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obituario Karl Vaino

Jaan Künnap (Creative Commons)

Karl Vaino (1923-2022)

Dinosaurio del comunismo estonio

Típico «apparatchik» del comunismo soviético e implacable represor de la cultura estonia, era también el abuelo del actual jefe de Gabinete de Vladimir Putin

Icono Karl Vaino
Nació el 28 de mayo de 1923 en Tomsk y fue enterrado al 14 de febrero de 2022 en un memorial de guerra cercano a Moscú

Karl Genrijovich Vaino

Su muerte fue anunciada por la web de una parroquia ortodoxa que no aportó más precisiones. Vaino dedicó cuarenta años de su vida al Partido Comunista de Estonia, que encabezó entre julio de 1978 y junio de 1988.

El núcleo de asesores que rodea desde hace años a Vladimir Putin está encabezado desde 2016 por el diplomático Anton Vaino. Ha sido este diplomático de 50 años quien ha pilotado la radicalización del régimen, ya sea en su agresiva política exterior –Ucrania, sin ir más lejos– o en el plano interno, con una constante regresión de las libertades. Una cultura política que seguramente adquirió en su propia casa, pues es nieto de Karl Vaino, secretario general del Partido Comunista de Estonia entre 1978 y 1988, y prototipo del dirigente esclerotizado de la era brejneviana, reacio a cualquier apertura. Hasta aquí, nada que le distinga del resto de «dinosaurios» que por entonces poblaban las instituciones soviéticas, empezando por el Partido Comunista (PCUS).

Más su trayectoria contiene rasgos propios. Principalmente por su filiación: hijo de un comunista estonio que emigró a Rusia tras participar en la fallida invasión bolchevique del país báltico en 1919, Vaino creció en un ambiente estalinista, siendo además el ruso su lengua materna. El estonio solo lo chapurreaba. Este sería su molde político cultural hasta el final de sus días, la base de su inmenso poder político y más adelante la razón de su definitiva caída en desgracia.

Su carrera política comienza en 1947, año de su adhesión al PCUS tras obtener un diploma en una universidad de su Siberia natal y haber prestado sus servicios en empresas de ingeniería. Pronto despuntó en el Partido Comunista de Estonia, rama local del PCUS: en 1948 ya desempeñaba el cargo de secretario del Comité Regional de Tallin (capital de Estonia), ejerciendo a partir de 1953, y durante un cuarto de siglo, las mismas funciones en el Comité Central del Partido en toda Estonia. Apparatchik perfecto, totalmente sumiso a Moscú, era el candidato ideal del Kremlin para suceder a Johannes Käbin, defenestrado sin contemplaciones en el verano de 1978 tras haber mostrado leves veleidades aperturistas. Käbin había sido nombrado por el mismísimo Stalin.

Vaino, en cambio, no decepcionó a sus jefes: ni a Leonidas Brejnev, que le puso en el cargo, ni posteriormente a Yuri Andropov y a Konstantin Chernenko. En Estonia no solo aplicó fielmente las directrices procedentes de Moscú, sino que a la deficiente gestión económica –aunque los países bálticos eran ligeramente más competitivos– y a la represión política sumó una campaña de sojuzgamiento cultural conocida por el nombre de «rusificación». El acoso al idioma estonio y a cualquier manifestación cultural era constante. Él mismo contribuía pronunciando en ruso la práctica totalidad de sus discursos. Y una de las pocas veces que se dignó a hacerlo en estonio, con motivo del 350 aniversario de la Universidad de Tartu, el resultado fue calamitoso.

Su estrategia fue vana: el movimiento nacional estonio se robustecía paulatinamente y sobre todo en la Plaza Roja empezaban a soplar otros vientos. En la primavera de 1988, se produjo la inevitable escisión en el seno del Partido Comunista de Estonia entre nacionalistas y partidarios de la fidelidad inquebrantable a la Unión Soviética. Mijail Gorbachov aprovechó el episodio para deshacerse de Vaino. Éste se afinco en Moscú y nunca más volvió a pisar suelo estonio. Pocos le echaron de menos en tierras bálticas.

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