Doña Garbanza
Además de comunista, podemita y ministra de muchas cosas, no se siente afectada por los precios de su «Garbancita Ecológica» porque le sobra el dinero. O porque es tontita del culili
Doña Croqueta era un personaje bastante divertido que interpretaba Simón Cabido, siempre enfrentada a Juanito Navarro, un eficaz actor cómico que se regocijó en el cine de destape y brilló en las películas de Mariano Ozores, que se producían sin ayudas de los contribuyentes. Antonio Ozores, Juanito Navarro, Andrés Pajares y Fernando Esteso marcaron una época de oro del cine español, con Alfredo Landa capitaneando los créditos. Para ahorrar, apenas se repetían las escenas y se improvisaba constantemente. Me contaba Antonio Ozores, que estuvo sin dormir varios días pensando en el morreo que tenía que darse con una guapa actriz que tenía un defecto. Desayunaba con ajo para mejorar su circulación sanguínea y la escena se rodaba a las nueve de la mañana. Así que se presentó en el plató, donde ya trabajaba su hermano Mariano, director y productor de la película, y le mostró su desacuerdo.
–Mariano, es absurdo que sea yo el que bese a la actriz principal –cuya identidad me reservo aunque muchos lectores hayan visto la película–. Lo lógico es que la bese Alfredo Landa.
–Tienes razón. Ahora mismo modifico el guion.
Llegó Alfredo Landa a las 08:45. Y acudió al despacho de Mariano Ozores.
–Alfredo, hay un cambio. El morreo con la actriz principal lo tendrás que interpretar tú.
Y Alfredo se olió la tostada: «Me temo que los hermanos Ozores, a los que tantísimo quiero, son un par de cabronazos».
Y el beso con sabor a ajo se lo tragó Alfredo Landa.
Me he dejado llevar. Retomo el camino.
Hoy, doña Croqueta se llamaría doña Garbanza, y no sería tan graciosa como el personaje de Simón Cabido. Y doña Garbanza no es otra que la ministra de Derechos Sociales, Agenda 2030 y Transversalidad Sexual, Ione –Juana– Belarra. Doña Juana, días atrás, usó la voz mafiosa «capo» para referirse a Juan Roig, presidente de Mercadona. La camarada Juana Belarra, podemita y comunista, aborrece a los empresarios que crean puestos de trabajo, prosperan y cuentan con el apoyo de sus trabajadores. Para doña Garbanza Juan Roig es un insensible especulador del precio de los alimentos, y ha propuesto la creación de una red de supermercados públicos al estilo de los venezolanos y los cubanos. Es decir, con las estanterías deshabitadas de productos alimenticios.
Doña Garbanza no compra en Mercadona, ni en cadena de supermercados alguna. Lo hace en el súper vallecano «La Garbancita Ecológica», y le va muy bien. Un poco larga la razón social «Garbancita Ecológica», pero ella tiene facilidad de palabra. Sucede que la adquisición de los productos básicos en la La Garbancita Ecológica cuesta un 67,71 por ciento más que en Mercadona. El diario El Mundo se ha ocupado de ello. «La cesta de la compra de Belarra cuesta el triple que en Mercadona».
«La Garbancita Ecológica» se presenta a los clientes como una «Cooperativa de Consumidores responsables y agricultores ecológicos».
Se les ha olvidado añadir: y muy ricos.
La docena de huevos en La Garbancita Ecológica se adquiere por 4,80 euros. En el capitalista súper de Mercadona, los doce huevos cuestan 2 euros. Manda huevos, que diría Federico Trillo. En La Garbancita Ecológica un litro de leche, desnatada o semidesnatada, se vende a 2,20 euros. En Mercadona, a 0,90 céntimos de euro. En «La Garbancita de los consumidores responsables» el arroz blanco se merca a cambio de 4,90 euros el kilo, mientras que en Mercadona, el kilo de arroz blanco se despacha a 1,70 euros. Y el aceite de girasol, más económico que el de oliva, en Mercadona se compra en envase de dos litros por 3,70 euros, mientras que en La Garbancita Ecológica de Vallecas, el precio de dos litros de aceite de girasol asciende a ¡12,25 euros!
Prueba irrefutable de que doña Garbanza, además de comunista, podemita y ministra de muchas cosas, no se siente afectada por los precios de su «Garbancita Ecológica» porque le sobra el dinero. O porque es tontita del culili.