Verso suelto de la poesía contemporánea

Julia Uceda tuvo que esperar a tener la ya provecta edad de 78 años para obtener su primer galardón de alta categoría: el Premio Nacional de Poesía. Esta concesión fue el inicio de una sucesión de reconocimientos que incluyó, asimismo, el Premio de la Crítica de Poesía Castellana en 2006, el Premio de la Crítica en 2007, el Premio Andaluz de la Letras «Luis de Góngora y Argote» diez años más tarde, la condición de autora del año en Andalucía 2017, así designada por «la fuerza individual y la voz clara» de su poesía como representante de la Generación del 50 en el exilio, aunque no se marchara de España por razones políticas, el Premio Internacional de Poesía García Lorca-Ciudad de Granada en 2019; por último, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, otorgada por el Consejo de Ministros en 2021. También recibió la consideración de Hija Predilecta de Andalucía en 2005 y su nombre fue atribuido a una biblioteca pública de Sevilla, su ciudad natal y a otra de Ferrol, su ciudad de adopción.

Hasta que la lista alcanzase dimensiones apabullantes, Uceda solo podía presumir de un accésit al Premio Adonáis, edición de 1961. Sin embargo, mientras otros intelectuales difícilmente pudieran haber aguantado cuarenta años sin los tan ansiados honores, ella jamás exhibió frustración o impaciencia. Fue otra muestra de su espíritu libre e independiente que empezó a fraguarse a partir de finales de los cincuenta cuando publicó 'Mariposa en cenizas', su primer poemario.

Por entonces, su trayectoria se encaminaba preferentemente hacia el universo académico, como lo certifica su licenciatura en Filosofía y Letras cursada en la Universidad de Sevilla, así como una tesis doctoral dedicada al poeta José Luis Hidalgo, y defendida en el mismo centro. Mas en paralelo Uceda frecuentaba los círculos literarios hispalenses –allí conoció, entre otros, a Aquilino Duque–, organizando homenajes a Juan Ramón Jiménez y a Antonio Machado o participando en recitales. Sobre todo, encontró Uceda su verdadero camino al margen de los circuitos dominantes y oficialistas, aunque sin ignorar sus tendencias: sin ir más lejos, se inmiscuyó en las poesías de tipo social y analítico, pero sin encerrarse en ninguno de esos estilos.

Tampoco se encerró en Sevilla: en 1965 se trasladó en compañía de su marido, el psiquiatra Rafael Gómez Palacios, a Estados Unidos para ejercer durante ocho años la docencia en la Universidad de Michigan, antes de volver fugazmente a España y emprender otra etapa, igualmente corta, en Irlanda. El afincamiento definitivo se produjo en 1974 y tuvo Ferrol como sede. En el municipio coruñés esperó tranquilamente la oleada de premios y distinciones.