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El astrolabioBieito Rubido

Las palabras y su significado

La izquierda en España, en una evidencia de escasa tolerancia e incultura notable, suele descalificar a cualquiera que no comparta sus ideas como «fascista»

Actualizada 03:35

La perversión del lenguaje es consustancial al ser humano. En nuestra propia naturaleza se encuentra ese afán de mudar el significado de una palabra para otorgarle, en ciertas ocasiones, justamente el contrario. ¡Cuántas veces escuchamos aquello de que vendrán los comunistas envueltos en los ropajes de demócratas! También esta profecía se ha cumplido. Ya los tenemos en España autocalificándose de demócratas. Ya se encargan también esos mismos de adulterar la semántica de las palabras y para consumo interno llamarle fascista a Putin. ¡No! Putin es un comunista, criado y educado en el comunismo más férreo, violento y peligroso. Ya se encarga también él de calificar a Volodímir Zelenski, joven y valiente presidente de Ucrania, como nazi, cuando todo el mundo sabe que es judío. Con qué facilidad muere la verdad en la guerra, antes incluso de que empiece la batalla. La izquierda en España, en una evidencia de escasa tolerancia e incultura notable, suele descalificar a cualquiera que no comparta sus ideas como «fascista». Forma parte de la batalla cultural que la derecha civilizada, pero acomodada, no quiere dar. Habría que explicar que el fascismo, el nazismo y el comunismo son sistemas dictatoriales y criminales. Solo uno de ellos tiene vida en estos momentos: el comunismo. En España, además, hasta ocupa sillas en el Consejo de Ministros. Solo hay dictaduras de esta ideología en el mundo. Solo invaden y matan ahora mismo los comunistas. A ver si comenzamos a llamarle a las cosas por su nombre.

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