Sin perdón
Una amnistía supondría el inicio de un periodo constituyente por la puerta de atrás. Espero que la oposición haga algo
Tras El Gran Circo de la Tele que supuso en el Pleno de investidura la intervención del diputado Puente, entre bufón y Drácula chupasangre, quedó claro que esta vez Sánchez y algunos de sus numerosos asesores escribieron lo dicho por el vallisoletano; no sé si memorizaría el texto aunque se acompañó de chuletas. Además, el peor alcalde de la vieja Pucela –lo digo con conocimiento de causa–, follonero, espeso, y envuelto en algunos episodios poco edificantes, salió satisfecho de la misión encomendada entre el aplauso de sus compañeros, incluidos el silente presidente en funciones y los ministros a la espera de destino. Un éxito que acaso garantice al esforzado orador no ser cesado de su próximo cargo en la cúpula socialista como lo fue del anterior. Pero hoy escribiré sobre todo de cine y refranes.
El título original era Unforgiven pero en España fue Sin perdón. Es un wéstern dirigido por Clint Eastwood a principios de los noventa. Ganó cuatro premios Óscar. He visto muchas veces esta obra maestra en la que dos antiguos pistoleros arrepentidos y retirados, que encarnan Eastwood y Freeman, ejercen de vengadores de una prostituta desfigurada por dos vaqueros. La trama es lineal, coherente, muy bien narrada, y destaca en ella su fondo humano en el que se valoran singularmente la amistad, la búsqueda de la justicia, el espíritu de sacrificio y el compromiso con cumplir lo prometido sin atender a los riesgos ni a los beneficios, mientras se condenan la arbitrariedad, el oportunismo y el abuso de poder. Recordé esta joya cinematográfica mientras seguía la investidura de Feijóo. Creo que Sánchez, el silencioso, no atesora los valores que destaca esta película y sí padece las actitudes que condena. El paso de Sánchez por Moncloa merece el título: «Sin perdón». No quedará sin castigo. El tiempo lo demostrará.
Puente supuso la parte cómica e irresponsable de la investidura y Feijóo la parte más seria y responsable. El candidato pronunció el mejor discurso de su vida, nadie podrá acusarle ahora de acercamiento al socialismo, y se mostró como un hombre de Estado. Siento que no se mostrase así en la campaña. Y nos libramos de la intervención de Sánchez. Casi nadie se esperaba su desprecio al Parlamento y a los españoles en una sesión de calado constitucional, decidida por el Rey, en la que un candidato exponía su alternativa. Y digo que casi nadie esperaba el mutis de Sánchez porque mi viejo amigo y compañero Ramón Pérez-Maura puso en duda en estas páginas que el taimado presidente en funciones interviniera. Fue el único, que yo sepa, que se lo malició. Y acertó. Justo es señalarlo. Confieso que no pensé que Sánchez eludiese el riesgo de volver a perder un debate con Feijóo. No le creí tan medroso. Eso sí, al otro día asistía a un encuentro con socialistas. Entre los suyos se siente tranquilo. A la calle no puede salir sin recibir abucheos pero de los suyos sólo escucha «sí bwana».
Desde jovencito soy aficionado a los refranes. El Refranero es el compendio de la sabiduría popular. Manejo la primera edición (1953) de Luis Martínez Kleiser, docto académico al que tanto debemos. No sé si lo conocerá Puente, el mamporrero de Sánchez en la investidura. Encuentro un refrán que viene al pelo. Es el 53.477: «No hay puente sin cagada». Escríbase «puente» con mayúscula y se entenderá su actualidad. Puente fue la cagada de una sesión en la que ganó la corrección, la educación y el respeto. Puente pisó la caca y no quiso salir de ella. A juzgar por los aplausos que recibió y el abrazo del jefe le quedó chupi. Le deseo la incorporación a un nuevo cargo si le da tiempo.
Y, sumando sorpresas, no entiendo que comentaristas y tertulianos de diferentes ideologías consideren normal la aprobación de una ley de amnistía en el Parlamento. La Ponencia y luego la Comisión de Asuntos Constitucionales y Libertades Públicas excluyeron expresamente esa vía. Lo que negaron los constituyentes no lo puede acometer Sánchez. Una amnistía supondría el inicio de un periodo constituyente por la puerta de atrás. Espero que la oposición haga algo. Y que también lo haga sobre la manipulación obscena del Artículo 3. 1) y 2) de la Constitución para convertir el Congreso en una torre de Babel. ¿Desconocen esta evidencia los letrados de las Cortes? No lo creo.