Práctico
Un matemático explica por qué no merece la pena viajar a 140 kilómetros/hora
Con los números en la mano no cabe la menor duda, superar los límites de velocidad y jugarse una buena multa no se justifica en estos casos
Afortunadamente la sociedad española ha dado una lección de madurez en carretera y demuestra que cada vez se corre menos. Basta ir por cualquier autopista para darse cuenta de que ahora apenas te adelantan coches a toda velocidad, cuando antes era algo muy habitual.
Es cierto que las multas de velocidad se disparan año tras año, pero esto es más por el aumento de la presión al que la DGT somete a los conductores, pues cada vez hay más radares y cada vez están más escondidos, en muchos casos a pillar.
Radares a pillar
En este caso lo que pillan no son verdaderos delincuentes, sino simples descuidos de conductores que se han pasado ligeramente de la velocidad máxima.
En este caso un matemático nos demuestra con los números en la mano el absurdo de correr poniendo como ejemplo lo que tardamos en recorrer un kilómetro.
¿Merece la pena correr?
Es cierto que si vamos a una velocidad moderada, 60 km/h y pasamos al doble 120 km/h, tardaremos casi la mitad en recorrer ese kilómetro, bajando del minuto que tardamos a 60 a los 30 segundos que tardamos a 120.
En este caso debemos tener en cuenta que si el límite son 60 km/h y nos pillan a 120 km/h nos llevaremos a casa una sanción de 400 euros y 4 puntos menos del carnet de conducir.
Un posible delito
También debemos valorar que estamos a un paso de entrar en el terreno del delito, donde tendríamos que hacer frente a un juicio por exceso de velocidad.
El matemático sigue explicando que si en una autopista de 120 km/h circulamos a 140 km/h la ganancia en tiempo roza el ridículo, pues hablamos de 4 segundos por kilómetro y nos enfrentamos a una multa de 100 euros sin retirada de puntos del carnet.
En este caso no llegaríamos a ganar ni 7 minutos si circulamos a 140 por una autopista de 120 km/h durante 100 kilómetros, con el peligro que ello supone y la atención constante que requiere del conductor.