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VertebralMariona Gumpert

El fascismo ya no es lo que era

Todo lo relacionado con la propaganda es deprimente, de forma especial con los dos partidos mayoritarios, que la utilizan porque toca. Lo bueno de la del PP es que parece que ya son conscientes de los verdaderos problemas que tenemos como país

Actualizada 01:30

Llevo unos días dándole vueltas a un misterio: ¿por qué se sigue enviando propaganda electoral a los hogares? La respuesta lógica y deseable sería que los ciudadanos aún desean evaluar las distintas ofertas, como cuando lo hacen al comprar una lavadora. Sin embargo, lo lógico no suele ser lo normal (al menos en términos estadísticos). Tengo sobre mi escritorio seis propuestas diferentes: GeroaBai, EH Bildu, Sumar, PSOE, PP y Vox. Los únicos folletos en los que no aparece la cara del candidato son el de Bildu y el del PSOE. En el primero se comprende, desde el punto de vista publicitario el folleto resulta excelente: pequeño, a una sola cara, texto claro, conciso y escaso.

Sólo ellos mencionan la palabra «fascista», es curioso: a todos los partidos que no sean PP o Vox no se les cae el palabro de la boca en el día a día, pero por escrito utilizan términos más templaditos, como ultraderecha reaccionaria. Imaginen mi cara al ver una y otra vez estos calificativos con el folleto del PP al lado. Aparece Feijóo con la misma cara de abuelo ilusionado de mi padre cuando mira a mis hijos. No sé, me sorprende el neofascismo, incluso en esto la posmodernidad resulta decepcionante. El folleto de Vox me genera sentimientos parecidos, al menos en lo estético. Han colocado una bandera de España, eso sí, y ya sabemos que exhibir una bandera de España es de fachas de toda la vida de Dios. En esto han cumplido. Pero Abascal y Buxadé sonríen como si hubieran conseguido, ¡por fin!, ir a tomar unas birras juntos sin mujeres de por medio. Cervezas sin alcohol, que luego han de conducir hasta el hogar conyugal.

Estos filonazis no se lo curran nada: señor Feijóo, señor Abascal, ¿cuántas fotos han visto ustedes de Mussolini o Hitler sonriendo con aire bonachón en actos o fotos de partido? El contenido escrito de ambos folletos tampoco dice nada relacionado con el totalitarismo, pero quizá el problema lo tengo yo, que soy nazi y no me he dado cuenta.

En la carta del PSOE no hay fotos. ¿Pensarán sus estrategas que la imagen de Corrupto Pataletas Sánchez ya no cotiza bien entre sus votantes? Quizá. Pero de un tiempo a esta parte descubro lo acertado de la teoría de la navaja de Ockham: no le busquemos tres pies al gato. La mayoría de las acciones se deben por o a pesar del 80% de idiotas del que nos habla la ley de Pareto. Que el texto resulte ilegible y no aparezcan fotos no responde a ninguna sesuda estrategia. El encargado habrá diseñado ese engendro sabiendo que al PSOE lo va a escoger mucha gente, al margen de lo que ponga en el papel. Me lo imagino pensando «esto me lo quito de encima en un par de horas y así me queda tiempo para tardear por Malasaña».

En resumen: todo lo relacionado con la propaganda es deprimente, de forma especial con los dos partidos mayoritarios, que la utilizan porque toca. Lo bueno de la del PP es que parece que ya son conscientes de los verdaderos problemas que tenemos como país: «No se puede apartar la mirada de problemas como los del campo, los precios, la vivienda, la inseguridad o el paro juvenil». Muchos de estos los ha generado el Partido Popular Europeo y, cuando los denunciaba Vox, el partido de Abascal era (sigue siendo) radical. No importa, al menos los de Feijóo se han dado cuenta, esperemos que no resulte demasiado tarde. Lo malo es que se produce un movimiento equivalente en el binomio PSOE-Sumar. Preferiría que el PSOE se moviera hacia posiciones que deja (o debería dejar) libres el PP. Pero, por lo visto, y a pesar de mi perplejidad, PP y Vox resultan –de una forma no literal– fascistas para la mitad de la mayoría de la ciudadanía. Increíble pero cierto.

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