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Post-itJorge Sanz Casillas

130.000 euros en cartulinas

Es mentira que la ideología y la economía sean cosas distintas. Como es mentira que todos nuestros impuestos vayan para Sanidad y Educación

Actualizada 10:14

Aunque lo venden de tal forma que al ciudadano medio le da pudor oponerse (un mundo libre de humos, con temperatura estable y animales procreando en armonía sin miedo a la extinción), buena parte de los preceptos de la Agenda 2030 están pensados para diferenciar entre los que merecen entrar en la nueva modernidad y los que no. Una de las primeras manifestaciones de esta doctrina fue el lenguaje inclusivo, que te permite distinguir de un vistazo al progresista del reaccionario: el que no desdobla, aun a riesgo de parecer un charlatán o charlatana, queda ya marcado como un negacionista del nuevo tiempo.

Hoy publicamos una información según la cual el Ministerio de Agenda 2030 se va a gastar 133.000 euros en merchandising de ese nuevo credo. En el pedido se incluyen carpetas, libretas, botellas reutilizables y también pines con el logotipo de la marca. Lo habrás visto alguna vez: es un círculo colorido que guarda cierto parecido con el tablero del Trivial, ese juego imposible para la generación Celaá.

Te dirán que no es mucho dinero, que ni te va ni te viene y que son migas de pan, pero conozco empresarios (pequeños empresarios, no señores con puro de los que estigmatiza Pedro Sánchez) que con 130.000 euros a fondo perdido crearían no menos de tres empleos de larga duración. Imagina por un momento: tres personas que pueden iniciar su proyecto vital, consumir, cotizar. Tres personas que podrían irse de vacaciones al año que viene o incluso en Navidad, gastar y activar con ello el círculo virtuoso de la economía. Cualquier persona mínimamente instruida sabe que un aumento de la demanda interna suele provocar un incremento del PIB y de la tasa de ocupación.

Por eso es mentira que la ideología y la economía sean cosas distintas. Como es mentira que todos nuestros impuestos vayan para Sanidad y Educación. Una parte del dinero que estamos poniendo de más por culpa de la inflación nos lo estamos gastando en carpetas, cartulinas y doctrina para modelar votantes ecosostenibles.

Al final, gestionar un país no debería ser muy distinto de coordinar una despedida de soltero. Si todos ponemos bote para mantener esto en pie (ya que nadie escapa al IVA o al IRPF), pues que todos disfrutemos de él en plenitud, y no solo aquellos con una determinada visión del mundo. El que quiera pines de colores que se los pague.

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