La madre de Mbappé
Creo que una mayoría entre los madridistas no queremos a Mbappé en el Real Madrid. Y mucho menos a su madre
Soy madridista hasta el yeyuno, el duodeno y el íleon. Y estoy de Mbappé hasta el yeyuno, el duodeno y el íleon. Contratar a un gran futbolista, si entra en las posibilidades económicas de un club grandioso, es una obligación para el Real Madrid. Pero no a una familia. Creo que la madre de Mbappé es una mujer insoportable. Ya lo veía venir don Santiago Bernabéu. «No recibo ni a representantes ni a padres de los jugadores». Es buenísimo, pero no sirve para el Real Madrid. Su salario actual es de 72 millones de petroeuros al año. No ha ganado nada más. El PSG es un club tan rico como hortera. Pero menos que la madre de Mbappé. Madre sólo hay una, pero la de Mbappé equivale a cien madres avariciosas. Se llama Fayza Lamarí, tararí que te ví, está casada con Wilfried, el papá del niño, y tiene dos hermanos, Ethan Mbappé y Jirés Kambo Ekoko, que ignoro de dónde ha salido. Desde Centauros del Desierto sólo existe un Ethan para la humanidad sensible, y lo representó John Wayne, The Duke. Mbappé no sólo es un buenísimo futbolista. También parece un hombre bueno, de mirada apacible y gesto sonriente. Pero su madre es un bicho, dicho sea con el cariño y el respeto que toda madre merece. Por lo menos, tengo entendido que quiere a sus hijos por igual, Kambo Ekoko incluído en el cariño igualitario.
La marquesa viuda de los Fernamentales del Pisuerga no quería a sus sobrinos por igual. No tuvo hijos, y cada 27 de diciembre reunía a sus sobrinos para entregarles su regalo de Navidad. Se instalaba en el centro de un salón y disfrutaba viendo cómo sus sobrinos correteaban y jugaban en torno a ella. Pasó a su lado su sobrino Manolito, y la marquesa viuda de los Fernamentales del Pisuerga le pegó al niño una bofetada. El niño, entre el susto, el pasmo y el dolor, se puso a llorar, y la madre de Manolito protestó airadamente y le preguntó: «Tía Rosario, ¿por qué ha pegado usted a Manolito? Y la marquesa no ocultó el motivo de su agresión. «¡Porque es muy feo, joé, y me da mucho coraje!». Relato este triste y brutal acontecimiento con el fin de ensalzar a la madre de Mbappé, que no tiene la mano tan larga como la noble burgalesa-palentina. Pero el niño se está mereciendo más de una torta.
Creo –más bien, estoy convencido– que Florentino Pérez es un buen presidente del Real Madrid y un ingeniero inteligente. No conozco a ningún ingeniero tonto. Los hay más amenos y más tostones, más simpáticos y más antipáticos, más altos o mas bajos, pero tonto, lo que se dice tonto, no he tratado a ninguno. El pasado año, entre unos y otros –ignoro si Kambo Ekoko participó en la farsa–, los dueños del PSG y los Mbappé embromaron a Florentino y al Real Madrid. Y hoy, a la espera de jugarnos los españoles el futuro de la libertad en España, miles de periodistas deportivos están pendientes exclusivamente de convencer a Florentino Pérez para que lime asperezas con la madre y se gaste un dineral en contratar a quien nos despreció. Para colmo, ha vuelto a la palestra José María García, ansioso de recuperar su sitio en la «actualidaz» y «la verdaz», como gusta de pronunciar.
¿Puede el Real Madrid competir económicamente con los pozos de petróleo que han posibilitado que Mbappé y su madre ganen cada año 72 millones de euros? No. A esta gente no le importa perder dinero porque les nace de nuevo dando una vuelta a una llavecita. Mbappé no es Messi, que ya es deshecho de tienta y de Miami. Es un maravilloso jugador que nos puso los cuernos con el petróleo el pasado año, y al Real Madrid nunca le han puesto los cuernos con tan encarnizada crueldad. Es decir, que Florentino tiene que pescar en otros mares, que hay peces muy apetitosos y huérfanos, y olvidarse de Mbappé, de la madre, del padre, de Ethan y de Kambo Ekoko.
Creo que una mayoría entre los madridistas no queremos a Mbappé en el Real Madrid. Y mucho menos a su madre, que aun reconociendo que madre no hay más que una, por las noticias que han llegado a mis orejas, es un bicho, dicho sea con el respeto y afecto que me merece la madre que sea.
Como escribió Voltaire –aunque muchos se lo atribuyen a Rousseau y otros a Diderot–, que «de une maniére o d´autre forme, a la famille Mbappé le donnent morcille».
Para mí, que lo escribió Honoré de Balzac.