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Los buques británicos Resolution y Adventure, en la bahía de Matavay (Tahití)- 1776. Segunda expedición de James Cook

Los buques británicos Resolution y Adventure, en la bahía de Matavay (Tahití)- 1776. Segunda expedición de James Cook

Cuando la Corona española conquistó Tahití antes que James Cook

Los famosos viajes del marino inglés James Cook fueron contestados por el virrey del Perú Manuel Amat, quien armó tres expediciones a la Polinesia Francesa

La Monarquía hispánica controló el océano Pacífico durante los siglos XVI y XVII, logrando que sea conocido con el sobrenombre de «Lago Español». Un periodo en el que fue intensamente explorado por los españoles y se mantuvo lejos de las pretensiones de otras coronas. Sin embargo, el apetito de las potencias imperiales europeas cambió en el siglo XVIII gracias al desarrollo de tecnología, avances científicos, mejoras sanitarias y una contienda bélica que sirvió como punto de inflexión.

En el contexto de la Guerra de los Siete Años (1756-63), una desprevenida Manila cae en manos del enemigo inglés en 1762 y con ella los secretos del gran océano. El escocés Alexander Dalrymple, subgobernador interino de Manila durante la ocupación, fue directo al agustino convento de San Pablo, cuya biblioteca custodiaba toda la información del Pacífico recopilada durante dos siglos por los españoles (viajes, descubrimientos, etc.), entre ellos los informes de Australia del Espíritu Santo (1606) de Pedro Fernández de Quirós.

La Paz de París (1763) produjo una carrera por el océano Pacífico, como refleja que Francia e Inglaterra se establecen en las islas Malvinas, puerta de entrada al gran océano. Los primeros crean Fort Saint Louis en 1764, los segundos un asentamiento en Port Egmont en 1765. El aliado francés es persuadido diplomáticamente a entregar el fuerte, lo que hará en 1767, pasando a depender de Buenos Aires. El enemigo inglés requiere el envío de una escuadra desde el apostadero de Montevideo, que evacua a los colonos británicos en 1770.

A pesar de que se evitó un asentamiento de una potencia, aliada o rival, en el cono sur, ello no impedirá que franceses y británicos frecuenten el gran océano, como demuestran las circunnavegaciones de Bougainville (1766-69) y Wallis (1766-68). Este último sirvió de preámbulo de un viaje más ambicioso capitaneado por James Cook, quien estudió con detenimiento The Manila papers, la documentación española recopilada por Dalrymple durante la ocupación de la capital filipina.

El primer viaje de Cook (1768-71) tuvo objetivos políticos (secretos) y científicos (públicos). Por un lado, tenía orden de reconocer en profundidad el Pacífico sur, especialmente comprobar la existencia de un continente austral, lo que hizo cartografiando Nueva Zelanda y la costa oriental de Australia. Por otro lado, además de reconocer la fauna y la flora, debía observar el fenómeno astronómico del Tránsito de Venus de 1769 en Tahití, gracias a las coordenadas recogidas por Wallis.

Las noticias del viaje de Cook tuvieron una gran repercusión en la corte de Madrid. Julián de Arriaga, secretario de Marina e Indias (1754-76) enviará una Real Orden en 1769 a Manuel Amat, virrey del Perú (1761-76), para que armase una expedición (Felipe González de Haedo, 1770-71) de reconocimiento a las islas próximas al continente americano, isla de Pascua y Chiloé.

Manuel de Amat

Manuel de Amat

Tras descartar la presencia británica, y con esta experiencia expedicionaria, el virrey Amat dispuso un plan mucho más ambicioso, integrar la isla usada por Cook como centro de observación astronómica a la esfera de influencia de la Corona española. Este concepto de geopolítica implica asumir el dominio indirecto en exclusiva de un territorio, habitualmente mediante el poder blando (economía, cultura, etc.).

El virrey Amat despacha tres expediciones a Tahití, o como recogen sus instrucciones «Otagenti (por sus naturales…)». En la primera (Domingo de Bonechea, 1772-3) se reconocerá la isla (terreno, naturales y costumbres), fijará su ubicación exacta y se renombrará, en honor del virrey, como Isla de Amat.

La segunda expedición (Domingo de Bonechea, 1774-5) tenía como principio que «con la posesión efectiva lograr que ninguna otra nación extranjera se apodere de ella», por lo que integraron en la expedición dos misioneros franciscanos y un intérprete peruano (Máximo Rodríguez). La expedición fue considerada un éxito, ya que logró sus objetivos, los frailes construyeron sus casa-misión y los gobernantes de la isla, mediante las Capitulaciones de Tautira, reconocieron la soberanía de la Corona española.

La tercera expedición (Cayetano de Lángara, 1775-6) tenía instrucción de defender los derechos de la Corona española sobre la isla, ya habían llegado noticias a Lima del segundo viaje de Cook (1772-5). A pesar de que no se encontraron con Cook, la situación no era la esperada, los frailes deseaban abandonar la isla. Embarcaron los frailes y el intérprete de vuelta a Lima, poniendo fin a la influencia española en Tahití. Su principal valedor, el virrey Amat, fue relevado de su puesto unos meses después y desde la secretaría de Marina e Indias hacía tiempo que no veía la viabilidad el proyecto: la isla se encontraba a más de un mes de navegación.

En el siglo XXI apenas queda rastro en Tahití de este capítulo de la historia. No es el caso de los archivos españoles, valgan como ejemplos el plano y perspectiva del puerto, realizado por Juan Hervé, que se encuentra en el Archivo General de la Armada o el manuscrito del diccionario español-tahitiano que conserva el Archivo General de Indias. Sin embargo, hace doscientos cincuenta años sí que dejaron huella en los Mares del Sur.

James Cook visitó la isla en su tercer viaje (1776-9) donde, además de elogiar y proveerse de cerdos de «raza española», dejó escrito que «cualquiera que fuera la intención de los españoles al visitar esta isla parece que han hecho grandes esfuerzos en congraciarse con sus habitantes, quienes siempre les mencionaba con las mayores expresiones de estima y veneración…».

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