Examen de conciencia
Hay un dicho africano que ha dejado de tener sentido. «Una gacela, para salvarse del ataque de un león, no tiene que correr más que el león. Tiene que correr más que las otras gacelas»
Creo que la frase es mía, pero no estoy seguro del todo. «El que sabe algo de casi todo, no sabe mucho de casi nada». Hablábamos una tarde de campos y animales. Yo, recién llegado de Sudáfrica, hablé algo de casi todos los animales africanos y mis compañeros de tertulia, con mucha educación, me dijeron que no sabía mucho de ningún animal en concreto. En el fondo, mis palabras reunían lo poco que había registrado mi mente de la larga conversación que había mantenido con un guarda de Sabi-Sabi, una reserva colindante con el parque Kruger, maravilla de la naturaleza que sirve de frontera entre África del Sur y Mozambique. Mi interlocutor era un tipo desconcertante de origen holandés, de los temidos «afrikáneres», mucho más inflexible en la colonización y el «Apartheid» de África del Sur que los británicos. Me dijo algo terrible. Muchas noches pienso en aquello y no puedo conciliar el sueño, pero la costumbre había insensibilizado su capacidad de soportar el horror. «Los leones no son tontos. Ya no persiguen a los impalas y otras gacelas para cazar y alimentarse. Lo hacen con mozambiqueños, que son presas mucho más sencillas».
Éramos seis los españoles que tomábamos la copa con el guarda «boer» en el bar de Sabi-Sabi, a muy pocos kilómetros del escenario de las tragedias. Desde que Mozambique se independizó de Portugal, como Angola, sus antiguas colonias habían empobrecido, y la enemistad ancestral entre los miembros de sus diferentes tribus, se agudizaron. Gobernaron los comunistas, y Mozambique probó la amarga experiencia de la tiranía de izquierdas. Sus pateras eran sus pies. Su país vecino, Sudáfrica, a pesar del inhumano régimen racista, era la nación más rica de África. Y todos los días, centenares de mozambiqueños sin esperanza intentaban atravesar la frontera por el parque Kruger. «Como ustedes comprenderán, los leones y las hienas y los licaones —perros salvajes—, no tienen que hacer esfuerzo alguno para cazar seres humanos. De diez ataques a una gacela, en ocho de ellos se escapa la gacela. De diez ataques a un humano, los diez cumplen con su objetivo». Los españoles nos mirábamos consternados. «Aquí la vida es muy dura, y el ciclo vital lo culminan los buitres». Ni un ápice de emoción en sus palabras. Hoy, a pesar del aumento de guardas sudafricanos y mozambiqueños, todas las noches son atacados y devorados una decena de mozambiqueños que buscan su futuro en África del Sur. No invaden para imponer sus costumbres. Invaden para comer. Carecen del apoyo de las organizaciones mafiosas de negreros que se enriquecen llenando pateras inservibles de desesperados y embarcaciones resistentes de camuflados soldados del islam. Italia y España son sus objetivos principales. En Italia, desde que gobierna la señora Meloni, el flujo ha descendido en un 58%. En España, la situación es insostenible. Existen navieras de negreros cuyos barcos atracan en nuestros puertos con plena tranquilidad. Y se conocen los nombres de las organizaciones, y sus armadores, y el negocio va en aumento. Sabemos algo de casi todo, pero ignoramos mucho de casi nada.
Apenas llegan pateras con mujeres y niños. Lo que desembarca ilegalmente en España son partidas de hombres fuertes, bien alimentados y dispuestos a todo. Y Europa, como siempre, sólo mira hacia donde dirige su mirada la corrupción —más que comisión—, que preside la intocable señora Von der Leyen y su cohorte de comisarios.
Hay un dicho africano que ha dejado de tener sentido. «Una gacela, para salvarse del ataque de un león, no tiene que correr más que el león. Tiene que correr más que las otras gacelas». Ya no tienen que correr más que sus compañeras de grupo. Les basta y sobra con mirar, desde prudente distancia, como los leones atacan a los mozambiqueños que intentan llegar a Sudáfrica a atravesando esa maravilla natural y turística del parque Kruger.
Tenía ganas de contarlo. Lo he dejado hasta hoy. Y hoy está sucediendo.