Faltas graves
El motivo desconocido por el que están mandando muchos coches al desguace en la ITV
La actualización del manual de procedimiento de la ITV el año pasado está provocando una verdadera escabechina entre los coches con más años
La prueba de emisiones de gases se ha convertido en el auténtico ‘coco’ en las ITV. A raíz del nuevo protocolo de Inspección Técnica de Vehículos, en funcionamiento desde el 1 de junio de 2021, las pruebas se han endurecido aún más.
Si hace poco dábamos cuenta de lo que los técnicos de la ITV controlan con minuciosidad en el interior de los vehículos, ahora conviene saber cómo ha evolucionado la prueba de humos y gases, un test que está provocando miles de suspensos que acaban por llevar el coche al desguace, pues las reparaciones de este tipo de problemas suelen superar los miles de euros, lo que no compensa en este tipo de coches.
Reparaciones costosas
En la prueba de humos se introduce una sonda en el escape del coche que arroja unos valores tanto al ralentí como cuando el técnico da hasta tres acelerones a fondo.
Aquí llega el problema, en los baremos de emisiones. Si el coche en cuestión no dispone de una cifra máxima de emisiones, un dato que aporta el fabricante del coche en algunas ocasiones, se aplica una tabla genérica de emisiones que es bastante más laxa en sus valores que los de homologación de la marca. De tal forma que si el coche cumple esos valores pasa la ITV sin problemas.
Valores estrictos
Otra cosa ocurre cuando el fabricante ha facilitado estos valores máximos de emisiones para un determinado modelo. En este caso, si el coche no los cumple, será suspendido con una falta grave, lo que significa que es necesario repararlo y volver a pasar la prueba, sin posibilidad de circular mientras tanto.
El problema es que esta reparación en ocasiones supone cambiar la inyección del coche o el catalizador, operaciones de taller difíciles de justificar en coches tan antiguos.
Actualmente el manual de procedimiento especifica como límites genéricos que el máximo de CO es de 0,5 % de volumen en los vehículos anteriores a 2002 y de 0,3 % en los posteriores, en ambos casos al ralentí.
La paradoja es que esta normativa permite seguir circulando a coches con emisiones superiores que otros en los que pese a ser inferiores no coinciden con las facilitadas por el fabricante. Esto ocurre tanto en los motores diésel como en gasolina.
A este hecho hay que añadir que a todos los coches que cumplen la Euro V se les realiza la conexión a la centralita mediante el puerto OBD para obtener los datos reales de emisiones y consumo, que queda almacenado en la ficha del automóvil. Durante la prueba se verifica también que no haya perdidas de humo a lo largo del escape.