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Zoé Valdés
AnálisisZoé ValdésEl Debate en América

Cuba ya no aguanta más

La gente no soporta ni un colapso más del sistema eléctrico, están hartos, pero al mismo tiempo exhaustos

Actualizada 04:30

Una mujer atiende en una tienda de La Habana durante el apagón

Una mujer atiende en una tienda de La Habana durante el apagónErnesto Mastrascusa

Desde hace más de tres días Cuba es como un colgalejo navideño después de las fiestas, en medio del océano, cuando las lucecitas pestañean y agonizan por partes. Durante mucho más de setenta y dos horas la isla quedó completamente a oscuras de una punta a la otra. El calor y los mosquitos empezaron a dar cuenta del desgaste, los niños reclamaron llorosos y hambrientos por los alimentos que se echaron a perder dentro de las neveras y frigidaires apagados. Niños y ancianos desvanecidos y vencidos por el hambre, hospitales paralizados con enfermos ingresados, reportados de graves.

El títere Miguel Díaz-Canel Bermúdez siguió mal gobernando desde X. «Las termoeléctricas no funcionan, trabajamos en ello», afirmó quien no ha doblado el lomo ni una vez en su vida. ¿Y, qué hicieron con los millones que les regalaron los rusos para la reparación y reconstrucción de termoeléctricas en el 2015? ¿Qué han hecho en más de sesenta y cinco años de comunismo? Es obvio que nada positivo, sólo robar, burlarse de todo un pueblo, matarlo de hambre.

Los diez millones de cubanos (la población ha descendido de 11 millones a 10) sometida bajo una oscuridad total, y sin ninguna explicación convincente o esperanzadora. La gente no soporta ni un colapso más del sistema eléctrico, están hartos, pero al mismo tiempo exhaustos.

Los cubanos se aventuran a caminar por las calles oscuras en medio del apagón

Los cubanos se aventuran a caminar por las calles oscuras en medio del apagónErnesto Mastrascusa / efe

Camila Acosta, periodista y escritora, cuenta desde La Habana: «Nosotros en nuestra zona estamos sin corriente desde el viernes a las once de la mañana, es decir, desde que ocurrió el primer colapso, los que peores estamos… Aquí son las 8 y 45, a las 11 voy para setenta y dos horas ya sin corriente, podrás imaginar, esto es para volverse loco… Lo bueno, yo fui el sábado… tenía unos cargadores portables y con eso fui cargando el teléfono, la lámpara, pero ya todo se descargó…

Acosta dice tener la suerte de contar con «un freezer y un refrigerador, casi no los he abierto, pero ya la parte de abajo del refrigerador perdió toda la frialdad, tuve que sacar hasta los huevos para que no se echaran a perder. Y si sigo así, ya más tarde tendré que sacar los alimentos del refrigerador y el congelador y llevarlos para casa de un amigo para guardarlos porque se me echarán a perder…»

El huracán Milton que acaba de impactar la isla, no es del todo una desgracia para Acosta: «En estos días, por el tema del ciclón ha hecho buen aire, incluso ha llovido por las madrugadas, y eso ha refrescado la temperatura porque imagínate dormir así, con el calor también… Yo el otro día, el sábado, me cansé y subí para la azotea y empecé a sonar el caldero, pero la gente está calladita»

La falta de bombonas de gas ha impedido calentar la comida desde hace ya 15 días

«En algunos lugares sí se han armado caceroladas; quizás en mi zona no porque no es una zona candente. Me acompañó uno sólo si acaso, después al rato sentí por la otra cuadra a otro sonando un caldero y así. Ayer me avisó la vecina, oye, ¿no sientes los calderos? Cuando salí sentí dos o tres cacerolazos, dos o tres gentes como a dos cuadras, pero ya. La gente está calladita, la gente tiene miedo» apunta la periodista.

El Capitolio de La Habana es parcialmente iluminado por un coche durante el apagón

El Capitolio de La Habana es parcialmente iluminado por un coche durante el apagónErnesto Mastrascusa / EFE

Acosta detalló que en algunos lugares «la gente estaba haciendo una caldosa en la acera porque estaban también sin corriente, pero ya ayer se la pusieron. Pero aquí nada de nada, no sé, estoy decepcionada, ayer sentí los cacerolazos, y me dije no voy a tocar nada, porque al final la gente aguanta».

La periodista compartió las calamidades que viven los cubanos en otras parte de la isla: «Por ejemplo, en Guanajay, esa gente ya están que no tienen casi comida porque a todo el mundo se le echaron a perder las cosas; han tenido que cocinar con leña, porque ni gas tienen. En Oriente, en Guantánamo la gente está cocinando con leña. Me cuentan que hicieron una feria del Estado para vender leña y plátanos cambute, y la gente estaba hirviendo con leña el plátano para comer. Eso era lo que estaban comiendo ahí en Guantánamo…»

«Una catástrofe anunciada»

Desde Santa Clara algunos familiares me escriben: «Los niños hambrientos no paran de llorar, en una casa vecina desmayos, no hay forma de cargar los teléfonos, salvo cuando alguien llega de otro lugar, y podemos enviar mensajes… Además, hay gente que ni teléfonos tiene, y el internet lo tumban para que no se arma el barullo… Ya no se aguanta más…»

Mujeres cubanas protestan contra el apagón y la pérdida de alimentos por la falta de electricidad

Mujeres cubanas protestan contra el apagón y la pérdida de alimentos por la falta de electricidadYamil Lage / AFP

Para el doctor Eduardo Cardet, líder del Movimiento Cristiano Liberación, «el régimen totalitario cubano es la única y verdadera causa de la catástrofe que impera en nuestra nación..»

«Lo que está sucediendo en Cuba es una catástrofe anunciada, donde el pueblo intenta sobrevivir en condiciones extremadamente difíciles; sin electricidad, sin transporte, sin comunicaciones, sin alimentos que sean accesibles para la mayoría, sin agua potable, bajo el azote de una epidemia de dengue y oropouche que está fuera de control, sin medicamentos para tratar la mayoría de las enfermedades. Una situación caótica, inestable, de inseguridad total» detalló Cardet.

Frente a la situación tan grave al presidentico monigote del régimen sólo se le ocurre salir a echar un discurso, a manotear vestido de militar, suelta amenazas y enerva todavía más a la población. Al mismo tiempo empezaron ya a llover las ayudas y los millones desde México, ayudas que se embolsillarán los barrigones del régimen, como es habitual.

Díaz-Canel ha hecho un llamado a que el exilio ayude y compre paneles solares a sus familiares; después de cansarse de denigrar e insultar al exilio, al final siempre nos necesitan. Seguramente algún negocio habrá detrás de eso, y no dudo que los tontos del bote de toda la vida empezarán a enviar paneles solares que serán confiscados y como siempre revendidos en las tiendas en divisas. Todo así…

No ha habido final más profético de una novela como aquel de Guillermo Cabera Infante: «Ya no se puede más».

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