Fundado en 1910
Pecados capitalesMayte Alcaraz

Yolanda, en cuerpo y Alma

Esto de pelearse por la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales es un nuevo trampantojo del Gobierno de coalición, que de paso demoniza a la patronal y alimenta a los estómagos sindicales, tan insaciables siempre

Actualizada 01:30

El día que Yolanda Díaz arremetió contra el ministro Carlos Cuerpo presencié la diatriba. Y no me creí nada. En una entrevista en RNE, la vicepresidenta segunda del Gobierno entró en un bucle muy poco melancólico. Más bien estratégico, de mera supervivencia, sabedora de que su medida estrella de la reducción de jornada laboral, de no aprobarse, puede estrellarla un poco más. Es consciente de que con las trabas que pone el ministro de Economía, el PSOE pretende quitarle su gran baza propagandística, deseosa Yoli de aprovechar la simpatía de la ciudadanía con la posibilidad de trabajar menos cobrando lo mismo, aunque eso sea un golpe letal a la productividad en España; lo importante es echar votos en su mermada buchaca electoral. Así que Yolanda ya solo vive para atizar continuamente al ministro de Economía al que ha llegado a llamar «mala persona». Lo bueno que tiene la mejor amiga de Pablo Iglesias es que es fácil de desenmascarar cuando defiende con vehemencia esas propuestas, la mayor parte de ellas basadas en las recetas viejunas del comunismo, que su padre le ayudó a abrazar.

Porque no se crean ni media palabra de las tensiones en el Gobierno. Ni que la líder (o no) de Sumar sea la mala y Carlos Cuerpo el bueno. Como tampoco era sor Ángela de la Cruz Nadia Calviño, que pasaba por ser buena gestora económica, homologada en Europa, pero que terminó convertida en entusiasta mariachi de Pedro Sánchez. Formar parte del Ejecutivo de Su Sanchidad obliga a abandonar los escrúpulos morales y, por supuesto, a abdicar de los principios ideológicos y profesionales que uno haya cultivado. Ahí están nombres como Escrivá, Robles, la propia Calviño o ahora Cuerpo para demostrar que el hábito sí hace al monje. Y el hábito sanchista no es un simple salto de cama, es un uniforme.

Así que esto de pelearse por la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales es un nuevo trampantojo del Gobierno de coalición, que de paso demoniza a la patronal y alimenta a los estómagos sindicales, tan insaciables siempre. Si uno forma parte de un órgano colegiado como es el Consejo de Ministros y aprueba en comunión la ley de amnistía, el pacto fiscal, la eliminación de la figura de la acusación popular o indulta a delincuentes y favorece la salida de etarras de las cárceles ya no hay matices ni ministros moderados. Por eso, Yolanda y Cuerpo son lo mismo. Solo que ahora a la ministra de Trabajo, a la que los sondeos vaticinan que ha perdido la mitad de su representación y un trasvase de votos al PSOE que es ya una hemorragia, le conviene marcar perfil izquierdista frente a Pedro, porque sabe que él ya la da por amortizada, después de utilizarla como a un clínex. Díaz desea que nos traguemos que Cuerpo es un neoliberal y que ella es la única depositaria de las esencias proletarias. Pero son cuña de la misma madera haciendo cálculos electorales.

Así que no se crean ni media palabra de la artificial polémica de esta semana. En Moncloa ya dan por muerta a la ferrolana porque saben que no da más de sí. Y ella ha encontrado un cuerpo al que arrear cuando de vez en cuando se levanta de la lona adonde le ha mandado su «querido Pedro», el mismo que pactó con Iglesias utilizarla como muleta del PSOE. Pero a estas alturas ambos abominan de ella, que anda como un boxeador noqueado dando sus últimos golpes mientras toda la parafernalia mediática que la aupó como si fuera la gran lideresa de la izquierda ya prepara su funeral laico.

Solo hace falta que Sánchez convoque elecciones para ver cómo el gran referente de la izquierda caviar, vestida eternamente de cóctel, vuelve a la irrelevancia de donde no debió salir. Y, si hace falta para la continuidad del socialismo en el poder, Pablo y Pedro oficiarán juntos su funeral y se aliarán para librarnos del fascismo.

comentarios
tracking