Las chekas de Madrid
Esta inmensa cantidad de sangre vertida por asesinos de la izquierda explica muy bien por qué en 1977 la izquierda quiso volver en son de paz
Afortunadamente, ayer se conmemoró en Madrid a las víctimas de las chekas que fueron ejecutadas sumariamente y sin la más mínima garantía procesal en una suerte de prisiones regentadas por diferentes partidos políticos de izquierda entre los que estaba el Partido Socialista. Ya iba siendo hora porque eso fueron puros asesinatos.
Porque lo que vemos en nuestro día a día es que se descalifica a cualquiera que tuvo entre sus mayores a personas partidarias del régimen del general Franco. Y lo digo yo que no lo tuve y que mi bisabuelo, Gabriel Maura, ayudó económicamente al alzamiento, pero sólo hasta 1938 en que comprendió que el objetivo del general Franco –a corto plazo– no era la restauración de la Monarquía. La causa por la que él apoyaba a Franco. Y desde entonces fue perseguido por sus escritos que él publicaba, encuadernados con un elegante cordón y distribuía entre sus amigos. Hace menos de un mes, Santiago Tamarón me regaló uno de esos opúsculos que procede de la biblioteca de su padre: «Rezago de España en el movimiento de Europa» con sus páginas cosidas por un cordón azul celeste.
Los que sí estuvieron durante décadas viviendo con normalidad el régimen político español están tan acoquinados por el acoso mediático que casi nunca son capaces de reaccionar y decir a sus acosadores tres o cuatro cosas elementales. Por ejemplo, que cualquiera que fuesen los errores que se pudieran cometer durante el régimen del general Franco –y es imposible no cometerlos si se está en el poder casi 40 años– para poder juzgarlos hay que preguntarse por qué se produjo el alzamiento militar. Cuáles fueron las condiciones de la vida en España que llevaron a una rebelión contra el caos y la anarquía que vivió nuestro país entre 1931 y 1936. Ya casi nadie quiere recordar cómo fue la sublevación armada de la izquierda contra la victoria electoral de la CEDA. Y por supuesto, está prohibido recordar lo que ayer reivindicó en Madrid la asociación «Pie en Pared», con la participación de Esperanza Aguirre. En Madrid hubo 345 chekas por las que pasaron casi 4.000 víctimas que acabaron siendo asesinadas. Sólo en la cheka en la que ayer se hizo este homenaje a las víctimas de aquella barbarie, la cheka dirigida por Agapito García Atadell en el paseo de la Castellana, fueron asesinadas 800 personas. Son ochocientas víctimas que, como las otras más de 3.000 personas asesinadas sin más delito que pensar diferente, no podrán ser reivindicadas nunca por las leyes de la desmemoria que impone este gobierno sectario.
Esta inmensa cantidad de sangre vertida por asesinos de la izquierda explica muy bien por qué en 1977 la izquierda quiso volver en son de paz, aceptar el perdón que ya había suplicado Manuel Azaña en los últimos meses de la Guerra Civil –«paz, piedad, perdón»– y dejar atrás lo que había ocurrido en la guerra. Porque sabían que tampoco eran inocentes. Y que muchos de ellos habían disfrutado del régimen de Franco como nadie. Y si no, podemos ir haciendo el listado de dirigentes de ERC cuyos padres y abuelos fueron alcaldes, concejales y otros cargos públicos durante el régimen anterior. Empezando por uno que se llama Pere Aragonès i Garcia.