Fundado en 1910
Manuel Godoy retratado como vencedor de la guerra de las Naranjas, por Goya. 1801

Manuel Godoy retratado como vencedor de la guerra de las Naranjas, por Goya. 1801

¿Fue Manuel Godoy un «choricero» y amante de la reina o un ministro ilustrado?

Desde su caída en desgracia, los escritos sobre Godoy han transmitido una doble imagen sobre el personaje, pero la negativa triunfó, sin duda alguna, sobre la positiva

Mesonero Romanos recordaba cómo el 19 de marzo de 1808 la muchedumbre madrileña vociferaba: «¡Muerte al Choricero!». Mesonero, aún niño, no entendía por qué la gente pedía a gritos el ajusticiamiento de su charcutero. Sus padres le explicaron que las amenazas se dirigían al Príncipe de Paz (o de las Tinieblas, según su padre), Manuel Godoy. Desde su caída en desgracia ese mismo día, los escritos sobre Godoy han transmitido una doble imagen sobre el personaje, pero la negativa triunfó, sin duda alguna, sobre la positiva.

Perteneciente a una familia hidalga de Extremadura, Godoy inició su carrera en la corte como guardia de corps. Como en toda biografía, el azar jugó su papel y, a sus encantos personales, este joven sumó la fortuna de compartir espacio con los monarcas Carlos IV y María Luisa de Parma. Su forma de ser provocó que su relación profesional con los reyes derivase en relación personal.

Su confianza fue tal que Carlos IV, hastiado de la ineficacia y de las pugnas entre sus dos gobernantes predilectos (Aranda y Floridablanca), optó por ofrecer el puesto a Godoy. Comenzaba así su primera etapa de gobierno (1792-1798) con el objetivo explícito de evitar un contagio revolucionario de Francia y de relanzar el proyecto ilustrado que había caracterizado al reinado de Carlos III.

Ilustración, reforzamiento de la monarquía y alianza (o paz) con Francia, fueron los puntos principales de su política. Para lo primero llevó a cabo una serie de reformas que iban desde la modernización agrícola hasta las mejoras en medicina, botánica o química. Se fomentaron las expediciones científicas, entre las que destacaría la conocida expedición Balmis. Se potenció la educación y se crearon los primeros colectivos profesionales de ingenieros. No menos importante fueron sus medidas en el ámbito de la cultura. España, con Godoy, mantenía y potenciaba su adscripción a la Ilustración europea.

Retrato de Manuel de Godoy (1792) por Francisco Bayeu

Retrato de Manuel de Godoy (1792) por Francisco Bayeu

Sin embargo, no pudo evitar que, tras el ajusticiamiento de Luis XVI en 1793, estallase la guerra contra la Francia de la Convención, concluida dos años después con la Paz de Basilea. Los reyes, como recompensa, le concedieron el título de Príncipe de la Paz. Esta contienda dirigió la atención de Godoy hacia el Ejército, clave para obtener el objetivo de fortalecimiento de la autoridad real. En su segunda etapa de gobierno (1801-1808), Godoy recibió un poder prácticamente absoluto, razón por la que se le ha comparado con los validos de los Austrias del siglo XVII, aunque se prefiera el sobrenombre de «el Favorito».

Con el empleo de generalísimo se encaminó a Portugal, aliada de Inglaterra, donde conquistó Olivenza. Godoy estaba ya situado por encima de cualquier otra autoridad, sólo sometido a las órdenes del rey. En estos años continuó su política modernizadora, de la que se benefició especialmente el Ejército.

Rodeado de los generales más ilustrados, promulgó nuevas ordenanzas y reglamentos que trataban de mejorar, especialmente, la educación e instrucción de los militares. La exquisitez alcanzada por las academias de Artillería e Ingenieros o la creación del Real Instituto Militar Pestalozziano son ejemplos de esas reformas ilustradas de Godoy.

Su poder, prácticamente ilimitado, así como su cercanía a los reyes, empezó a generar recelos en diferentes esferas de la sociedad española. La vieja y alta nobleza no podía tolerar que un advenedizo hubiese alcanzado tales cotas de poder. La Iglesia, sometida a la autoridad real, se opuso a él por la política desamortizadora que inició contra sus propiedades. El Príncipe de Asturias, futuro Fernando VII, llegó a sospechar de las intenciones de sus padres de traspasar la corona a Godoy, por lo que se unió a esa campaña de acoso y derribo. Finalmente, el pueblo, cada vez más molesto por las crisis de los primeros años del siglo XIX y mediatizado por todos estos sectores, convirtió al ya conocido como «Choricero» en chivo expiatorio de todos sus males.

Caída y prisión del príncipe de la Paz: 19 de marzo en Aranjuez

Caída y prisión del príncipe de la Paz: 19 de marzo en Aranjuez

La realidad es que Godoy trató de actuar como un hombre de Estado, modernizando e ilustrando a su país. Pero esto no quería decir que lo hiciese desinteresadamente: aprovechó su ventajosa situación al lado de los reyes para amasar una fortuna inmensa que, además, no dudó en emplear de forma ostentosa y estrafalaria. Su ambición le llevó, incluso, a negociar con Napoleón la posesión de una parte de la Península Ibérica.

¿Cómo había llegado este hidalgo extremeño a esa posición? La respuesta estaba clara: Godoy era el amante de la reina. No obstante, su biógrafo, Emilio La Parra, no ha encontrado ninguna evidencia documental que pruebe esta relación. Se trató de un bulo que caló hondamente entre la sociedad española y que se ha mantenido durante dos siglos. Manuel Godoy, el personaje más poderoso de la España de Carlos IV, terminó sus días en el exilio, odiado por muchos, pero con la amistad de ambos monarcas (y no sólo de María Luisa), quienes siempre vieron en él al máximo valedor de su trono.

comentarios
tracking