El inicio del fin de Sánchez
Si Vox pierde peso, los votos se concentran y sería factible una alianza de PP y Vox en Moncloa para acabar con la autocracia. El voto útil de toda la vida
Mañana se cumplirá un año desde las últimas elecciones generales y si leemos todo lo que escribimos los días previos seguro que se parecía al título que le acabo de poner a esta columna. La encuesta de Target Point que publica hoy este periódico se aproxima muy mucho a las que manejábamos antes de aquel 23 de julio que iba a cambiar todo y al final no cambió nada. Pero ahora el escenario es diferente.
Hace un año a Sánchez le quedaba margen de maniobra para mentir a sus votantes y que todavía le creyeran. Los suyos, porque el resto ya dejó de hacerlo hace mucho tiempo. Hace un año, Sánchez todavía negaba la amnistía, los privilegios para Cataluña y los pactos con los herederos del terrorismo. 365 días después, la amnistía es un hecho (por mucho que haya problemas para ponerla en práctica), la financiación singular para Cataluña está en la recta de salida y en Pamplona comprobaron de primera mano que el PSOE ya no le hace ascos a sentarse en la mesa con Bildu.
Hace un año, Sánchez salía en los telediarios por sus incongruencias, sus salidas de tono y por su cinismo al defender intensamente de lo que renegaba el día anterior. 365 días después, el presidente del Gobierno abre los informativos por los problemas judiciales de su entorno más cercano. Con su mujer investigada por tráfico de influencias, su hermano por malversación y prevaricación y el número dos de Ábalos –antiguo portavoz del PSOE hoy denostado por el partido– envuelto en una trama para robarnos mientras nos tenían encerrados en pandemia, lo único que juega en favor de Sánchez es que la sociedad se pierde ante tal desaguisado judicial y muchas veces no acierta a saber de qué le están hablando. Pero sabe que en el foco siempre está el presidente, por mucho que este se empeñe en hablar de fango, de bulos y demás menesteres para tratar de desviar el foco.
Hace un año, la derecha acudía a las urnas unida para echar a Sánchez pero separada en listas, con dos partidos sólidos y fuertes, lo que provocó que entre unos y otros se acabaran perdiendo votos que terminaron favoreciendo al PSOE. 365 días después, Vox cuenta con la fidelidad de voto más baja que ha visto el partido hasta ahora y solo volvería a confiar en Abascal el 63 % de su electorado. Parece que no ha gustado el último movimiento que se ha ejecutado desde la cúpula para romper con el PP en las comunidades y quien se beneficiaría de ello en las urnas sería Feijóo, que ganaría 13 escaños en un año. Con dos partidos fuertes de derechas, quien acaba triunfando es Sánchez, pero si Vox pierde peso, los votos se concentran y sería factible una alianza de PP y Vox en Moncloa para poner fin a la autocracia. El voto útil de toda la vida.