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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Con su permiso…

Ya en el Panteón de los Reyes, después de rezar un responso en el pudridero ante la tumba provisional de Alfonso XIII, dos años más tarde de su traslado a El Escorial desde Roma, Don Juan se acostumbró a su sitio

Actualizada 01:30

Me dispongo a escribir de Don Juan De Borbón, lo que mucho fastidiará al franquista corrector y recalcitrante, y a muchos de los anclados desde aquellos tiempos.

«He hablado con el Rey. No quiero ser motivo de discrepancias cuando me llegue la hora. Y he propuesto que mi tumba sea la mar. En aguas territoriales españolas y en el rumbo que llevó a mi padre al exilio desde Cartagena hacia Marsella».

Durante una estancia de Don Juan en Barcelona, el presidente Tarradellas acudió a visitarlo. Y le invitó a comer al día siguiente en el Palacio de San Jaime todavía custodiado por la Guardia Civil. Le acompañaron el duque de Alburquerque, Jefe de su Casa, el conde de Montseny, Carlos Sentís y el conde de los Gaitanes. Le extrañó ser recibido por dos Consejeros del Gobierno autonómico. «El Muy Honorable le aguarda en su despacho, Señor».

Al llegar al despacho de Tarradellas, las puertas estaban abiertas de par en par. Tarradellas en pie. Cuando Don Juan fue a saludarlo, Tarradellas –ya un anciano– dobló una rodilla y besó la mano que Don Juan le tendía. «Tengo el honor de recibir en esta Casa a mi Señor natural el Conde de Barcelona». Una imagen para la historia. En aquella reunión, se habló de todo, hasta de la muerte. Y Tarradellas le propuso que su enterramiento fuera en el monasterio de Poblet, panteón de los Condes de Barcelona. Una semana después, Don Juan viajó hasta Poblet para entrevistarse con el abad de monasterio, que recibió la noticia con excesiva alegría: «Este buen hombre está deseando que me muera». Y se iniciaron las obras, a cargo de Don Juan, para construir los sepulcros del Conde de Barcelona y su esposa, Doña María de las Mercedes.

Pasaron los años. Y una mañana recibí la llamada del ayudante de Don Juan, en aquellos tiempos el capitán de Fragata Teodoro de Leste, hoy contralmirante de la Armada en la reserva.

«A Don Juan, siempre que te sea posible, le gustaría que le acompañaras a El Escorial. Está preocupado por la mala conservación del sepulcro de Don Juan de Austria, en el Panteón de los Infantes». Comida en El Charolés y cita a las cuatro de la tarde con el presidente del Patrimonio Nacional, Manuel Gómez de Pablos. Durante la comida, Don Juan nos informó. «Me ha dicho que el Rey, que por las excepcionales circunstancias dinásticas que concurren en mi persona, hijo heredero de Alfonso XIII, jefe de la Casa Real durante 40 años, y padre de Rey, seré inhumado en el Panteón de los Reyes. Los dos sepulcros que están disponibles serán para mis restos y los de Doña María, mi mujer. Y que el presidente del Gobierno, Felipe González, lo aprueba sin reservas».

Visitamos el sepulcro de Don Juan de Austria, que se hallaba en perfectas condiciones. «Era un tío. Y su hermano, Felipe II envidiaba su aspecto y su carisma». Y ya en el Panteón de los Reyes, después de rezar un responso en el pudridero ante la tumba provisional de Alfonso XIII, dos años más tarde de su traslado a El Escorial desde Roma, Don Juan se acostumbró a su sitio. Durante un par de minutos permaneció en silencio, mirándolo. «Aquí estaré muy bien». Gómez de Pablos le abrió la curiosidad. «Es una lástima que su visita haya sido tan precipitada. De haberlo sabido con la suficiente antelación, podría haber solicitado la autorización para que el Señor hubiera visto el estado en que se encuentran Carlos I y Felipe II. La técnica de conservación en sus tiempos era impecable y están incorruptos».

De vuelta, su comentario. «Estoy contento. No me hacía gracia lo de Poblet. Con Tarradellas, sí, pero no con Pujol. Pujol es el gran traidor, y está trabajando a la sombra a favor de la independencia de Cataluña. Y como comprenderéis, yo en una Cataluña separada de España, no quiero estar ni un minuto. No me fío nada de Pujol. Y una buena parte de los empresarios y de la burguesía catalana son sus cómplices. En el País Vasco hay terrorismo, pero eso se vence. En Cataluña hay un plan para humillar a España con un apoyo económico muy poderoso».

Se trata de una pequeña historia. Pero a Dios pongo por testigo que es plenamente verídica.

En su sepulcro del Panteón de los Reyes se lee en latín, traducido al español. «Juan III, Conde de Barcelona. 1913-1993».

Postdata. Para los no informados, el Condado de Barcelona es un título Soberano que sólo pueden utilizar el Rey de España o el Jefe de la Casa Real Española.

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