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HorizonteRamón Pérez-Maura

De un falangista que nunca lo fue

El 10 de mayo de 2018 el juzgado de lo contencioso administrativo Nº5 de Madrid dio la razón a los vecinos y obligó a restituir el nombre de El Algabeño. Por supuesto, Carmena no lo hizo y el Ayuntamiento recurrió. Cuando llegó a la Alcaldía, Martínez-Almeida no interrumpió el recurso

Actualizada 04:28

Esta semana hemos pasado por un elemento relevante en la lucha contra la mentira histórica que intenta imponer la izquierda española. En concreto contra la mentira que impuso –parcialmente– la anterior alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Carmena creó un comisionado para cambiar los nombres de las calles que tuvieran relación con el llamado Alzamiento Nacional y con la dictadura. Ahí, ella y este Gobierno de sectarios, se han llevado por delante todo lo posible. En el mismo espíritu del callejero madrileño, quieren suprimir el ducado de Calvo-Sotelo cuando al que fuera ministro de la Corona lo asesinaron el 13 de julio de 1936, cuatro días antes de que Franco se sublevara en Melilla. Pero, para esta gente, desde la tumba era un rebelde.

Decía que esta semana hemos tenido una restitución relevante con la restauración del nombre de los Hermanos García Noblejas en la gran avenida madrileña a la que se despojó de ese nombre para darle el de la Institución Libre de Enseñanza. No voy a insistir en un caso bien glosado en estas páginas el pasado 19 de enero por Pedro Corral (El caso García Noblejas y otras batallas del callejero). Ahora quiero recordar otro caso, especialmente patético que creo conveniente que no quede en el olvido. Es el de la calle de El Algabeño, en Parque del Conde de Orgaz de Madrid.

Carmena y su equipo decidieron que El Algabeño era un falangista asesino que murió tomando Málaga con el general Queipo de Llano. El problema es que quien murió en esa toma fue José García Carranza, falangista, sí, y de nombre artístico taurino «Algabeño Hijo». Las calles del Parque del Conde de Orgaz fueron nombradas por la familia que realizó la promoción de la urbanización, que era la de Íñigo Cavero, democristiano, opositor moderado a Franco y ministro de la UCD. Sin duda buscando un tema que no fuese controvertido, designaron muchas de ellas con nombres de toreros nacidos entre 1869 y 1884, entre los que estaba El Algabeño, José García Rodríguez, (1875-1947). El Algabeño fue el padrino de alternativa de Manuel Mejías Rapela «Papa Negro», patriarca de la dinastía Bienvenida. Su hijo, José García Carranza, fue un torero secundario, que nunca mereció una calle, ni mucho menos hubiera pedido la familia Cavero al alcalde Luis María Huete que se la otorgase el 6 de abril de 1979.

Pero con el sectarismo que caracteriza a la actual izquierda española, la comisionada para la «limpia» del callejero de Madrid designada por Carmena, Francisca Sauquillo, estableció en la documentación oficial en 2018 que, aunque la calle hubiera podido ser nombrada por el padre, como quiera que al hacer una búsqueda en Google con el término «Algabeño» salía más el hijo falangista que el padre torero, eso justificaba que se retirase el nombre de la calle. Lo que equivale a decir que si el Ayuntamiento de Bergondo, (La Coruña, 6.817 habitantes) dedicara una calle a su ilustre paisano Francisco Franco, biólogo, museólogo, divulgador científico y escritor, habría que prohibirlo porque en Google hay otro Francisco Franco que tiene más entradas que el Franco de Bergondo. Así escribe la historia esta izquierda sectaria.

Los vecinos de la calle El Algabeño –entre los que me conté durante 22 años– luchamos contra esa tropelía en los tribunales y en los medios de comunicación. Y ganamos. Lo más increíble para algunos de nosotros fue cuando el 10 de mayo de 2018 el juzgado de lo contencioso administrativo Nº5 de Madrid dio la razón a los vecinos y obligó a restituir el nombre de El Algabeño. Por supuesto, Carmena no lo hizo y el Ayuntamiento recurrió. Cuando llegó a la Alcaldía, José Luis Martínez-Almeida no interrumpió el recurso y los vecinos siguieron pagando el pleito. Finalmente, los vecinos y la Verdad ganaron en los tribunales, sin ayuda de ninguna corporación.

Esto es lo que hay.

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