Nos roban
Crece la irritación pública al comprobar cómo con el patrimonio de todos, un extremista como Sánchez, está pagando su tiempo en la Moncloa
Dejémonos de eufemismos y digamos sin ambages que el sistema de financiación que el PSOE quiere imponer, dándole un tratamiento privilegiado a Cataluña, junto con la condonación de 15.000 millones de euros de la deuda, es sencillamente un latrocinio al conjunto de los españoles. Al conjunto excepto a País Vasco y Navarra, que no ponen nada en esta fiesta. En ocasiones, al menos a mí, me asalta la tentación de imaginar cómo vivirían estos territorios sin la solidaridad del resto de España. Las ucronías mejor dejémoslas para sobremesas de verano, pero no cabe duda de que crece la irritación entre la opinión pública al comprobar cómo con el patrimonio de todos, un extremista como Sánchez, está pagando su tiempo en la Moncloa.
Para ordenar todo este embrollo chantajista, Sánchez ha colocado al frente a la mujer más escrupulosa y al mismo tiempo solícita, María Jesús Montero, política de verbo cálido, florido, conciso y que aporta claridad y pedagogía cada vez que habla. La Hacienda española con ella está en las mejores manos. Nunca tuvimos a nadie al frente del dinero público con un discurso tan articulado. Pasarán los años y ya no se qué quedará del tiempo presente. Hubo una época en este país que se pasaba de banderillero a gobernador civil degenerando. Ahora los médicos de atención primaria saben de Hacienda pública y de solidaridad interterritorial, mientras que los hacendistas atienden a los enfermos en el centro de salud. Es la España de Sánchez, la más desquiciada en años. La España que maltrata a la mayoría de sus hijos para privilegiar a los más desleales.
Supongo que el lector habrá presentado o presentará en breve su declaración de la renta. Muy pronto incluso tendrá que liquidar el IVA trimestral o firmar las cuentas anuales, pues sepa que todos sus esfuerzos son estériles, tenemos al frente del Gobierno de España a un extremista, empeñado en generar odio entre unos y otros, carente de la más mínima sensibilidad hacia el interés general y el bien común, un aventurero que se gastará el dinero de todos nosotros, mientras se carga lentamente a la nación española.
Hay que reconocer que ha logrado radicalizarnos, porque él, y digámoslo también sin ambages, es un radical de ultraizquierda, al que le encantaría perpetuarse en el poder. Estamos obligados moralmente a no callarnos porque, si no, hará sus fechorías con nuestro silencio cómplice. Estos días con el tratamiento fiscal especial para Cataluña ha dado un paso más contra el conjunto de España y lo hace agraviando a los demás.