Cartas al director
La escasez de agua
Decía Otto Von Bismarck que «nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de una cacería». Ojo al dato, porque estamos inmersos en los tres supuestos. Es triste y estimulante a la vez comprobar que es en época de elecciones cuando se tratan los temas verdaderamente importantes, como es el caso de la vivienda y Doñana. La polémica sobre los acuíferos del parque natural no es más que un lejano susurro de la que se nos avecina con el problema del agua. Parangonando el dicho de «si el mundo fuera de oro, la gente se pelearía por un puñado de arena», «si el mundo fuera de arena, la gente se pegaría por un puñado de agua». El exvicepresidente del Banco Mundial Ismail Serageldin predijo en 1995 que «las guerras del próximo siglo serán por el agua», y ya han comenzado. El cambio climático, la acelerada urbanización, el incremento de las actividades agrícolas, los fertilizantes y plaguicidas, la degradación del suelo, la superpoblación y la deficiente eliminación de los residuos afectan a la disponibilidad de agua dulce. Lejos de preocuparse por este asunto, la política cortoplacista se dedica a lo que se dedica. El agua va a ser en el siglo XXI lo que el petróleo fue en el XX. No va a haber para todos ni en todos los sitios, la única manera de poder protegernos es comenzar a ahorrar y actuar sobre todos los factores que agravan su escasez. A lo mejor Franco tenía más visión de futuro que los de ahora y se puso a construir pantanos hasta convertir el país en el primero de Europa en número de embalses. Desde Franco no se ha vuelto a inaugurar otro pantano. ¿Cómo hemos perdido el tiempo?