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16 de septiembre de 2024

VertebralMariona Gumpert

Dudas

Seamos sinceros, en estas elecciones no le ha ido bien a ningún partido político, excepto a Alvise y a Montero, que han conseguido su único objetivo: cinco años a cuerpo de rey

Actualizada 01:30

No soporto cuando dicen que estudiar Filosofía en bachiller es necesario porque fomenta el pensamiento crítico. Mentira. A no ser que con «crítico» se refieran a terminal o en crisis. El único nivel donde se puede asegurar con más o menos seguridad que el alumno alcanzará esa capacidad es en el doctorado. Antes, a lo sumo, lo que abunda son seres pseudo dúdalo-todo o enciclopedias con dos patas. El peor espécimen es quien cree que flota dos metros por encima de los demás, cuando en realidad sólo lo hace a dos centímetros de la epidermis de cualquier problema filosófico serio. Se los localiza rápido por su forma de encarar ciertos debates.

Primer ejemplo, la tauromaquia. Primer planteamiento erróneo, por inculto: «no se debería fomentar un espectáculo donde la gente disfruta con el dolor de un animal». Es una premisa mal establecida: los taurinos no sólo no disfrutan del posible sufrimiento del toro, lo aborrecen. Segunda aseveración errónea, «no es cultura». Por lo visto, ni idea tienen de qué es cultura y qué no. A no ser que piensen que cultura es lo que les parece bonito a cada quién, claro. Sin embargo, no parece ser el caso, pues hablan con alegría de la «cultura de la violación». La única duda relevante sobre lo taurino no la escucharán con frecuencia: ¿merece la pena poner en peligro la vida de una persona por el arte y la cultura? Es algo que sí se plantea en algunos deportes, como la gimnasia artística, donde están prohibidas ciertas piruetas que, mal ejecutadas, pueden acabar con la vida de los deportistas. ¿Por qué cuando se debate sobre la tauromaquia este argumento nunca comparece?

Segundo ejemplo, la existencia de Dios y sus derivadas. Es natural dudar de ella. Los filósofos, en teoría, estudian los argumentos que se han proporcionado a lo largo de la historia del pensamiento. Tarea ardua que, tomada en serio, lleva toda una vida. Pero los pseudo filósofos se aprenden un par de respuestas (ya sea a favor o en contra) y las van restregando por la cara de los demás con aires de superioridad.

Mis auténticos reparos respecto a lo divino no van por ahí. Lo que no entiendo es aquello del amor infinito que nos tiene Dios, materializado en la Cruz. Me miro en el espejo y me digo: «¿De verdad? ¿A mí? ¿Por mí? Dios no puede ser tan bobo». Después miro a mis hijos y pienso «Quizá Él me ve como yo a ellos: con sus defectos, pero con ganas de comérmelos a besos.» El problema es que ellos no han llegado aún a la adolescencia, vete tú a saber si entonces no tengo ganas de tirarlos por la ventana. Mientras rumio sobre esta cuestión recuerdo la existencia de Pedro Sánchez, de Óscar Puente, ¡de Otegi!, y vuelvo al principio: ¿por qué Dios dio su vida por este hatajo de imbéciles que somos todos?

Tercer ejemplo, la democracia. Seamos sinceros, en estas elecciones no le ha ido bien a ningún partido político, excepto a Alvise y a Montero, que han conseguido su único objetivo: cinco años a cuerpo de rey. Anda todo el mundo revolucionado por la pregunta ¿la democracia no será una patraña? Tienen en común todos el convencimiento de que media España vota mal. Una mitad tiene muchísima más razón que la otra, aunque sólo sea por el temita menor de la corrupción y la destrucción del Estado de derecho. Mis reparos, sin embargo, van por otros lares.

No dudo del concepto teórico de la democracia y del Estado de derecho. Me pregunto más bien cómo es posible que la mayoría crea que sólo con esta serie de estructuras y procedimientos basta para que el sistema goce de buena salud. Estos son fundamentales, pero nos olvidamos con demasiada frecuencia de la otra parte imprescindible: una ciudadanía con marcos vitales compartidos, determinadas virtudes cívicas y morales y circunstancias que favorezcan el florecimiento de éstas. Mi pregunta, mi duda, es: ¿cuántos ciudadanos se plantean la importancia radical de esto último? ¿Cuántos lo hacen mirando, inquisitivos, al espejo?

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