Luigi, cardenal De Magistris (1926-2022)
El penitenciario de San Juan Pablo II
Fue, durante el pontificado del Papa polaco, una de las máximas autoridades judiciales de la Santa Sede
Luigi de Magistris dei Conti di Castella e Belvedere
Ordenado sacerdote, fue nombrado Prelado de Honor de Su Santidad en 1973, consagrado obispo en 1996, promovido a arzobispo en 2001 y elevado a la dignidad cardenalicia en 2015
La Penitenciaría Apostólica, según algunos el dicasterio más antiguo de la Curia romana, es uno de los tres tribunales de la Sede Apostólica, competente con jurisdicción principalmente en tres materias: la absolución de las excomuniones latae sententiae reservadas a la Santa Sede, la dispensa de impedimentos sacramentales sobre los que Roma tiene competencia exclusiva así como la emisión y gobernanza de indulgencias. Su titular, el Penitenciario Mayor, es uno de los pocos cargos curiales que permanece en su puesto en caso de sede vacante, es decir, el periodo de tiempo que transcurre entre la muerte o renuncia de un papa y la entronización de su sucesor. En general, el Penitenciario Mayor es cardenal de pleno ejercicio o es elevado a tal condición poco después de su toma de posesión.
No fue el caso de Luigi de Magistris, que ocupó el principal despacho del romano Palacio de la Cancillería entre 2001 y 2003: lo hizo con la consideración de pro-Penitenciario, al no haber sido nombrado cardenal durante su mandato. Algunos observadores atribuyeron esa interrupción de la práctica habitual a sus reservas, públicamente manifestadas, para con la canonización –oficializada en 2002– del fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer. Sin embargo, ni el más avezado de los vaticanistas ha aportado pruebas fehacientes en relación con el asunto. El aludido nunca comentó nada al respecto y supo esperar pacientemente hasta el consistorio del 14 de febrero de 2015, en el que el Papa Francisco le impuso el birrete púrpura. Ya contaba con 89 años, por lo que nunca hubiera podido participar en un hipotético cónclave.
Sea como fuere, su incorporación al colegio de cardenales significó la culminación de una brillante trayectoria eclesial que hunde sus raíces en el Pontificio Seminario Mayor de Roma, adonde llegó desde su Cagliari natal en posesión de una licenciatura literaria. Su trabajó de fin de carrera consistió en una comparativa entre el De Officis de Cicerón y el De Officis Ministrorum de Sam Ambrosio. Para entonces, ya había aflorado su vocación sacerdotal, pero su padre, Edmondo, conde y médico favorito de los pobres de Cagliari –era conocido por el apodo de «Don Mundinu»–, le había recomendado sacarse previamente una titulación civil, según refiere el historiador de la Iglesia Salvador Miranda.
La formación que siguió De Magistris en Roma fue teológica, si bien orientó su actividad inicial a los tribunales eclesiásticos, dirigiendo el de Cagliari, antes de volver a la Ciudad Eterna en 1957 para desempeñar las funciones de secretario de la Pontificia Universidad Lateranense. Su buen hacer en el vivero de las elites de la Iglesia llamó la atención del todopoderoso cardenal Alfredo Ottaviani, Prefecto del Santo Oficio –hoy Congregación para la Doctrina de la Fe– que le propuso trabajar a su lado. De allí pasó al Consejo de Asuntos Públicos de la Iglesia, antes de asentarse definitivamente, en 1979, en la Penitenciaría Apostólica, primero como regente y dos décadas después como su máximo responsable.