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HorizonteRamón Pérez-Maura

La desfachatez de Teresa Ribera

Todavía ayer, después de haber sido designada para su nuevo cargo, Ribera compareció como vicepresidente tercera en la rueda de Prensa del Consejo de Ministros

Actualizada 01:30

La designación esta semana de Teresa Ribera ha sacado una vez más a la palestra las habituales mentiras de Pedro Sánchez. Eso no tiene en sí mismo nada de novedoso. Nos dijo que era la primera mujer española vicepresidente de la Comisión Europea y con un enorme poder. En cuestión de segundos el PP supo salir a recordar que la gran Loyola de Palacio fue la primera española que vice presidió la Comisión Europea y a cargo, nada menos que de Relaciones con el Parlamento Europeo, Transportes y Energía. Las competencias que se ha adjudicado a Ribera en la nueva comisión que tomará posesión el 1 de noviembre son Transición Ecológica y Competencia. Juzgue cada uno con su mejor criterio cuál de las dos vicepresidencias es más relevante. Lo que sí recuerdo muy bien es que en el funeral de Loyola de Palacio oficiado por el cardenal Rouco en la catedral de la Almudena de Madrid en diciembre de 2006, dos años después de que dejara su cargo en la Comisión y sólo cuatro meses después de que se le detectara un cáncer de pulmón fulminante, estuvo presente Romano Prodi que presidió la Comisión con Loyola de vicepresidente. Quizá a Prodi le pareció que la española era un comisario relevante.

A mí me parece que como es seña de identidad de este Gobierno, también con el nombramiento de Ribera se está actuando con enorme desfachatez. No entro ya en la incompatibilidad para el cargo que pueda tener por el hecho de que su marido Mariano Bacigalupo, sea consejero de la Comisión Nacional del Mercado de Valores desde 2022. Lo que me parece de verdad grave es el abuso de los cargos que ha hecho Teresa Ribera en la campaña electoral y hasta el día de hoy. Todavía ayer, después de haber sido designada para su nuevo cargo, Ribera compareció como vicepresidente tercera en la rueda de Prensa del Consejo de Ministros.

Antes de que Loyola de Palacio llegara a la Comisión Europea, dimitió como ministra de Agricultura, Pesca y Alimentación el 30 de abril de 1999. Se presentó a las elecciones europeas el 13 de junio de ese año y ganó. Tomó posesión de su escaño como jefa de la delegación española y dimitió el 1 de noviembre de ese año cuando fue nombrada vicepresidente de la Comisión Europea.

No hay comparación posible con Pedro Solbes o Joaquín Almunia porque el primero estaba en la oposición cuando fue nombrado comisario –entonces teníamos dos– y el segundo no tenía cargo gubernamental. Pero sí hay similitud con Miguel Arias Cañete, quien igual que Loyola de Palacio, fue ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación hasta el 18 de abril de 2014 para presentarse al Parlamento Europeo en junio de ese año, tomó posesión como diputado y renunció después para ser comisario de Energía y Acción por el Cambio Climático.

Y nos queda, claro, el único modelo que puede aducir Teresa Ribera y que le llega del corazón del sanchismo: Josep Borrell retuvo el Ministerio de Asuntos Exteriores hasta el mismo día de su posesión como vicepresidente de la Comisión Europea y Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y de Seguridad. Pero con una inmensa diferencia: Borrell no despreció una elección encabezando una candidatura europea como ha hecho este año Ribera. Para ella la única prioridad son sus intereses personales. Y hay que reconocer que en eso no le va nada mal. Eso sí, con infinita desfachatez.

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