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Cosas que pasanAlfonso Ussía

La cursilería autonómica

Cuando llegó a España con 34 años, su apellido «Varadarajan» era costoso de pronunciar por los españoles. El conserje de su edificio solucionó el problema: «Bienvenido, señor Barandiarán». Superó el trance el conserje convirtiendo a un «brahman» indio en un vasco de Amorebieta: Don Tunku Barandiarán

Actualizada 01:30

He leído con admirada felicidad el discurso de agradecimiento y elogio a España de Tunku Varadarajan, colaborador y antiguo editor de opinión del The Wall Street Journal., premiado por El Debate. Una síntesis de cultura, sentido común, sentido del humor y sentido del amor hacia nuestra Patria, que él, hindú y británico, también considera la suya. «España es la única gran nación cuya autoestima es inferior a la estima que otros tienen por ella». De joven, en Oxford, aprendió el idioma de Quevedo, Machado y Borges, sus escritores favoritos. Y su profesora, que se llamaba Marie Ruiz, le hizo leer en voz alta un trabalenguas que hoy estaría prohibido: «Teodoro el Moro, con su oro, compró un loro. Por eso el loro de Teodoro es un loro moro con oro». Cuando llegó a España con 34 años, su apellido «Varadarajan» era costoso de pronunciar por los españoles. El conserje de su edificio solucionó el problema: «Bienvenido, señor Barandiarán». Superó el trance el conserje convirtiendo a un «brahman» indio en un vasco de Amorebieta: Don Tunku Barandiarán. Le sorprende que, mientras los franceses, ingleses, estadounidenses, chinos e incluso los indios, sobreestiman a sus propias naciones, millones de españoles, con una Historia grandiosa, se avergüenzan de su Patria y colaboran con su desprestigio y destrucción. En España, el patriotismo es feo, el patriotismo es peligroso, y el patriotismo se considera franquista o facha. Varadarajan es un hombre extremadamente educado y no dijo lo que sentía. Que en España no cabe un imbécil más. Reconoció que le divierten sobremanera los insultos que recibe en las redes de los catalanes de Puigdemont, y cerró sus palabras con un ¡Viva España! ¡Viva El Rey! Un gran tipo Varadarajan, que aprecia y valora lo que tantos españoles, por resentimiento, incultura o cursilería autonómica deploran y desperdician.

Y claro, coincidiendo su discurso con el aniversario del Rey de España Fernando III el Santo, que falleció en Sevilla por mayo de 1252, consideré las palabras de Varadarajan magistrales y oportunas. Un Rey que nace en 1201 en un pueblo zamorano llamado Peleas de Arriba, es cosa seria. Si además de ser el unificador de los Reinos de Castilla y León, y el recuperador de Andalucía, su paso por la vida nos llena de orgullo. Expulsó al morisco de Sevilla, Córdoba, Jaén, Cazorla, Baeza, Andújar, Carmona, Lora, Alcalá de Guadaira y… la intemerata. Además, como hijo de Alfonso IX y padre de Alfonso X El Sabio, el sujeto adquiere una inmensidad inabarcable. Para un enamorado de la Montaña, Fernando III el Santo culmina nuestro orgullo. La flota con la que, Guadalquivir arriba, recuperó Sevilla de la morería imperante, fue íntegramente construida en La Montaña, en astilleros de Santander, Castro Urdiales, San Vicente de la Barquera, y Laredo. Por esa circunstancia, el motivo más vistoso del escudo de Santander es la Torre del Oro sevillana.

Según Menéndez Pelayo, Fernando III el Santo, Rey de España, de Castilla y León, de Córdoba y Sevilla, ha sido el más grande de los Reyes de España. Pero en Andalucía, la cursilería autonómica celebra el Día de Andalucía con un personajillo menor como Padre de Andalucía. El tonto de Blas Infante, que en paz descanse, proislámico e intelectualmente inconsistente. Una cursilería progre muy autonómica. En Cataluña, los separatistas celebran su día rindiendo homenaje a un gran español, Rafael de Casanova, y guardan la memoria sagrada de un asesino, Luis Companys. En Madrid se mantiene a San Isidro Labrador, hasta que el nuevo régimen de los traidores e idiotas – si consiguen gobernar en donde nadie les quiere- cambien a San Isidro por Almudena Grandes, que escribía aún peor que yo. Pero todos los años, como cuarterón andaluz y español rotundo, me avergüenzo en el Día de Andalucía, y procuro no conocer la identidad de los majaderos que elevaron a una persona tan normalucha al grado de Padre de Andalucía, teniendo a un San Fernando tan a mano. Qué desperdicio y rechazo a nuestra Historia.

Gracias por recordarnos nuestra incultura, sectarismo y desprecio por España, nuestra Patria, ese privilegio del Arte, la Literatura, la Milicia, la Aventura oceánica, la expansión del humanismo cristiano por el mundo, y su incomparable Historia, señor Varadarajan.

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