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Cosas que pasanAlfonso Ussía

La foto del olvido

A Sánchez le gusta todo lo de los Reyes y por ello ansía ser el Rey. Pero la dinastía Sánchez Gómez no está preparada al respecto, y el hombre sufre cuando le dicen hortera, chulo de barrio y cursi de tomo y lomo

Actualizada 03:29

Los Reyes han visitado un centro de acogida de ucranianos con sus hijas, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía. Hay que agradecerle a Pedro Sánchez su generosidad por haber permitido a la Familia Real la visita a los desheredados de la nación más valiente de Europa. El problema de Sánchez con el Rey no tiene solución. Sánchez quiere ser el Rey, y el Rey, por ahora, resiste las acometidas y los desprecios de Sánchez. Cuando acuden juntos a un acto público, el Rey es ovacionado y Sánchez abucheado. Ello aumenta la inquina, la envidia y el complejo de inferioridad. El problema de Sánchez es su complejo social. Me comenta quien tan bien lo conoce, y desde sus primeros pinitos en el PSOE, que a Sánchez le resbalan los pitidos y los desafectos populares. Y que le hieren con exageración anímica las opiniones sociales. Que es un hortera, un cursi, un nuevo rico y un fracasado en su intento de introducirse en el ámbito del buen gusto. Sánchez vive en el palacio madrileño de la mítica Duquesa Cayetana, el profundo amor de Francisco de Goya. Ahí vivió Eugenia de Montijo. Se trata de un palacio feo con unos jardines grandiosos. Pero Sánchez no es de jardines. Sánchez veranea en La Marismilla de Doñana, cuyo palacio fue construido por los Duques de Tarifa y en el que en muchas ocasiones pernoctó el Rey Alfonso XIII. A Sánchez le gusta el duquesío más que a Luis Medina, tan cercano a él y tan lejano en sus obligaciones de ejemplaridad. El término «duquesío» es hallazgo semántico del mayordomo de los marqueses de Urquijo. Asistí a varias sesiones del juicio a Rafael Escobedo, principal acusado del asesinato de sus suegros. Su abogado, hasta que se hartó, era mi gran amigo José María Stampa, que me colaba en aquel espectáculo. El Fiscal era acentuadamente curioso y preguntaba cosas bastante raras. El mayordomo, culón y bastante afeminado, respondía las preguntas del Fiscal. Una de ellas, sorprendente:

–¿Se comía bien en casa de los marqueses?

Y el mayordomo respondió:

–Cuando venía invitado alguien del duquesío, se comía divinamente, pero en el día a día, una puta eme, con perdón.

Sánchez usa también el 'palacio', en este caso entrecomillado, de La Mareta, regalo del Rey Hussein de Jordania a Don Juan Carlos I, y a cuya propiedad el Rey renunció en favor del Patrimonio Nacional. Ahí falleció Doña María de las Mercedes, madre del Rey Juan Carlos, Condesa de Barcelona. Pero desde que Sánchez lo habita, los gastos se han disparado y las instalaciones han sufrido una horterización galopante. Eso sí, como en Doñana, donde usa el retrete holandés de porcelana que el Duque de Tarifa instaló en el cuarto de baño Real, en la Mareta se sienta en el del Rey Juan Carlos, para así sentirse más cercano a la realeza. A Sánchez le gusta todo lo de los Reyes y por ello ansía ser el Rey. Pero la dinastía Sánchez Gómez no está preparada al respecto, y el hombre sufre cuando le dicen hortera, chulo de barrio, cursi de tomo y lomo, y demás calificativos tan justos como desagradables.

Y de repente, la foto. La del Rey padre en Abu Dabi con sus hijas, las Infantas Elena y Cristina, y cinco de sus nietos. Una foto que ha recordado a millones de españoles que el Rey sigue en la lejanía y que los suyos, no todos, acuden a visitarle. El Rey está en Abu Dabi porque es la primera víctima de la Corona amenazada por Sánchez y por Dolores Delgado, la de Baltasar Garzón. Sánchez el Rey y Garzón, Godoy. Dolores Delgado la señora de Godoy, puede terminar mal.

La foto –y lo escribe Emilia Landaluce, tan lejana a las emociones monárquicas–, es la imagen familiar en la que nos reconocemos todos. Sánchez ha decidido que el mejor Rey de España desde Carlos III muera lejos de su Patria. Don Juan Carlos es el símbolo de la naturalidad traicionada. El odio ha intentado sepultarlo, pero ha sobrevivido. Y esa foto, la del Rey que ya no pertenece a la Familia Real, con dos Infantas de España que no forman parte de la Familia Real, y con cinco nietos, esa misma foto es la que millones de españoles queremos ver inmortalizada en Madrid, con su hijo El Rey Felipe VI, su nuera la Reina Leticia –si ella se aviene a posar–, la Reina Sofía, sus hijas y todos sus nietos, empezando por la Princesa de Asturias.

Esa foto que tanto asusta al hortera mayor del Reino, a su cueva monclovita, y a una parte del Palacio de la Zarzuela.

El tiempo pasa, y no hay que jugar con su paciencia.

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