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18 de septiembre de 2024

VertebralMariona Gumpert

Vivir con los ojos cerrados

Así pues, cuando nada es real, se nos convence de que la financiación para Cataluña que nos pergeñan tiene como objetivo la convivencia entre españoles y la pacificación en esa comunidad autónoma

Actualizada 01:30

Cuando viví en Inglaterra comprendí que la canción de The Beatles, «Here comes the sun» («Aquí llega el sol») podría haber sido compuesta en un exclusivo tono literal: después de un año en que llovió todos los puñeteros días, la primera vez que asomaron unos famélicos rayos de luz me sentí en la gloria, capaz de escribir un libro de autoayuda poderoso alrededor de la idea de ser feliz con muy poco.

De la falta de luminosidad británica (y en general, europea) -esta vez sí en sentido metafórico- nos habla otra canción del mejor grupo británico de la historia, «Strawberry fields forever»;

Let me take you down
'Cause I'm going to strawberry fields
Nothing is real
And nothing to get hung about
Strawberry fields forever
Living is easy with eyes closed
Misunderstanding all you see
It's getting hard to be someone, but it all works out
It doesn't matter much to me


(Déjame llevarte conmigo
me estoy yendo a Strawberry fields
nada es real
y no hay nada por lo que preocuparse
Strawberry fields para siempre
Es fácil vivir con los ojos cerrados
malinterpretando todo lo que ves
se vuelve difícil ser alguien
pero todo funcionará
no me importa demasiado)

¡Cuánto hay de una época en sólo unos versos! Y cuánto seguimos ignorando sus consecuencias en la sociología y política actuales. «Nada es real» encierra conceptos tan manoseados ya como el de «todo es relato», «el sexo es un espectro de rangos, no es binario» y, en general, el pseudo relativismo del que prescindimos hace ya tiempo para sustituirlo por moralismos endebles, incoherentes y ejecutados con guantes de hierro sobre mandíbulas de cristal. Maxilares temerosos de ser pulverizados con etiquetas que muchos ya hemos convertido en memes: fascista, machista, racista, especista, etc. Cargar con ellas resulta demasiado ominoso, pesado («It’s getting hard to be someone», «se vuelve difícil ser alguien»), se vuelve preferible vivir con los ojos cerrados, malinterpretando todo lo que se ve.

Así pues, cuando nada es real, se nos convence de que la financiación para Cataluña que nos pergeñan tiene como objetivo la convivencia entre españoles y la pacificación en esa comunidad autónoma. Se nos dice que el problema es Madrid y la competencia fiscal que hace al resto de regiones, una forma como cualquier otra de decir que la hacienda catalana ahoga a sus ciudadanos en impuestos sin que esto redunde en una mejora de los servicios y calidad de vida.

Cuando nada es real, el rey está desnudo en los JJ. OO. (algo que no desentona con la ceremonia de abertura: reina decapitada, rey en cueros): la final de boxeo femenino tiene lugar entre dos hombres, o el equivalente a un hombre en lo que se refiere a niveles de testosterona y cómo estos afectaron al desarrollo corporal (masculino) de ambos púgiles en la adolescencia.

Cuando nada es real y malinterpretas lo que ves, tu análisis sobre los disturbios en el Reino Unido señala a la desinformación y el racismo como culpables. Y sí, en parte lo son, pero no de la forma en que lo cuentan: el temor al racismo mantiene desde hace muchos años un ocultismo mediático pertinaz que ignora el auge de la inseguridad ciudadana relacionada con la avalancha migratoria de las últimas décadas. Esto es lo que ha producido ese hartazgo.

Imagino que no recordarán -o con seguridad ignoran- lo sucedido en Rotterham, Reino Unido: durante años se vejó, maltrató, violó y mató de forma reiterada a más de mil niñas con el silencio cómplice de las autoridades y medios. Temían estos esparcir la semilla del racismo si informaban de los hechos o, peor, ser tildados ellos mismos de racistas, dado que los perpetradores de los crímenes eran en su mayoría pakistanís. No ha sido en absoluto un episodio único, pero sí el más clamoroso. No es cosa de Inglaterra, sino de Europa en general.

Resulta que el asesino que la emprendió a cuchillazos contra varias niñas hace unos días no era musulmán; se desconocen sus creencias, por lo visto sus padres son católicos nacidos en Ruanda, es decir, personas de color…negro y africanas, por lo que su hijo es inglés por razón de nacimiento y lugar de residencia. Así pues, y en un acto que roza el autismo, el análisis para la mayoría -encabezado por gente de ocho apellidos ingleses- se limita a asumir que los conflictos que viven ahora las islas norteñas es culpa en exclusiva de la desinformación y el racismo innato del James Smith de turno, pues el asesino era un inglés católico.

Muchos prefieren vivir con los ojos cerrados, mientras construyen con profecías autocumplidas el auge de la verdadera extrema derecha. Acabarán pagando justos por pecadores, mientras los antifascistas seguirán emperrados en sus tesis, enarbolando un «ya te lo dije»; sin rastro de culpa, con aura de salvador de la recalcitrante humanidad, que no aprende a pesar de sus esfuerzos contra las fuerzas del mal.

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