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El astrolabioBieito Rubido

Sánchez ya conoce el poder de un juez, pues eso

Esto ya no es un juez empeñado en tocar las narices a Sánchez. Es la democracia y su división de poderes. Es la mejor demostración que todavía hoy en España un gobernante no puede estar por encima de la Ley, por mucho que al ocupante actual de la Moncloa le hubiese gustado.

Actualizada 01:30

Cuando uno mira con cierta perspectiva de meses pasados, entiende ahora la importancia de la renovación del Consejo General del Poder Judicial. De no haberse llevado a cabo, estaríamos asistiendo a un asalto a la Justicia como el que está llevando a cabo ahora mismo Sánchez con RTVE. Lo de la televisión es gravísimo. España cada día que pasa en manos de Sánchez se parece más a Venezuela. Afortunadamente, el PP negoció bien la renovación del CGPJ. Ahora entendemos muchas cosas: las prisas de Sánchez, los nervios de Bolaños y la paciencia de Feijóo.

La imputación ayer de José Luis Ábalos por parte del Supremo viene evidenciar que no estamos ante un juez díscolo. Con esa descalificación se pretendían presentar a Peinado. Un juez que se obcecaba en ver presuntos delitos donde «no hay nada», como repite Sánchez. Ya son muchos jueces los que ven posibles ilícitos. Tres de la Audiencia Provincial de Madrid, otros tres del TSJM, otra jueza en Badajoz, cinco magistrados del Supremo que imputan a Ábalos, y otros cinco que en su día imputaron al fiscal general. Esto ya no es un juez empeñado en tocar las narices a Sánchez. Es la democracia y su división de poderes. Es la mejor demostración que todavía hoy en España un gobernante no puede estar por encima de la Ley, por mucho que al ocupante actual de la Moncloa le hubiese gustado. Este escandaloso panorama ya no se reduce a un juez de instrucción. Aunque entiendo el temor que ahora mismo puede ejercer sobre cualquier ciudadano un juez de instrucción. Lo dijo Napoleón: «No hay nada más poderoso en Francia que un juez de instrucción».

El actual presidente del Gobierno, que no ganó las elecciones, se encuentra asediado por los casos de corrupción en su entorno familiar y cercano. Ni la DANA valenciana ni la elección de Trump puede desviarnos de la lupa informativa que debe fiscalizar a un gobernante tan inquietante como Sánchez. Seguiremos pendientes de las víctimas, pero esta cuestión es ahora mismo vital para la vida futura de este país.

Fíjense bien: ayer el Supremo imputa a Ábalos, su hombre de mayor confianza, el verdadero vicepresidente, su segundo en el PSOE y el portavoz en la moción de censura. Antes había sido imputado, también por el Tribunal Supremo, el fiscal general del Estado. Recuerdan aquello «de quien depende la fiscalía, pues eso…» Añádanle a la esposa por apropiación indebida y al hermano por posible delito fiscal. Y ahora esperen a la catarata de noticias que en torno a estos casos nos van a ir desvelando las investigaciones, mientras Aldama sopesa en prisión si tira o no de la manta. ¿Es normal esto en una democracia? Dejo la respuesta a la inteligencia del lector.

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