelero londinense.