Tic Tac, la humillación crece
Por siete votos, España está vergonzosamente arrodillada ante un golpista, que vive para deslegitimar y dañar nuestro país, y que tiene abierta una nueva ventana de oportunidad para vejarla
Según pasan los días, Pedro Sánchez Pérez-Castejón se humilla más ante un delincuente y cobarde sujeto que, como los perros de presa, ha olido la debilidad del presidente en funciones, el único que jamás ha obtenido más de 123 escaños, el único que no puede pisar la calle sin que le digan de todo menos bonito, el único que ha roto la norma no escrita en España de que acceda a Moncloa el candidato más votado y el único cuyo historial de trolas abochornaría a la persona más cínica del planeta. Por siete votos, España está vergonzosamente arrodillada ante un golpista, que vive para deslegitimar y dañar nuestro país, y que tiene abierta una nueva ventana de oportunidad para vejarla: que pasen las horas, tic, tac, tic, tac, mientras el PSOE corta todo el salchichón de nuestra dignidad, que diría Guerra, y tan solo nos quedemos con la cuerda y la melancolía de un país que fue y ya no será.
Puigdemont sabe que exprimir a Sánchez mientras pasan los días y el 27 de noviembre se acerca solo le puede reportar beneficios. Primero porque ensancha así la condición de factor determinante de nuestra vida pública que le ha otorgado Sánchez; después porque se llevará en el bolsillo su inmunidad y la de cientos de golpistas, entre ellos terroristas que pretendían sembrar de violencia las calles catalanas, y de paso consigue vejar a los funcionarios del Estado que nos defendieron. Y finalmente, porque el botín económico que cosechará se lo pagaremos en impuestos los españoles a los que tanto odia, dotándole de la superioridad étnica que siempre ha perseguido sobre el resto de españoles. Pero me atrevo a decir que lo que más paladea este botarate es ver hincada de hinojos a una democracia avanzada, vaciada de orgullo y claudicante. Lo que siempre soñó. Ya solo le queda miccionar encima.
El prófugo necesita vender a su electorado que ha conseguido un rédito más grande que las millonarias regalías obtenidas por Junqueras. Y eso lo tendrá en su mano cuando Sánchez además de entregarle todos los jirones en igualdad, separación de poderes y libertad, afirme que el Estado urdió montajes judiciales para neutralizar el secesionismo. Es decir, de esta manera el Gobierno no solo amnistiaría a la cúpula separatistas sino a decenas de implicados en causas colaterales por delitos de corrupción. Ahí estaría Laura Borràs, condenada por trocear facturas a un amiguete, y los encausados por la operación Volhov, que investiga las conexiones de Junts con Rusia. O sea, se estaría dando impunidad a unos delincuentes vinculados a Putin –en plena guerra de Ucrania–, sátrapa que en 2017 estaba dispuesto a ayudar a unos soberanistas que buscaban desestabilizar a la cuarta economía del euro. Toc, toc, ¿Úrsula y la OTAN siguen ahí?
Los «flecos pendientes» que impidieron que el viernes Francina convocara la investidura para mañana incluyen además borrar el delito a grupos violentos como Tsunami Democrático, que intentó tomar el aeropuerto de El Prat, invadiendo sus pistas y poniendo así en peligro a los pasajeros, coordinados todos ellos, según la Guardia Civil, por Marta Rovira, la prófuga que vive en Suiza rodeada de las montañas de Heidi y que ya prepara las maletas para volver. Y finalmente, saldrán de rositas también las células de CDR, que repartieron explosivos para sembrar el caos en Cataluña.
Pero no dejemos de decir la verdad, por mucho que duela. Todo esto está pasando porque la sociedad española –o una mayoría suficiente– le dio en julio pasado manos libres a un ser sin escrúpulos que ya había demostrado hasta dónde era capaz de llegar. Al más peligroso pirómano se le permitió obtener de nuevo el título de bombero. Lo consiguió porque entre nuestros compatriotas hay un grado de resentimiento social, un sectarismo ideológico casi biológico que justifica la peor opción con tal de evitar que la derecha gobierne; e incluso porque entre ellos hay unos desnortados socialistas de boquilla que no sienten, no conocen, o no respetan la esencia del socialismo y andan jugando a la gallinita ciega junto a comunistas, separatistas, terroristas y demás patulea, con un individuo que es la concentración de todas las inquinas, al que simuladamente ciegan con una liga de blonda y zarandean como a un tentetieso.
Pero nunca es tarde para levantar la voz, para salir a las calles –a la de Ferraz especialmente–, para defender nuestra Constitución en los medios de comunicación, como intentamos hacer algunos, para frenar a un antisistema que dirige el sistema, responsable de la operación antidemocrática más burda y execrable que haya conocido un país civilizado.