Refugios
Descubre si el garaje de tu coche puede servir de búnker en caso de guerra
La construcción de un bunker blindado NBQ por empresas especializadas supera los 60.000 euros
La invasión de Ucrania por parte de Rusia nos ha despertado de décadas de tranquilidad bélica. Putin ha traído la guerra hasta el corazón de Europa, algo que no recordábamos desde el conflicto de la antigua Yugoslavia.
Tras años de tranquilidad ahora sabemos que Rusia cuenta con uno misiles hipersónicos prácticamente indetectables que pueden llegar hasta la misma puerta de nuestra casa. O que un carro de combate puede echar abajo un edificio de apartamentos disparando sobre sus pilares.
Con un conflicto de estas características a menos de 3 horas de vuelo en un avión comercial, no es extraño pensar en dónde nos refugiaríamos en caso de guerra.
Muerte por aplastamiento
Lógicamente siempre pensamos en ‘escondernos’ bajo tierra, pero ojo hay que distinguir entre refugios y madrigueras. El primero ofrece protección, mientras que el segundo supone una sentencia a muerte por aplastamiento o algo peor…
Es por ello que cuando pensamos en nuestro garaje debemos distinguir entre un garaje individual tal y como lo conocemos o uno comunitario.
Para que te hagas una idea, los primeros búnkeres con capacidad para soportar impactos de bombas nacieron en la I Guerra Mundial, en los años 30. Entonces se construían con muros de hormigón de ¡3,5 metros! de grosor para soportar bombas de 1,5 toneladas. Construcciones prácticamente indestructibles que se usaron incluso durante la II Guerra Mundial.
No fue hasta la Guerra Fría de los años 80 cuando en occidente tomamos conciencia de la necesidad de protegernos. Entonces proliferaron los búnker en los bajos de instalaciones públicas, aparcamientos de edificios e incluso viviendas particulares. Muchos de ellos de la mano de los ‘preppers’, algo así como los ‘preparacionistas’ que se preparaban para el fin del mundo.
En los 2000 los refugios de este tipo prácticamente desaparecieron de nuestro pensamiento, con una cultura occidental que pensábamos alejada de cualquier posibilidad de conflicto bélico.
Hoy vuelven a estar más de actualidad que nunca, y las empresas especializadas en su construcción no dan abasto, levantando estructuras NBQ (Nuclear, Biological, Quimical) que nos pueden proteger además de pandemias, ataques químicos y por su puesto convencionales y nucleares.
En el caso de una vivienda individual o adosada puedes dar por hecho que el garaje no está preparado para soportar los impactos ni siquiera de las bombas. La estructura mínima de un búnker debe contar con paredes suelo y techo de 30 centímetros de hormigón armado. Es decir hormigón que cuenta en su interior con varillas metálicas de un diseño especial que ofrece resistencia y cierta flexibilidad. Por lo cual es mejor desechar la idea de refugiarte en tu propio garaje salvo que hables con una empresa especializada en la bunkerización. Algo costoso y que lleva su tiempo.
Los garajes de los edificios comunitarios sí son mucho más resistentes en su construcción, no tanto como los túneles del metro eso sí. Normalmente cumplen al tener estructuras de muros gruesos de hormigón armado, con lo que pueden soportar bombas poderosas. Pero el problema es que es difícil que contemos con la infraestructura mínima exigible.
En caso de guerra y contando con que la seguridad en mitad de la calle sería nivel cero, y dentro de nuestra casa sería nivel 3, en el sótano o garaje ya estaríamos en un nivel de protección 10. Si hablamos de un búnker NBQ de última generación la seguridad es nivel 100. Supervivencia absoluta.
Para empezar, un búnker NBQ de estas características debe contar con dos accesos sellados; uno convencional con puerta acorazado y otro escondido y que no pueda ser bloqueado por escombro ni cascotes. Por supuesto con apertura exclusivamente interior. Antes de ambas puertas es importante contar con una especie de vestíbulo para limpiar el aire que puede entrar a la zona segura.
Instalación presurizada
La instalación tiene que estar presurizada para que no entre aire exterior y debemos disponer de un sistema de ventilación con filtros.
En materia de víveres debemos contar con lo necesario para permanecer 14 días encerrados, tiempo en que se supone que bajaría la radioactividad en una ataque nuclear. Almacenaremos agua a razón de dos litros por persona y día y seis kilos de alimento por persona para los 14 días.
Para ello debemos tener una labor de organización constante para disponer de una despensa interior y por supuesto verificar que los alimentos no estén caducados.
También es necesario un sistema de comunicación con el exterior por ejemplo aparatos de radioaficionado o similares. Pilas e incluso un generador autónomo son básicos. El sistema de baños para la higiene personal es necesario para evitar infecciones, por su puesto con retretes químicos.
Esta preparación supone una inversión de no menos que 60.000 euros, pero podríamos dormir moderadamente tranquilos en su interior. Hay que pensar que este tipo de construcciones pueden servir también en caso de terremoto, inundaciones o grandes catástrofes naturales.
La idea de convertir el garaje en un búnker no es nueva, en Talavera de la Reina el Hotel Beatriz dispone de un garaje refugio nuclear de 600 metros cuadrados construido en 1982, plena guerra fría. Tiene capacidad para 400 personas y soporta explosiones de 10 kilotones, similar a la bomba de Hiroshima.