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Cartas al director

¡Es demasiado!

Poco a poco, pasito a pasito, el objetivo del tremendo desprecio a la vida lo van consumando. Y no es sorpresa que esa irresponsabilidad parta de esa pobre mujer, no sé si llamarla Irene, Irena, Ireno…, que de «luces» anda muy escasa, pero muy sobrada de ideología, deseos de dañar a la sociedad, a las futuras generaciones y, especialmente, a las mujeres. Pero hay todo un Gobierno que asiente ese genocidio y, sobre todo, un presidente que carece de fiabilidad (fray Mentiras) y expele odio por todos los poros de su cuerpo, pero no conocíamos su faceta de destruir vidas humanas.

Me pregunto con el cardenal Cañizares: ¿a dónde nos llevan? ¿Nos quedamos parados? ¿Hemos perdido el sentido común y pasamos por todo, ante la deriva de las leyes a favor de matar niños o ancianos? En estos últimos años han proliferado las disposiciones legales contra la vida que representan un serio recorte de derechos para las personas. Afirma esta pobre ministra radical, la del Ministerio de Desigualdad, que la mujer ha conseguido un derecho, poder matar a su hijo. ¿Por qué no estima esta señora que el niño también tiene un derecho y más importante: el de vivir, el cual queda anulado con el de la madre de matarle? Y no tiene que haber plazo para eliminarlo; una mujer no dice voy a tener un tumor sino voy a tener un hijo y lo dice desde el primer momento de su embarazo. Y es un tremendo disparate castigar con pena de cárcel por rezar para salvar la vida del niño. Y es una gran injusticia obligar a los profesionales que estudiaron para salvar vidas, a que se la quiten a esos niños o a los ancianos. Nos están llevando con sumo disimulo a una cultura de la muerte, que debemos detener o caeremos en el abismo. El aborto no te desembaraza, te convierte en la madre de un niño muerto.

Naturalmente no está todo el mundo «loco», pues la declaración de Ginebra, respaldada por 37 estados, defiende el más razonable de los derechos, el derecho a vivir, pese a lo que diga nuestro verdugo Irene Montero, con la connivencia de su superior Pedro Sánchez y sus aduladores. Es una aberración monstruosa matar a un ser humano para dar satisfacción ideológica a unos políticos radicales. Me he pronunciado muchas veces contra el libertinaje de matar a los seres más inocentes, pero seguiré haciéndolo mientras haya mentes con tal bajeza moral y se esté pretendiendo manipularnos con esa barbaridad tan bestial. «Ningún ser humano puede ser jamás incompatible con la vida» (Papa Francisco).

Pablo D. Escolar

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