Fundado en 1910
Pecados capitalesMayte Alcaraz

Me toca... las narices

«Antes hacía todo yo sola y tú el rey de la consola». Supongo que Irene le dedicó este logrado argumento a su pariente que normalmente dedica las mañanas a no hacer nada, las tardes a pasarlo a limpio y las noches a elegir la serie televisiva

Actualizada 01:30

Antes de irse a Bruselas a mejorar la economía familiar de Galapagar, mientras su pareja va de tertulia en tertulia y mira Netflix, Irene Montero dejó otro regalito pagado no con su sueldo de eurodiputada ni con los réditos que recibe Pablo por insultar desde los platós, no, no, sufragado con nuestros impuestos. El engendro se llama «MeToca», una aplicación que su tóxico Ministerio de Igualdad creó para el reparto de tareas en el hogar. La broma —muy pesada, sin gracia y sin otra finalidad que la de hacerse oír— costó más de 211.750 euros y, lo que iba a ser el faro tecnológico contra el patriarcado, que iluminaría el camino de la igualdad entre mujeres y hombres y la distribución equitativa del «tú a planchar, y yo a fregar cacharros», solo fue visitada por 10.000 personas que se la descargaron en sus dispositivos y aún no saben para qué. Es inexplicable la falta de respuesta ciudadana ante tan descomunal hallazgo humano.

Descontada Pam, Isa Serra, Ione, la propia Irene y, aunque solo fuera por echar unas risas a su costa, Iglesias, Errejón y Monedero —como todo el mundo sabe tres acrisolados defensores de la igualdad y activistas contra el machismo— hubo menos de 10.000 almas que decidieron asomarse a husmear en este disparate. De esto hace ya año y medio. Ahora, la web se ha cerrado por falta de bobos que quisieran hacer el caldo gordo a estas sinsustancias que a todo lo que dieron fue a repartir un eslogan con la aplicación que rezaba así: «Antes hacía todo yo sola y tú el rey de la consola». Supongo que Irene le dedicó este logrado argumento a su pariente que normalmente dedica las mañanas a no hacer nada, las tardes a pasarlo a limpio y las noches a elegir la serie televisiva que ver confortablemente en su sillón de proletario en la montaña madrileña, donde uno se consuela de que los españoles te aborrezcan. Cómo consuela la campaña feminista de la parienta cuando la paga el dinero de los impuestos de los españoles a los que has inoculado la semilla del diablo y sembrado de odio su vida pública. Con el permiso explícito de Pedro, que solo cayó en la cuenta de la compañía perniciosa que arrastraba cuando vio la oportunidad de sustituir a Pablo por Yolanda, un más dúctil clínex del que hoy se quiere desprender.

La aplicación ha sido cerrada por el Ministerio que ahora dirige la socialista Ana Redondo, una inservible y gritona ministra que gasta ingentes cantidades de dinero en políticas de igualdad, convoca frecuentes observatorios contra la violencia machista, cambia las herramientas para amparar a las maltratadas como Biogen, pero que no consigue reducir las terroríficas cifras de agresiones. Más bien al contrario, no paran de crecer ante la impotencia de este Gobierno feminista y de las sonrisas. Tras una pregunta parlamentaria, el Gobierno ha tenido que reconocer que la aplicación ha sido un desastre y que esos 200.000 euros se han ido por el sumidero a engrosar los 500 millones en Igualdad que malgastaba Irene y ahora malgasta Redondo para agrandar el hueco del dónut. Es decir, para nada.

El sistema numeraba las horas que hombres y mujeres dedicaban a las labores domésticas. La famosa Ángela Rodríguez «Pam» presentó este dislate en Ginebra, con toda la pompa de que fue capaz, que no fue mucha porque hablamos de alguien que no cuenta con los rudimentos imprescindibles para comportarse protocolariamente en función del que fue su cargo de secretaria de Estado. Cómo olvidar cuando daba saltitos y vociferaba insultando a la madre de Santiago Abascal y cuando nos invitaba a estar gordas. Parece que se le subiera Ginebra a la cabeza.

La filosofía consistía en que si cuando viajamos con amigos dividimos los gastos del grupo, ¿por qué no lo íbamos a hacer con los trabajos caseros? En el cómputo final se vería cuán vagos son ellos y activas nosotras. No se sabe a estas alturas si el premio consistiría en escuchar sin anestesia un mitin de Ione o en degustar una merienda con Pam. Porque los incentivos nunca estuvieron claros. Eso sí, a ellos les esperaba la condena de las sacerdotisas del feminismo, muy beligerantes con los hombres ajenos pero dispuestas a entregar su dignidad e independencia a cambio de ser enchufadas en cargos públicos por los propios. No sé si esto les sonará a Irene y a Begoña.

Pues nada. Otro costoso juguetito —que MeToca… las narices— de las chicas de la tarta lanzado al contenedor de sus audaces ideas. Con ser grave, esta por lo menos y a diferencia de la ley del «solo sí es sí», no se ha traducido en la excarcelación de 126 depredadores sexuales —incluyendo monstruos que habían abusado de niños menores de diez años— o en la reducción de sus penas a 1.233 de violadores. Como es costumbre, hablamos de un caso claro de malversación que dio a ganar unos milloncejos a amiguetes de la industria del chiringuito feminista y entretuvo a un grupo de podeniñatas, cuyos cerebros no sumarían las neuronas de un adolescente raspadito en habilidades sociales.

comentarios
tracking