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Ocupación china del Tíbet

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Las seis disputas terrestres en las que China choca con sus vecinos

Al margen de la ocupación del Tíbet, las pretensiones territoriales de Pekín le hacen estar en conflicto con la India, Nepal, Bután, Laos, Mongolia y Birmania

Desde tiempos inmemoriales, las fronteras de China han sido difusas. Se debe, en parte, a que una concepción antigua y arraigada consideraba parte de China a la totalidad del «espacio bajo el Cielo».

A lo largo de los siglos ha ido rebajando esa pretensión. Sin embargo, China tiene claro que para convertirse en primera potencia mundial implica controlar hasta el último centímetro de territorio al que cree tener derecho.

Algunas reclamaciones son por interés estratégico. Otras, por puro prestigio. En cualquier caso, no cede ni un ápice y mantiene vivos seis conflictos. La lista no es exhaustiva.

Con India. Pekín y Nueva Delhi pugnan por la región de Aksai Shin, inmenso desierto de sal, cuyo territorio está atravesado por una estratégica autopista, motivo de la guerra de 1962 entre ambos países. De momento, Pekín controla el territorio. Las últimas escaramuzas tuvieron lugar en junio de 2020.

Con Nepal. China mantiene una larga disputa sobre partes de Nepal que considera parte integrante de Tíbet. Aplicando esa doctrina, en junio de 2020, China anexionó la aldea nepalí de Rui.

Con Bután. También afirma poseer una gran parte del este de Bután, incluyendo zonas como Cherkip Gompa, Dho, Dungmar y Gesur. El 5 de julio de 2020, China admitió, por primera vez desde 1986, un conflicto fronterizo con Bután.

Con Laos. Las autoridades de Pekín reclaman gran parte del territorio del país asiático basándose en que pertenecían a la dinastía Yuan, que reinó en China entre 1271 y 1368.

Con Mongolia. Mongolia Interior, una región autónoma dentro de Mongolia, también ha estado involucrada en una disputa territorial con China: el último incidente fronterizo entre ambas partes tuvo lugar en 2015.

Con Birmania. China y Birmania comparten una frontera de 2.185 km, fruto de un acuerdo de 1960. Sin embargo, en la primavera de 2020, Birmania acusó a China de crear problemas en la frontera y de instigar a grupos terroristas

Es más que probable que Pekín no reactive ninguno de estos conflictos mientras dure la crisis desatada hace tres semanas con Taiwán. Nada tiene que ganar con una simultaneidad de conflictos. Por razones de estrategia y de imagen. Pero los manejará a su antojo con un aumento y bajada de tensiones perfectamente orquestado al filo de sus intereses.

Desde 2015 hasta la fecha ha iniciado todas las escaramuzas fronterizas. Nada le privará de seguir haciéndolo. Por ejemplo, con la India: el reciente estrechamiento de relaciones -principalmente energéticas- entre Nueva Delhi y Moscú, aliado de Pekín, a cuenta de la Guerra de Ucrania no será impedimento alguno en tensar la cuerda con el Gobierno indio.

Xi Jinping sabe que la fuerza está de su lado. Y sabe medirla.

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