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Queen Maxima during the opening of MuseumHindeloopen in Hindeloopen, The Netherlands.

La Reina Máxima, en una imagen de archivoGTRES

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Ricos, nobles y descendientes de virrey: el pasado 'cazafortunas' que la serie de Máxima de Holanda evita contar

Máxima retrata como un cuento de hadas la vida de esta argentina que acabó enamorada del heredero al trono

Como prácticamente todas las royals de su generación, incluidas Mette Marit, Charlene de Mónaco, Kate Middleton y Meghan Markle, Máxima de Holanda llegó a Palacio siendo plebeya y con una notable historia. La argentina era una economista que trabajaba en el Deutsche Bank en Nueva York cuando conoció al heredero del trono holandés en la feria de Abril sevillana en 1999.

La atracción entre ambos fue instantánea, pero su incipiente romance casi acabó cuando los medios de comunicación sacaron a la luz el pasado de su padre, un alto cargo de la dictadura de Jorge Videla durante los años del Terrorismo de Estado en Argentina. La pareja perseveró, incluso con la desaprobación del público.

Máxima aceptó un trabajo en Bruselas para no verse limitados por una relación transatlántica y aprendió a hablar holandés con fluidez. Aún así, el pueblo no estaba seguro de su idoneidad y le preocupaba que los escándalos que involucraran a su padre eventualmente afectasen a la familia real.

Sin embargo, dos años después, en 2001, se anunció su compromiso, y la madre del entonces heredero al trono, la Reina Beatriz, apoyó a la pareja al darle públicamente su bendición, proclamando a Máxima como una «mujer moderna e inteligente» que había tenido su propio pasado. Uno del que no tenía por qué arrepentirse.

«La historia de Máxima es una historia de éxito, del triunfo de una mujer que donde puso el ojo puso la bala», explica, en este sentido, el escritor de Máxima, construcción de una reina, Rodolfo Vera. Desde su infancia, la argentina manifestó a sus compañeros de colegio su deseo de casarse «con un noble».

La pareja en los inicios de su relación

La pareja en los inicios de su relaciónGTRES

La Reina ya apuntó alto en su adolescencia, cuando conoció a Tiziano Iachetti, al que abandonó cuando la vida entre la universidad y las prácticas en Mercado Abierto S.A., una financiera de un amigo de su padre, les impidió compaginar horarios. Le siguió después Max Casá, un chef conocido por sus programas de televisión con el que salió hasta que conoció a Federico de Alzaga.

Con él, descendiente de un virrey, debutó en la alta sociedad argentina. Sin embargo, la relación acabó cuando ella le dio un ultimátum –«o nos casamos o me voy». La negativa del noble le obligó a hacer las maletas, instalándose en la casa de un millonario con el que solo había hablado por teléfono, Raúl Sánchez Elía. De su mano conoció el glamour playero del centro neurálgico de la élite neoyorquina: los Hamptons.

«Nosotros estábamos comenzando nuestras carreras y no teníamos veinte mil o cuarenta mil dólares para pagar por el alquiler de una casa en los Hamptons. Entonces nos uníamos y compartíamos entre varios», explica uno de sus amigos en el libro de Vera. «Máxima llegó a la casa del más adulto del grupo, el que más dinero tenía y con una casa espectacular con acceso a la playa. Tuvo suerte. O fue astuta».

La princesa Catalina Amalia, la reina Máxima, el rey Guillermo, la princesa Alexia y la princesa Ariane posan a su llegada a la ciudad de Emmen para la celebración del Día del Rey.

Los Reyes con sus hijas Amalia, Alexia y ArianeGTRES

Acabado el verano y su flirteo con Elía, decidió mudarse al barrio de Chelsea, en Nueva York, con dos amigas que terminaron presentándole a Orlando Muyshondt, un salvadoreño surfero de buena familia con el que apenas estuvo unos meses y del que no guarda buen recuerdo.

La última decepción amorosa de Máxima antes de que su amiga Cynthia Kaufmann le presentase a su ahora marido fue un desconocido noble británico llamado Christopher del que terminó olvidándose en tierras españolas. Allí, su querida amiga le dijo «Tengo dos candidatos para presentarte en Sevilla; uno muy rico y otro muy guapo»: Guillermo de Holanda y Federico de Dinamarca. Teniendo los dos Reinos a sus pies, la argentina terminó decidiéndose por la Casa Orange como futura familia.

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