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Perro come perroAntonio R. Naranjo

Cinco maneras de protestar contra Sánchez y hacerle la vida imposible

Nada desmonta más a un caudillo de medio pelo que un pueblo levantado en pie de paz sin perder sus hábitos cotidianos

Actualizada 01:30

Ahora que se acerca el fin de semana y muchos se preguntan cómo mantener la protesta contra los abusos de Sánchez, que tiene todo el tiempo, recursos, ayudantes y trampas para culminarlos; vamos a intentar elaborar un humilde decálogo para no bajar la guardia sin desatender las múltiples obligaciones de la vida.

Dado que Sánchez perpetra sus excesos en horario laboral e incluso es remunerado por ello mientras que, para el resto, es un esfuerzo añadido a los peajes cotidianos necesarios para sobrevivir, tendremos que encontrar la manera de integrar la protesta en la jornada ordinaria.

Les parecerá poco a quienes se concentran en la primera fila de Ferraz, confrontan con la Policía o combaten cara a cara con políticos del Eje del Mal en las ruedas de prensa parlamentarias, todo ello para satisfacción de un Sánchez encantado con la caricatura de la disidencia que le ayudan a fabricar; pero al menos está al alcance de todos. Y me temo que sería bastante más eficaz.

- Grandes eventos deportivos. En Colombia ha prosperado la costumbre de corear «Fuera Petro» en los estadios de fútbol, una medida fácil de implantar en los nuestros de Primera y Segunda División, cada fin de semana: bastaría con que unos pocos comenzaran con el cántico «Fuera Sánchez» o «Constitución» en el minuto 78 de cada partido para que, en poco tiempo, el coro se convirtiera en orfeón y éste en orquesta atronadora.

- Un lazo: también les parecerá una blandenguería a los amantes de la carne muy cruda, pero el simbolismo de crear y ponerse un lacito en el pecho, rojo y amarillo por ejemplo, visualizaría de forma cómoda la oposición a un ataque al Estado de derecho sin precedentes.

- Manifestaciones: la gente tiene ganas de protestar, a cara descubierta, con la familia al lado, a plena luz del día, sin tirar un papel al suelo y, también, sin dar un paso atrás. No hay razón para no incluir en el calendario habitual una manifestación cada dos domingos en las plazas principales de todas las ciudades de España, a las que estaría bien acudir con una rosa en la mano, arrebatada al PSOE y hermanada con el clavel que tanto simbolizó en Portugal en su día.

- Aplausos y cacerolas a las 20h. Poner una bandera constitucional en la ventana y dedicarle un aplauso a la Constitución puede parecer poca cosa, pero suma puntos para generar una ola cívica de ciudadanos normales que hacen lo que pueden para evitar el atraco: nada tiene más efecto que ver a tipos corrientes, como usted y yo, protestando masivamente con arreglo a nuestras posibilidades y educación.

- Recogida de firmas: un manifiesto constitucional impulsado, entre otros, por Rosa Díez, ha recogido en pocas horas 400.000 firmas, todas rumbo a Europa. En España hay un exceso de iniciativas para los «abajofirmantes», pero ésta y otras dirigidas a las instituciones nacionales y europeas tienen efecto, estimulan la respuesta oficial en sede parlamentaria y animan al Estado de derecho a hacer su trabajo.

Tengo alguna más, igual de moña para los amantes del riesgo, que pierden más tiempo en regañarnos a los «blanditos» que en reflexionar sobre si de verdad están luchando contra Sánchez o engordándolo como a un pavo en Acción de Gracias.

Pero con éstas debe ser suficiente. Porque, mientras nosotros hacemos lo que podemos y debemos, sin descanso pero con limitaciones, hay que confiar en que las instituciones hagan lo suyo: hacen falta ciudadanos comprometidos, más que guerrilleros hiperventilados, que confíen en el Tribunal Supremo, el Senado, los restos del Constitucional, el Poder Judicial, Europa, la oposición, las Comunidades Autónomas, la prensa critica, doméstica o internacional y la sociedad civil.

Cantemos en el Bernabéu o Las Gaunas en el 78, que no hay nada más demoledor para un dirigente capcioso que ver a todo un pueblo en pie de paz y voz en alto defendiendo sus libertades sin perder sus códigos de conducta. A por Pedrito, con permiso.

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