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19 de septiembre de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Mao, las bicis y el gobernador moroso

El régimen ha logrado crear una realidad paralela, una burbuja donde se sienten intocables (y tal vez lo son)

Actualizada 10:32

La vida pública se ha convertido en un bromazo sarcástico. El régimen ha logrado crear una realidad paralela, una burbuja donde se sienten intocables (y tal vez lo sean).

El sábado pasado se convocó un sanedrín en Ferraz para aclarar el obsequio de un cupo inconstitucional a Cataluña, pago al partido separatista ERC para colocar a Illa. Sánchez pasó de puntillas y no aclaró ni una coma del acuerdo. Pero a cambio dejó una frase reveladora: a partir de ahora está dispuesto a gobernar al margen del Parlamento. No deja de tener su lógica, toda vez que su Gobierno no hace nada. Ha renunciado a promover reformas legislativas y ahora el Ejecutivo se ha convertido en una suerte de instituto de buenos consejos y charlitas cosméticas. Los ministros y el presidente son en realidad comunicadores, tertulianos. Es como si nos gobernase Ana Rosa (que lo haría bastante mejor, por supuesto).

Tras no aclarar nada en Ferraz, Sánchez se largó a China, destino adecuado para un tío que proclama que le sobra el Parlamento. Allí el mandatario «progresista», al que se le llena la boca presentándose como paladín universal de los derechos humanos, aduló hasta el rubor ajeno al mayor autócrata del orbe. Llegó al extremo de dejar vendida a la primera industria española, la de la automoción, abogando contra el criterio de todo Occidente para que no se impongan aranceles a los coches chinos, que arrasan en nuestros mercados gracias a un clarísimo dumping.

Mientras El Guay volvía de China, su Gobierno de cartón piedra era goleado una vez más en el Congreso, que le ha torcido la mano y ha reconocido como presidente legítimo de Venezuela al exiliado Edmundo González. La enésima derrota parlamentaria mostraba con crudeza a un Gobierno zombi, un muerto viviente.

No pasa nada. La máquina de la propaganda debe seguir trabajando para fingir que se hace algo. Este jueves, El Guay reapareció en Madrid. Con pinta de George Clooney en los anuncios de Nespresso y una sonrisa más falsa que un bolso de Prada del top-manta, ofreció a la nación una alocución (sin preguntas) desde la Moncloa. ¿Cuál era el importantísimo mensaje? ¿Acaso iba a hacer públicos los detalles de su acuerdo secreto con el partido golpista ERC?

Pues no. El Guay tenía a bien dirigirse a la plebe para anunciarnos que a partir de ahora apostará por la bicicleta, con una aportación pírrica (20 millones, que no es nada en su océano de despilfarro). Gustándose, el divo nos contó que él es muy de bici. La única explicación es que pedalee en una estática dentro del ecológico Falcon, del que no se apea (por no hablar de la también muy verde caravana de berlinas a lo Putin con que circula cada vez que sale a hacer uno de sus bolos, blindados por seis furgonas policiales). Todo en un país que vive un caos ferroviario permanente por la incompetencia de un Gobierno que está al frente de la materia desde 2018 y que tiene sus autovías públicas infestadas de peligrosos baches, porque ya ni asfaltan.

Luego Mi Persona se dio un paseíto en vídeo por los jardines de la Moncloa con el bueno de Edmundo, el exiliado al que ha acogido en zapateril maniobra, haciéndole un inmenso favor a Maduro, que quiere a los opositores de peso fuera del país (lección que ya le enseñó en su día Fidel a Chávez).

Además, el régimen estrenó ayer un vídeo que pretende gracioso, donde promueve el transporte público y se ríe de los ricachos de los «lambo». Como no hay nada que hacer para rellenar la jornada laboral del batallón de fontaneros, porque no se gobierna, el laboratorio de la Moncloa estuvo semanas preparando el chiste tontolaba de los 'Lamborghinis'. Están muy orgullosos de su creatividad cómica, emparentada en su estilo chaba con los éxitos de Broncano (bufón de cámara de Mi Persona que pagamos con nuestros impuestos para opacar al peligrosísimo disidente Pablo Motos).

Para seguir rellenando el vacío a golpe de propaganda, Marlaska anunció ayer que sopesa bajar la tasa de alcoholemia del 0,5 al 0,2. No un poquito, no, sino al 0,2. Cuanto menos libertad, mejor, sabido es. Y además, él no tiene problema para soplarse dos vinos en uno de los restaurantes que le gustan de Chueca y luego volverse en coche a su nueva dacha de El Escorial, toda vez que lo lleva el chófer en la confortable berlina oficial.

Por último, el fiscal general, que está a punto de ser imputado, lo da todo para colaborar con el marido de la imputada en la persecución desde el poder al juez que investiga a esa particular.

Mientras tanto, este periódico ha revelado que Escrivá, el flamante y altivo gobernador del Banco de España, es un moroso, que debe 46.000 euros a un ayuntamiento madrileño a través de una empresa de servicios deportivos de su propiedad. En Alemania, Reino Unido o Austria, el gobernador ya estaría desfilando. Aquí es solo un chascarrillo más, en parte por la dejación de funciones de una oposición muy deficiente.

Y así acaba otro día en Sanchistán, la corte de los milagros.¿A quién le importa vivir en un país sin Gobierno? No hay presupuestos, pero el Gran Timonel nos anima a andar en bici. Como Mao.

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