Dos estadistas en Waterloo
Considerar progresistas al PNV y a Junts (herencia de CiU) es una humorada que sólo se les ocurre a Sánchez y a sus palmeros
Sánchez, partidario de favorecernos con su palabra, tanto que invadió nuestras casas, a través de las televisiones, durante el aislamiento por la pandemia que el TC consideraría inconstitucional en dos ocasiones, ahora habla menos y hay una palabra que no pronuncia: amnistía. Cayendo en sus trampas, de la hipotética amnistía es de lo que más hablan los medios y los políticos. Él no. Lo que sí ha dicho es que buscará votos incluso debajo de las piedras. Ya lo hace y no es nuevo. Tiene tradición en la pesquisa de votos en lugares insólitos. Ya los buscó en Ferraz detrás de una cortina.
Las piedras bajo las que busca votos Sánchez están definidas: Junts y PNV en la derecha más rancia y ERC y Bildu en la izquierda radical. Por precaución, miedo o servilismo el orondo Ortuzar visitó al prófugo Puigdemont en la sede de la fantasmagórica república catalana, en Waterloo. Con una decoración de apartamento turístico, y una bandera vasca improvisada, como la de un maltratado equipo visitante, los dos políticos mantuvieron una cumbre que no ha conmovido a la opinión mundial.
La diferencia entre los dos autoproclamados estadistas de Waterloo es que Puigdemont cree que lo tiene todo por ganar, si al final no le hace un corte de manga a Sánchez cuando compruebe que no le puede dar lo que le pide, mientras Ortuzar sabe que lo tiene todo por perder. Los dos protagonistas de esa cumbre son conscientes de que el socio vasco de Sánchez es Bildu y su socio catalán ERC. Y ellos a verlas venir y bajando en las elecciones.
El presidente trampea, trata de engañar a todos pero conoce sus límites. Sabe cuándo se pasa de historia real a fábula. Y no ignorará que el Rey tiene el asesoramiento de ilustres constitucionalistas y penalistas, sin incluir a la media docena de pelagatos con carné afín que le aseguran a Sánchez y a su pretor Bolaños que en la Constitución cuela todo. La Constitución admite reformas pero desde la propia Constitución. Sánchez trata de deformarla para utilizar lo que quede en su beneficio personal.
El Rey, primer ciudadano, es el primero en defender y preservar lo que ha jurado. Sanciona las leyes que le presenta el Gobierno pero en ningún Estado de derecho se pondría a la firma del Jefe del Estado una norma que lesionase la Ley de Leyes, la división de poderes y la igualdad entre los ciudadanos. Es una ardua papeleta para Felipe VI, un gran Rey que pasará a la Historia como tal. Quisieron privarle del consejo de su padre, el Rey Juan Carlos I, alejándole torticera e injustamente en una situación que le convierte en el único español privado de un derecho fundamental. También en lo del consejo pueden equivocarse.
Los protagonistas de la cumbre de Waterloo viven en contra de sí mismos, de su ideología, de la realidad de sus apoyos. Los empresarios e industriales vascos ¿aprueban las piruetas políticas de Ortuzar? Los empresarios e industriales catalanes ¿están de acuerdo con el saltimbanqui Puigdemont? Me cuesta creerlo. Unos y otros saben que la independencia es una entelequia. Una cosa es conseguir competencias y dinero y otra distinta romper amarras.
Considerar progresistas al PNV y a Junts (herencia de CiU) es una humorada que sólo se les ocurre a Sánchez y a sus palmeros. El nacionalismo vasco llega de Sabino Arana, racista, xenófobo, machista y ultramontano. Escribió: «Vizcaya dependiente de España no puede dirigirse a Dios, no puede ser católica en la práctica» y «donde se pierde el uso del euskera ganan la inmoralidad, la blasfemia (…) el carácter irreligioso y las costumbres inmorales y criminales del invasor maketo». Y el catalanismo político, enunciado a finales del XIX por Valentí Almirall, fue inicialmente una reivindicación cultural y económica que desembocó, tras un par de intentos independentistas fracasados en 1931 y en 1934, en el pujolismo, una derecha de intereses de la alta burguesía, empresariales y capitalistas, del que Pujol sacó suculentas ganancias como se comprobaría.
El País Vasco y Cataluña se inventan la Historia. No fueron una realidad nacional distinta a la que sería, con la Reina Isabel de Castilla y el Rey Fernando de Aragón, una Nación. El País Vasco fue un conjunto de señoríos castellanos, mimados por los reyes, pero no un Reino. Por eso los radicales ambicionan anexionar el viejo Reino de Navarra. Y Cataluña la constituían varios condados, con el de Barcelona a la cabeza, integrado en el Reino de Aragón por el matrimonio de Petronila, hija de Ramiro II, heredera de Aragón, con el conde Ramón Berenguer IV, en 1150. Manipulan la Historia incluso en Wikipedia que en la entrada «Condado de Barcelona» incluye la nota: «Este artículo o sección tiene referencias pero necesita más para complementar su verificabilidad. Este aviso fue puesto el 8 de octubre de 2013». Hay que ver cómo se mueven los del Instituto Catalán de Historia; los que aseguran que Colón, Santa Teresa de Jesús y Cervantes eran catalanes.
En un estudio publicado en 2019 el ilustre penalista Enrique Gimbernat se refiere a la Resolución 1.514 de la Asamblea General de la ONU: «Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas». Es insensato que Sánchez planee manipular la Constitución pero sería el colmo que incumpliese también la Carta de las Naciones Unidas. Para el ego de Sánchez todo es posible.
- Juan Van-Halen es escritor. Académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando