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Óleo de Francisco García Ibáñez. La llegada de Colón a Barcelona a mediados de abril de 1493 y recibido por los Reyes Católicos

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El origen de la Hispanidad, un gigante cultural sin unidad política

El Instituto de Cultura Hispánica tuvo entre sus objetivos estrechar relaciones con los países hispanoamericanos a través de múltiples actividades culturales

El 12 de octubre es la fiesta nacional de España, en conmemoración a uno de los hechos más importantes de nuestra historia, como fue el descubrimiento de América y la creación de una nueva sociedad mestiza, esculpida por los principios de la religión católica y la cultura española de la época. Después de los procesos de emancipación, en el primer cuarto del siglo XIX, las nuevas repúblicas, labradas sus fronteras sobre los antiguos límites de los virreinatos y capitanías generales, crearon sus identidades nacionales siguiendo los pasos del liberalismo francés. La marginalidad de España, hundida por sus guerras civiles y el auge de Francia en el II Imperio, dará fuerza al término de Latinoamérica, potenciado por unas elites criollas que buscaban distanciarse de su origen, y dar un sentido a su identidad patriótica.

Día de la Hispanidad frente al día de la raza

Sin embargo, el 4 de octubre de 1914, el presidente argentino, Hipólito Yrigoyen, establecía el 12 de octubre como Fiesta nacional, denominándolo día de la Raza. La causa había sido la fuerte presión por parte de los Estados Unidos para que Argentina declarara la guerra a Alemania, durante la Primera Guerra Mundial, y quedase excluida del mercado argentino. El decreto intentaba levantar una identidad hispana sobre su pasado hispano y católico, frente a la superioridad de la América del Norte anglosajona y protestante, que servía de modelo a las elites criollas. El presidente Yrigoyen, liberal radical, fue el primer representante de las nacientes clases medias del país rioplatense. En 1928, el gobierno español del general Primo de Rivera nombró al escritor vasco, Ramiro de Maeztu, embajador de España en la Argentina. Allí tomó contacto con aquel sentimiento que alumbraría su libro Defensa de la Hispanidad. El nuevo termino de Hispanidad, sustituía a Día de la Raza, para evitar malentendidos, y provenía de un joven sacerdote vasco, Zacarías de Vizcarra, que residirá en el país americano un cuarto de siglo, convirtiéndose en un hombre influyente en el ambiente nacionalista argentino.

El término Latinoamérica, potenciado por unas elites criollas, busca distanciarse de su origen y dar un sentido a su identidad patriótica

Intelectuales en defensa de la Hispanidad

La semilla de la Hispanidad encontró suelo abonado en España, configurándose en los años cuarenta el Instituto de Cultura Hispánica (ICH). El ICH tuvo entre sus objetivos estrechar relaciones con los países hispanoamericanos a través de múltiples actividades culturales. Los instrumentos concretos fueron la actividad editorial de libros y revistas especializadas, la cátedra «Ramiro de Maeztu» en la Universidad Central de Madrid, el Colegio Mayor «Hernán Cortés» en Salamanca, la entrega de premios a libros, revistas y películas de temática hispánica, y un programa de becas de viajes, para traer a España a intelectuales de prestigio, de línea hispanista, con preferencia profesores de universidad y miembros conocidos de la prensa escrita.

Aquellos intelectuales hispanoamericanos procedían de asociaciones católicas estudiantiles, donde los jesuitas, principalmente, habían incentivado un hispanismo confesional que había calado en el espíritu nacionalista y anti-anglosajón de muchos de ellos. Los intelectuales hispanoamericanos que colaboraron de forma activa en fraguar aquel puente cultural, fueron entre los más representativos el peruano Víctor Andrés Belaunde, el argentino Juan Carlos Goyeneche, hijo del alcalde bonaerense que recibió a Ramiro de Maeztu como embajador de España, los chilenos Jaime Eyzaguirre y P. Osvaldo Lira, o el nicaragüense Pablo Antonio Cuadra. Este último, un poeta de vanguardia, vinculado al nacionalismo de Augusto Sandino y contrario a la dictadura de la familia Somoza. Su visión hispánica se oponía al naciente populismo indigenista, pero también al hispanismo racial criollo, semejante al colonialismo británico de raíz biopolítica, y defenderá una identidad mestiza, como elemento de resistencia cultural ante la hegemonía cultural mostrada por los EEUU.

En la actualidad, España ha perdido su protagonismo político internacional en su mundo, aunque los países hispanoamericanos ven las consecuencias positivas de un proceso de unión, similar a la Unión Europea o la Liga Árabe. No obstante, también hay que tener en cuenta el aumento creciente del hispanismo en los propios Estados Unidos. De los 285 millones de habitantes que tiene EEUU, los hispanos son 62 millones, el 70 % nacidos ya en el país, y el 62 % de ellos de origen mexicano. Los estados con mayor presencia son California con un 32,4 %, Arizona con un 25,3 %, Texas con un 32 %, Illinois con un 12,3 %, Nueva York con un 15 % y Florida con un 16,8 %. El despertar hispano proviene de la concienciación de la primera y segunda generación de nacidos en los EEUU, que, con unos índices altos de formación, están proporcionando las elites intelectuales necesarias para reconducir al gigante dormido. La recuperación histórica de la presencia española en América del Norte, forma parte de la lucha de los hispanos estadounidenses como ciudadanos en igualdad de condiciones a los wasp sajones.

Los pequeños territorios polinesios como Micronesia o Guam, reivindican y guardan celosamente su cultura hispana propia

Otro aspecto en tener en cuenta, es el papel que pueden adquirir los hispanos de otros continentes, como intermediarios económicos. La pequeña Guinea Ecuatorial defiende su identidad hispana única en África, aunque formando alianza con los países lusoparlantes, con mayor protagonismo en el continente. En cuanto a Filipinas, donde la presencia del español es marginal, la lucha por su supervivencia y su identidad católica va unida al papel de intermediario entre el mundo chino y el mercado hispanoamericano. Incluso en el momento actual, los pequeños territorios polinesios como Micronesia o Guam, reivindican y guardan celosamente su cultura hispana propia que le une, sin renunciar a su identidad, a un mundo cultural de enormes posibilidades para el futuro. La iberofonía como espacio de desarrollo, entre los países que comparten un pasado con España y Portugal, puede configurar el nacimiento de un nuevo protagonista internacional, como defiende el politólogo Frigdiano Álvaro Durántez.

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