Aguerre II (1930-2024)
Mítico levantador de piedras
Llegó a alzar 22 veces en un minuto un cilindro de 100 kilos
José Antonio Lopetegui Aranguren
Levantador de piedras
Fue levantador de piedras, alcalde y próspero empresario del sector hostelero
La foto ya formaba parte del imaginario colectivo mucho antes de su fallecimiento: José Antonio Lopetegui Aranguren, uno de los mejores harrijasotzaile (levantador de piedras) de su generación, luciendo el atuendo reglamentario de su actividad, sostiene con cada brazo a una de sus hijas, Miriam e Idoia, al tiempo que exhibe unos bíceps cuyo tamaño y volumen bien pudieran aparentarse a los de la cabeza de un ser humano. A su derecha, proyectando una mirada algo intimidada por la solemnidad del momento, su vástago Julen, hoy entrenador del club londinense West Ham United, tras haberlo sido, entre otros, del Oporto, del Sevilla, del Real Madrid y de la Selección española. Pero entonces, solo un chaval que tenía como padre a una leyenda del deporte vasco.
Leyenda, sí, porque en 1962, unos años antes de aquella instantánea, Aguerre II —el I correspondía a uno de sus hermanos mayores, también harrijasotzaile— llegó a alzar 22 veces en un minuto un cilindro de 100 kilos. Dicho de otra forma: 2.200 kilos en 60 segundos. No fue su única marca para la posteridad: en su registro figuran, asimismo, hitos como las 17 alzadas con otra piedra cilíndrica de 125 kilos en un minuto, 12 alzadas con una piedra, igualmente cilíndrica, de 150 kilos en el mismo lapso, un plomo de 100 kilos 29 veces en 4 minutos y 15 segundos, así como otro plomo de 118 kilos. Su fama trascendió el territorio vasco y aún quedará alguien que recuerde su prestación, hace ya más de seis décadas, en el madrileño Circo Price.
Unos éxitos que llegaron hasta el mismísimo Francisco Franco que, a través de Vicente Gil, su médico particular y presidente de la Federación Española de Boxeo, le animó a dedicarse al deporte pugilístico. Aguerre II declinó la oferta, si bien el anterior régimen no se lo tuvo en cuenta, pues le nombró alcalde de la localidad guipuzcoana de Asteasu, en la que se afincó. Compaginó ese discreto compromiso político con una actividad empresarial centrada, en parte, en la gestión de establecimientos hosteleros dentro y fuera de España.