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Pecados capitalesMayte Alcaraz

El hijo de Cándido y las feministas

Lo cierto es que hemos echado de menos un tuit urgente y contundente de las chicas de la tarta para denunciar, como mínimo, el poco edificante acto de contratar determinados servicios a cambio de dinero. ¿Dónde está Irene? ¿Y la ínclita Pam afeando la explotación de la mujer?

Actualizada 01:30

Una de las fortalezas del Estado de Derecho es que uno se somete a la misma ley que el vecino, venga de donde venga, tenga la cuenta corriente que tenga e incluso sea su familia ésta o aquélla. Seas hijo de un maestro tornero o del presidente del Tribunal Constitucional debe operar la presunción de inocencia mientras un juez no dicte una sentencia firme y, aun así, siempre se podrá recurrir a instancias judiciales superiores. Esas son las generales de la ley en una democracia garantista como la nuestra, pero luego existen matices que, por ejemplo, colocan en una mejor situación para su defensa a aquel que puede contratar una buena asistencia jurídica frente a quien no lo puede hacer. Pero así ha sido siempre.

El cambio sustancial que ha vivido nuestro país en este último quinquenio de deterioro galopante de la democracia es que ahora la desigualdad la marca el carné del partido en el que milites o, en su defecto, tu simple adscripción ideológica o simpatía política. Que un hoolingan del sanchismo, como Óscar Puente, sea abordado en un tren por un ciudadano molesto es, para el orfeón mediático que jalea a Pedro Sánchez, un acoso intolerable, pero que zarandeen a una política embarazada de nueve meses, como Begoña Villacís, o increpen a una dirigente del PP, como Cristina Cifuentes, hasta la puerta de su casa, es jarabe democrático que todo fascista debe probar. Luego hay mujeres de primera y de segunda: si a la madre de Santiago Abascal se la ofende gravísimamente, pues que no hubiera tenido a su hijo, si a Irene Montero una diputada de Vox le recuerda su medro conyugal oficializado en el BOE, ejerce una intolerable violencia política sobre la pareja de Iglesias.

Gracias a una exclusiva de El Debate, nos hemos enterado de que el cachorro de un secuaz sanchista tan acreditado como Cándido Conde-Pumpido –que defiende que para democratizar las togas hay que arrastrarlas por el polvo del camino y puede estar cerca de demostrarlo con la ley de amnistía–, ha sido detenido a raíz de la denuncia de una prostituta brasileña, que sostiene que fue violada en manada por el abogado Conde-Pumpido Varela y dos amigos en la casa del letrado. Aquí lo primero que hay que invocar, a diferencia de lo que practican las hordas tuiteras y mediáticas de la izquierda cuando el caso afecta a un adversario político, es la presunción de inocencia del polémico penalista, recién nombrado Toga de Oro y portada del cuore gracias a su relación, parece que terminada, con la actriz Lara Dibildos. La juez que entiende del caso lo ha puesto en libertad sin medidas restrictivas atendiendo a las imágenes grabadas en la vivienda «que desvirtuarían la versión de la víctima». Nada que objetar. Otra cosa es la sospechosa cercanía de la magistrada con la familia del encausado, pero hasta eso es un apriorismo que no puede prejuzgar nada. O sí. Pero habrá que esperar.

Ya conoceremos, a no tardar, los detalles del caso y si el diablo anduvo o no por el chalé del muchacho en el distrito de San Blas. Pero de entrada llama la atención que el reputado abogado del detenido, que ha llevado causas de personas muy poco recomendables, haya disparado al tendido para defender a su cliente, apuntando a que podría haber una intencionalidad en la denuncia. Algo así como si la señora brasileña hubiera puesto una trampa al hijo de su padre, seguro que mandatada por alguien, fascista para más señas, que quisiera hacer daño por elevación a don Cándido. Toda esa historia para no dormir recuerda a la que protagonizó un director de periódico que también se sintió víctima de una celada.

Lo cierto es que hemos echado de menos un tuit urgente y contundente de las chicas de la tarta para denunciar, como mínimo, el poco edificante acto de contratar determinados servicios a cambio de dinero. ¿Dónde está Irene? ¿Y la ínclita Pam afeando la explotación de la mujer? ¿Alguien se imagina que el investigado fuera hijo de uno de los vocales del CGPJ que han puesto el grito en el cielo por la ley de amnistía sanchista? ¿O que llevara los apellidos Aznar o Feijóo? O ¿qué habría dicho Pablo desde su sofá de Galapagar si el aficionado a las samaritanas del amor de José Luis Perales fuera un periodista no amigo? ¿Cómo no ha hablado la «matria» Yoli de este embarazoso caso?

Me gustaría pensar que se han atenido al respeto a la presunción de inocencia de alguien que todavía no ha sido juzgado, pero me malicio que no ha sido así, atendiendo a sus antecedentes. ¿Cómo olvidar el caso del exmarido de la presidenta del chiringuito Infancia Libre, María Sevilla, al que llamaron con todas las letras maltratador pese a haber sido exonerado por la justicia? Caso que sigue vigente ya que precisamente el TC acaba de tumbar el recurso de Montero contra la sentencia que le obligaba a pagar 18.000 euros por atentar contra el honor de ese señor. O ¿cómo no recordar a la víctima de una asesina a la que colocaron de candidata de Podemos en Ávila, pobre ciudadano muerto al que Echenique tildó de violador sin ninguna prueba y todo para justificar que su compañera de partido acabara con su vida junto a un compinche?

Ya estamos acostumbrados a que esta izquierda tan solidaria se recochinee de las víctimas de los violadores beneficiados por el bodrio de la ley del sólo sí es sí, o a que calle ante el atropello de derechos de la mujer en regímenes amigos como el de Irán y otras dictaduras islamistas. Por eso no nos tiene que extrañar este derroche de feminismo con el hijo de Cándido. Por cierto ¡cómo están las familias progres de revueltas! Que si el vástago de Pumpido, que si el hermano gemelo de Page… Sánchez va a hacer estragos en las cenas de Nochebuena de este año.

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