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07 de septiembre de 2024

Unas líneasEduardo de Rivas

De la Fuente, el hombre que la izquierda quiso despedir por aplaudir

Sin estridencias y sin salidas de tono, ha sabido construir una España que busca el gol y no un récord de pases

Actualizada 01:30

Dos años atrás. Qatar, ese país tan aficionado al fútbol que merecía albergar un Mundial. Los millones que adornaban sus calles no tuvieron nada que ver con aquella organización y sí la implicación de sus ciudadanos, de sus gobernantes. También la cantidad de viajeros que abarrotaban los aeropuertos con ganas de vivir una Copa del Mundo en Oriente Medio. Y allí se plantó España con una selección acorde a un torneo de chichinabo, con un equipo dividido, enfrentado y cuyo entrenador se autoerigía en estrella.

Mucho han cambiado las cosas y no han pasado ni 24 meses. Luis Enrique era único para todo, hasta para seguir los entrenamientos como si fuera un obrero desde lo alto de un andamio, y no podía perder como uno cualquiera. España cayó ante Marruecos como favorito pero siendo la envidia de cualquier equipo de balonmano. Con un juego siempre horizontal, nunca vertical. Al contrario que la España de hoy.

Con la excepción de 2008, la selección ha demostrado que le va mejor con entrenadores que se alejan de los focos y los dirigen hacia el césped. Luis Aragonés era una estrella, pero también un sabio del fútbol que sabía que los protagonistas eran los jugadores. Igual que Del Bosque, el técnico ideal para no tocar nada y gestionar el éxito de 2010 y 2012. Perfiles de entrenador muy similares al de Luis de la Fuente, la antítesis de Luis Enrique.

El hombre que la izquierda quiso despedir por aplaudir a Rubiales en aquella comparecencia dantesca es el que ha llevado a España a su quinta final europea. Sin estridencias, sin salidas de tono. Con un fútbol que rememoraba la España de Aragonés, que nos recordó que este deporte va de buscar el gol y no un récord de pases. Y que es capaz de unir lo que otros quieren separar. Por algo habrá pantallas gigantes para seguir la final en Barcelona e incluso en la Pamplona de Bildu.

Si España gana a Inglaterra, agrandará su palmarés y su leyenda. Si pierde, volverá por primera vez sin decepcionar de un torneo. Esta España es diferente y en gran parte se le debe a Luis de la Fuente.

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